Marta, (nombre ficticio), trabaja en una cadena de supermercados en Alicante. Es, principalmente, reponedora. Hace unos meses se hizo un esguince en el pie que le obligaba a ir con muletas y por el que, le adelantaron en el hospital, tardaría en recuperarse totalmente un mes. Le recomendaron reposo y llevar muletas, pero en el trabajo y en la mutua consideraron que podían recolocarle como cajera mientras tanto y no le dieron la baja. Había habido varios despidos en los últimos meses en la empresa. «A pesar de estar sentada atendiendo a la gente, la postura con la que trabajaba no era cómoda, puesto que tenía que tener la pierna estirada todo el rato», afirma Marta. Su esguince tardó en curarse casi un mes más de lo previsto y acabó, a su vez, con dolores de espalda por problemas posturales. «Rendí menos en el trabajo, por el malestar, seguro, pero no me atreví a protestar por miedo a perder mi trabajo», concluye la operaria.

El presentismo, o lo que es lo mismo, estar presente en el trabajo, pero dedicando parte de la jornada laboral a otras funciones que no son propias del trabajo, es un fenómeno muy extendido en la provincia. De hecho, según un reciente estudio de Adecco, el 56% de las firmas reconoce que en su organización se da esta práctica.

«Muchas organizaciones todavía valoran a sus empleados en función del tiempo que pasan en su puesto de trabajo en lugar de hacerlo midiendo su productividad». Así lo aseguran desde el grado de Relaciones Laborales en la Universidad Miguel Hernández. Por este motivo, aclaran, se dan casos en los que gente enferma acude a trabajar, aunque sea perjudicial tanto para ellos como para el resto de compañeros, aseguran. «También hay casos en los que mucha gente pasan horas muertas en su puesto, ya sea frente a redes sociales o realizando tareas personales por el mero hecho estar presente y que le tengan en cuenta, aguantando una situación precaria. Esto no es beneficioso ni para el trabajador ni para el rendimiento de la empresa», apuntan. Desde el área de Relaciones Laborales de la UMH aseveran que algunas firmas cometen un error al seguir guiándose a un cumplimiento estricto del horario, en lugar de centrarse en alcanzar los objetivos.

Según los sindicatos la precariedad laboral tras la reforma laboral de 2010 es la clave de que este hecho se de, cada vez más, en las empresas. La secretaria general de Comisiones Obreras del Vinalopó-Vega Baja, Carmen Palomar, apunta que «cabe recordar que entre un 89 y un 91 % de las nuevas contrataciones que vemos mes a mes son eventuales. La gente tiene miedo a coger bajas». Otro dato preocupante, para CCOO es la «presión que ejercen las mutuas sobre las personas trabajadoras para que se reincorporen a sus puestos, aunque la persona esté del todo recuperada». La secretaria, Carmen Palomar, considera que gran parte de culpa reside en la reforma laboral ya que «esta contempla el despido por absentismo incluso aunque sea justificado». Tanto para CCOO como para UGT en Alicante, detrás del presentismo están los incumplimientos del convenio colectivo en materias como la salud laboral a través de los descuelgues y de modificaciones de condiciones laborales en comisiones al margen, normalmente, de la representación sindical.

Hay voces desde la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (Arhoe, que aseguran que esta práctica «es perjudicial para el rendimiento de las empresas y se debe actuar para evitarlo, nadie debe pasar más horas de las que debe en sus puestos, y menos haciendo horas muertas, la cultura del presentismo es tercermundista», aseguran desde Arhoe.

En el polígono industrial de Torrellano, en Elche, alguna de sus empresas se lo han tomado en serio y han puesto medidas para evitar el presentismo. Así lo cuenta el encargado de una fábrica, que asegura «en nuestra empresa hicimos una encuesta para conocer los motivos por los que los trabajadores caían en presentismo. Para que nadie se quedara haciendo más horas de lo normal decidimos flexibilizar los horarios y también controlar a qué hora se entra y sale, voluntariamente para, mejorar, así, la productividad». Solo una quinta parte de las empresas en la provincia reconoce esta situación en sus entornos laborales o trabajan activamente para evitar que ocurran.