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Contracrónica

Sangre, sudor y permanencia

El Elche empató un partido que hasta hace poco hubiera perdido, en un ejercicio de resistencia grupal y de superación de las adversidades que fueron apareciendo en su camino

La afición del Elche celebra el tanto de Pere Milla ante Osasuna MATIAS SEGARRA

El relato del partido entre Elche y Osasuna nos sonaba a todos. ¿Un partido plácido para cerrar una permanencia tranquila? Por favor. Esto es Elche y el Elche. La diferencia es que, hasta no hace demasiado, era habitual perder este tipo de partidos. E ir a Cádiz con un mediocentro de central y el lateral izquierdo suplente. Y forzar a tu delantero estrella. Y que este se rompa. Y verte, de repente, con el descenso tocando a tu puerta. Partidos como el de Osasuna, el Elche estaba acostumbrado a perderlos, en Segunda y en Segunda B. Acumuló decenas de ellos desde 1990

Ya no. El Elche ha dicho basta. Hace tiempo que se ha quitado ese sambenito de pupas. En el césped lo hizo con aquel histórico ascenso que pronto cumplirá una década. En la 2016/17 tuvo una grave recaída, de la que logró rehabilitarse. Y en los despachos le costó espantar fantasmas, pero lo fue haciendo. Aunque los arbitrajes sigan dejando cierto tufo a que a alguien le molesta que este club esté en Primera. Será cosa nuestra, seguro.

Al Elche se le puso todo en contra para complicarse la permanencia. Calor, lesionados, partido trabado, penalti en contra, 0-1, más lesionados, el equipo con diez... Aún así, empató. No necesita mucho más, por suerte. Empató y aguantó. Con diez. Con nueve. Y la sensación es que este equipo hubiera sido capaz de aguantar con ocho y con siete. Con seis ya no porque no es legal.

Hubo sangre. La que emanó del rostro de Raúl Guti. También cayeron Pedro Bigas, Gonzalo Verdú y Mojica. Hubo sudor. El habitual si pones un partido a las dos de la tarde en mayo. Hubo alguna lágrima. De emoción, de rabia... y de alegría. Pero, sobre todo, la sensación es que lo que ya hay es permanencia, aunque las matemáticas digan lo contrario. ¿Por qué? Porque al Elche le da la gana.

Otra vez Pere

Cuando todo va mal siempre aparece el héroe. Es una de sus características principales, aunque lleve un tiempo desaparecido. Si el mundo está en peligro, Goku resucitará para salvarlo. Si Gotham está en el abismo, Batman escapará de «El Pozo» para salvarla. Si el Elche está en apuros llega la hora de Pere Milla. Tras el 0-1, el franjiverdismo vio en el «10» que enseñó el cuarto árbitro en el cartel de cambios su «batseñal» particular. El héroe no defraudó.

Ni su sequía goleadora ni las trabas para acordar una renovación de contrato frenaron a Pere Milla. Otro gol más a añadir a su lista. No es el más dramático, por supuesto, pero puede valer su peso en oro para corroborar la permanencia en Primera División.

Impresionante inicio

El Elche acabó agonizando un partido que empezó a nivel mayúsculo. Posiblemente el mejor cuarto de hora en mucho tiempo. Osasuna no pudo salir casi de su área, pero los franjiverdes perdonaron. Ponce tuvo un cabezazo antes del minuto 2 que repelió Sergio Herrera. Mojica y Fidel endiablaron el flanco izquierdo. El Elche gruñía, pero no mordía.

Y, de repente, el partido se paró. Bigas en el suelo, entran las asistencias y se pide el cambio. Francisco reconoció luego que la idea era marcar en ese inicio fulgurante. No se consiguió. Y entre el calor, la pérdida en salida de balón sin el balear y el aumento de dureza, el Elche se perdió. No supo encontrar nuevamente el camino para parecerse al del primer cuarto de hora. Además, cayó Raúl Guti, en otro choque con un rival. Los franjiverdes se vieron 2-0 en lesionados y 3-0 en tarjetas recibidas, algo que no gustó en la grada, por mucho que las amarillas ilicitanas fueran clarísimas. 

Gran apoyo

Había dudas sobre el ambiente en el Martínez Valero para el partido. Por la hora y la coincidencia con el «Día de la Madre». Pero la afición respondió, sin retrasos. Acudió puntual al primer momento clave, un «Aromas Ilicitanos» que cada vez suena mejor. Solo ese tedio que se generó a raíz de las lesiones y el paso de los minutos sin goles adormeció algo al personal.

Después del tanto de Osasuna, el público se reactivó. Primero espoleó al equipo en busca del empate. Luego ejerció de «jugador número 11» cuando Gonzalo Verdú tuvo que abandonar el terreno de juego por lesión. Celebró por todo lo alto el gol de Pere Milla. Y, por último, cambió de rol al de «jugador número 10» cuando cayó Mojica. El último rugido llegó con el pitido final del árbitro. Después de mucha sangre y mucho sudor llegó la hora de gritar la permanencia.

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