Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Contracrónica

Pecar en la Catedral

El Elche ofreció su peor cara de la «era Francisco» en San Mamés, un escenario mítico que desborda intensidad, pasión y fe; justo todo lo que le faltó al conjunto franjiverde

Diego González forcejea con Iñaki Williams EFE

Pasaban los minutos, Iñaki Williams desperdiciaba ocasiones que hacían torcer el gesto hasta al busto de Pichichi y a un servidor le daba por revisar el calendario que le quedaba al Elche. Antes del parón, un pálpito. Ese partido contra el Mallorca, después de Athletic y Real Sociedad, antes del Betis. Una final. Cada vez pinta más a eso. Ese va a ser el partido decisivo. Quizás porque el propio Elche esté poniendo demasiado empeño en eso. O quizás porque este equipo lleva años acostumbrado a vivir, a sobrevivir, al filo del precipicio. 

Ocurrió el año del ascenso a Segunda, encontrando a Pacheta en el mes de marzo y en un «play-off» de infarto. De resurrección fue el siguiente ascenso, en plena pandemia, con el «caso Fuenlabrada», la eliminatoria contra el Zaragoza y el gol de Pere en el minuto «noventaymilla». Y quién sabe cuántas vidas se agotaron en la permanencia del curso pasado, una oda al milagro en versión franjiverde. Si el Elche fuera un gato no sabría cuántas vidas le quedan en el casillero.

Viendo este panorama, la recuperación desde la llegada de Francisco invitaba a pensar en un posible final de curso tranquilo, guardando en el botiquín el desfibrilador y los trankimazines. Ese camino se ha torcido en las últimas semanas, entre derrotas apuradas e inesperadas, polémicas arbitrales, parón FIFA y un mal día. «Este no es el camino», señaló Francisco en la rueda de prensa mas crítica que uno recuerda desde hace tiempo.

En la Catedral, el Elche cometió el primer pecado del fútbol. Salir a verlas venir. La actitud del equipo en la primera parte fue sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta que el equipo había tenido dos semanas para preparar el duelo. Por salir mal, a Francisco hasta le falló la gestión de los internacionales. No quiso forzar a Enzo Roco y Mojica y el que se le lesionó al cuarto de hora fue Boyé.

San Mamés, el Viejo y el Nuevo, es sinónimo de intensidad, de pasión y de fe. No necesariamente de buen fútbol, de «tiki-taka» o de posesión del balón. Pero sí de pelea, brega y lucha desde el minuto 1 hasta el final del duelo. El Elche dio la sensación de querer dormir el partido desde el inicio ante un rival que destaca por ser el más físico de la Liga. El cloroformo dio para aletargar al león unos veinte minutos. A partir de ahí se sucedieron las ocasiones bilbaínas, sin necesidad de exhibiciones. El 1-0 del descanso fue un milagro.

Vivos hasta el final

Lo único a destacar del Elche en Bilbao fue la capacidad que tiene este equipo para mantenerse con vida en los partidos. Muchas veces lo hace por mérito propio, a base de esfuerzo defensivo o de paradas de Edgar Badia. Nadie debe olvidar que un portero está para eso, para parar, igual que un delantero está para marcar. Este domingo, dicha supervivencia fue por demérito del Athletic, incapaz de sentenciar un partido que tuvo en su mano hasta en media docena de veces.

A Francisco no le salió el plan, si es que el mostrado en San Mamés era realmente un plan. Los centrales se vieron desbordados, Olaza falló en lo que también falla Mojica, Marcone hizo aún mejor a Mascarell y el ataque fue una quimera. El Elche se pasó 70 minutos sin rematar a portería. Y aún así pudo empatar.

La faltita de Carrillo

A diez minutos para la conclusión, Guido Carrillo introdujo el esférico en la portería de Unai Simón. Un segundo antes, el colegiado había hecho sonar su silbato, por lo que si nos ponemos exquisitos y escrupulosos no fue gol anulado. Les suena la escena, ¿no? Una acción polémica con Carrillo de por medio. Todo acabó como siempre.

En la casa de Belauste y su «Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo», en la que Goikoetxea cosió a patadas a Maradona, en la que Amorebieta puso la bota en la cara a Messi o en la que Raúl García y Aduriz han realizado mil acciones similares ante el delirio de su afición, a Carrillo le pitaron una faltita en un forcejeo con Vivian, un central de 22 años, 183 centímetros de altura y 82 kilos de peso. Con el balón en el aire, sin la posición ganada y con ambos jugadores braceando, a Vivian le dio un amago de lipotimia, posiblemente viendo que había medido mal el bote del balón y la posición del delantero del Elche. Rápidamente sonó el silbato. ¿Para qué esperar al VAR?

Seamos sinceros. El Elche no mereció puntuar en San Mamés. Pero perfectamente pudo hacerlo, con un árbitro menos impaciente. Luego llegó la única nota brillante franjiverde en el partido, que fue para guardar en vídeo. Gran pase largo de Gumbau y excelente control y definición de Josan, ese Seedorf crevillentino (por su polivalencia en el campo y en la pronunciación de su nombre: «Josan», «Josán», «Yosan», «Yosán»). Una buena manera de celebrar su renovación, al menos. El empuje dio para robar rápido en el saque del Athletic y forzar una falta y un córner, pero para poco más. El Elche ya había pecado en la Catedral y, pese a confesarse durante el descanso, al final no hubo expiación. Toca sufrir. Ojo a ese partido contra el Mallorca.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats