Los colores de la Festa d’Elx

Todo lo que se observa en el Misteri tiene un significado y todo enriquece, aún más, la relevancia de un Patrimonio de la Humanidad

Blancos y azules en los ropajes de Marías y ángeles. | MATÍAS SEGARRA

Blancos y azules en los ropajes de Marías y ángeles. | MATÍAS SEGARRA / AntonioAmorós

Antonio Amorós

Antonio Amorós

El afán de los investigadores por encontrar interpretaciones nuevas de la vida y de aquello que nos rodea los lleva, en ocasiones, a conclusiones seudocientíficas. Caminan más allá del significado real de las cosas, de la sencillez de los descubrimientos que, por naturaleza, la humanidad ha experimentado a través de milenios de existencia, dejando de manifiesto sus creencias, mitos y leyendas a través de la historia.

En los libros sagrados encontramos infinidad de referencias de muchos elementos imaginarios, teóricos y simbólicos que constituyen la naturaleza y la existencia del mundo de las religiones.

El oro ha sido uno de los símbolos de Jesús, luz, sol y oriente. | ANTONIO AMORÓS

El oro ha sido uno de los símbolos de Jesús, luz, sol y oriente. | ANTONIO AMORÓS / AntonioAmorós

Hablar del Misteri, de La Festa no es nada fácil si el planteamiento que se hace se enreda en el arcano de su procedencia con la que algunos doctos han orientado la singularidad del drama sacro-lírico. Verdad es que todo, o casi todo, está dicho, pero también es cierto que existen muchos flecos por donde adentrarse para descubrir en el mundo del drama sacro-lirico aspectos singulares que se presta a la indagación y a la exégesis simbólica de aquellos compendios que conforman el todo de La Festa.

El marrón, tono dominante en las vestimentas de judíos y apóstoles. | MATÍAS SEGARRA

El marrón, tono dominante en las vestimentas de judíos y apóstoles. | MATÍAS SEGARRA / AntonioAmorós

En los libros sagrados encontramos infinidad de referencias de muchos elementos imaginarios, teóricos y simbólicos que constituyen la naturaleza y la existencia del mundo de las religiones.

En el libro La Festa una mirada interior, escribía que en las tradiciones de la humanidad encontramos una enorme riqueza simbólica en los actos cotidianos, en los rituales y ceremonias. Y en lo que se refiere al Misteri quiero señalar que la aportación de este trabajo sobre los colores elevados de La Festa trata de enriquecer aún más, si cabe, la relevancia de nuestro Patrimonio de la Humanidad.

De los colores dominantes

AZUL

En la Edad Media, uno de los principales actores del «culto mariano», Alfonso el Sabio, procuraba, entre otros prelados, revestir a la Virgen con un color de pigmentos como el lapislázuli, considerado entonces tan bello que llegaba a valer tanto como el oro. Este color se reservaba para los emblemas, signos y vestimenta de la Virgen María.

El color azul forma parte esencial en la representación del Misteri. Podemos observarlo en las vestiduras de la Mare de Déu, las Marías, en el lazo que cuelga de la palma que María recibe del ángel y después entrega a San Juan, en el andador y en el cadafal, en el manto que cubre el llit donde reposa el cuerpo de María, en el lazo que cuelga de la palma que porta San Juan, en la puerta del cielo, en los ángeles del Araceli o en la maroma envuelta en paño azul. El azul sugiere una idea de eternidad. En la simbología cristiana, tal como apunta Frédéric du Portal «el azul es el manto que cubre y vela la divinidad». En el antiguo testamento el hecho mismo de que el Cielo sea azul representa la presencia de Yahveh. Murillo maneja con alta precisión el color azul y el esmalte en las «Vírgenes» de sus cuadros. Giotto en sus murales destaca este color como base fundamental de la historia que nos cuenta a través de su arte.

El azul del cielo de La Festa evoca la morada de la inmortalidad, no solo calma, también apacigua el espíritu. Podríamos decir que el azul celeste es el umbral que separa al hombre de aquellos que gobiernan su destino desde el más allá.

Según Vasili Kandinsky, «la profundidad del azul tiene una gravedad solemne, supraterrenal, atrae al hombre hacia lo infinito y despierta en él el deseo de pureza y sed de lo sobrenatural». Para Jean Chevalier «es el más inmaterial de los colores, que es presentado por la naturaleza solo hecho de transparencia, es decir vacío de aire, vacío de agua, vacío de cristal». Simboliza el agua y el cielo. También el color azul es el color de la paz, la limpieza y la pureza. Sin embargo, era el color despreciado por griegos y romanos, que más tarde pasó a usarse como signo de divinidad. Pero para los egipcios era el color de la verdad.

La palma que el angel entrega a la Virgen durante la representación del drama asuncionista ilicitano

La palma que el angel entrega a la Virgen durante la representación del drama asuncionista ilicitano / ANTONIO AMOROS

El azul del cielo de La Festa evoca la morada de la inmortalidad, no solo calma, también apacigua el espíritu. Podríamos decir que el azul celeste es el umbral que separa al hombre de aquellos que gobiernan su destino desde el más allá.

El azul del cielo se refleja en las aguas primordiales de la tierra; dos elementos entrelazados por el color azul de uno de ellos: el mar, símbolo de la creación. Dijo Dios: «Acumúlense las aguas por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco; y así fue» (Génesis, 1.9). En las Marías se combina el blanco con el azul, el azul celeste, colores marianos que expresan el vuelo del alma liberada hacia Dios.

BLANCO

«Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz» (Mateo, 17 1.2).

El blanco es el color de la revelación, de la manifestación, de la gracia, de la unión con Dios, transformación que deslumbra; es el color de la teofanía: aparición o revelación de la divinidad, de la aureola que rodea la cabeza de los santos, las vestiduras del Padre Eterno que corona a la Virgen «Vi veinticuatro tronos alrededor del trono, y sentados en los tronos, a veinticuatro ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro sobre sus Cabezas (Apocalipsis 4.4). Es la luz interior que se proyecta a los que son merecedores de ella. El color blanco en la antigüedad se identifica con las divinidades benéficas, con las castas sacerdotales, por ejemplo, el Gran Rabino que comanda la comunidad judía (judiada) viste de blanco, el sacerdote que representa al ángel central…

Blanco y oro son los colores de la bandera del Vaticano, como blanco es la vestimenta del Papa, ya que este color simboliza el cielo y la Gracia de Cristo.

El color blanco está muy referenciado a lo largo del antiguo y nuevo testamento: «Rocíame con el hisopo, y seré limpio, lávame y quedaré más blanco que la nieve» (Salmo 51.7). «Y los ejércitos del cielo, vestidos de lino blanco puro, le seguían sobre caballos blancos (Apocalipsis 19-14). En el Misteri, también está muy presente el color blanco. Las sandalias y la túnica de San Juan son blancas. «Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve» (Mateo 28.3). En la túnica de las Marías, en el Ángel del Araceli o en sus alas blancas.

El ángel baja en la magrana para anunciar a la virgen que su muerte se aproxima

El ángel baja en la magrana para anunciar a la virgen que su muerte se aproxima / ANTONIO AMOROS

En los primeros tiempos del cristianismo todos los ornamentos eran blancos. En 1276, Inocencio V optó por continuar utilizando el hábito blanco de la orden eclesiástica a la que pertenecía, tal y como hicieron posteriormente Benedicto XI en 1302; Nicolás V en 1447 y Pío V en 1566.

Blanco y oro son los colores de la bandera del Vaticano, como blanco es la vestimenta del Papa, ya que este color simboliza el cielo y la Gracia de Cristo. «Cuando estaban cerca de Jerusalén, apareció poniéndose al frente de ellos, un jinete vestido de blanco, blandiendo armas de oro» (Macabeos 8, II-11). El blanco es el color litúrgico: Gozo, pureza y santidad.

Las sandalias y la túnica de San Juan son blancas. «Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve» (Mateo 28.3). En la túnica de las Marías, en el Ángel del Araceli o en sus alas blancas.

DORADO

El oro ha sido uno de los símbolos de Jesús, luz, sol y oriente. «Artistas cristianos representaron a Jesucristo con cabellos rubios dorados como a Apolo y colocaron una aureola sobre su cabeza, escribe Frédéric du Portal. El oro es el reflejo de la luz celestial y símbolo del conocimiento.

Instantes antes de la coronación de la Patrona de Elche

Instantes antes de la coronación de la Patrona de Elche / ANTONIO AMOROS

En la Festa, el dorado es perceptible en todos los momentos de la representación, es una constante, se hace visible en los elementos escenográficos, vestimentas sagradas y, particularmente, en el calzado o sandalias del cortejo de María y de los ángeles que descienden del cielo. Las llaves de Pedro, María Salomé y María Jacobea portan en el Misteri las aureolas doradas, la palma con la que Pedro bautiza a los judíos, el «oropel», que desciende del cielo: influencias celestes recibidas por la tierra, como lluvia de gracia y sabiduría.

En el siglo XIV, en el Renacimiento, la utilización del dorado en iglesias y obras de arte por parte de artistas y religiosos fue una constante para la iconografía cristiana.

La iconografía cristiana y bizantina, con sus fondos dorados, plasman la luz celestial con la recreación artística de las imágenes divinas y sagradas tendentes a fijar el espíritu sobre la imagen. En la coronación de María, la Trinidad aparece como el sol espiritual del corazón del mundo. En el Araceli o Ressèlica, armazón de hierro que se cubre con el oropel, en el interior de la Mangrana y también en la Coronación.

Ello se asemeja a lo que hacían los sumerios hace más de 3.500 años, cuando aplicaban pequeñas hojas doradas en distintas superficies. También los griegos y romanos en occidente, y en China durante la alta edad media.

En el siglo XIV, en el Renacimiento, la utilización del dorado en iglesias y obras de arte por parte de artistas y religiosos fue una constante para la iconografía cristiana.

Ello se asemeja a lo que hacían los sumerios hace más de 3.500 años, cuando aplicaban pequeñas hojas doradas en distintas superficies. También los griegos y romanos en occidente, y en China durante la alta edad media.

ROJO

Dicen que el rojo es el color que más se identifica con la vida, es el color de la sangre y del fuego. La sangre, según La Biblia es la vida misma, en algunas tradiciones la sangre es considerada como el vehículo del alma. El fuego contiene un valor de purificación y de iluminación es «la prolongación ardiente de la luz (...) Venid pues y discutamos, dice Yahvéh: si vuestros pecados son como la grana, blanquearán como la nieve. Y si fueran rojos como el carmesí, se volverán como la lana (Isaías 1.18).

La plasticidad del Misteri d'Elx está presente en todos los momentos de la representación

La plasticidad del Misteri d'Elx está presente en todos los momentos de la representación / ANTONIO AMOROS

Tanto en lo profano como en lo sagrado, el rojo se convierte en sinónimo de juventud y de santidad, de riqueza y de amor. Antiguamente el color con el que habían vestido los Papas era el tono rojo de la Púrpura Imperial, color que simboliza la máxima autoridad espiritual durante el siglo IV. En la Basílica de San Juan de Letrán, sede pontifical hasta el s. XIV, dieciséis de las columnas de la basílica constantinopolitana son de granito rojo y las ocho columnas de su baptisterio son de roca de feldespato y cuarzo de color rojo. El ara portátil de San Isidoro de León del siglo XII es de mármol rojo; y en el Tapiz de la Creación de la Catedral de Girona el mar donde se desarrolla la historia de la invención de la cruz es de color rojo púrpura.

El cortejo por el andador en el comienzo de la representación del Misteri d'Elx

El cortejo por el andador en el comienzo de la representación del Misteri d'Elx / Matias Segarra

Mefistófeles viste el manto rojo de los príncipes del infierno, mientras que los cardenales llevan el de los príncipes de la Iglesia. Goethe comenta que su carácter primitivo deja en la memoria un registro que nadie olvida jamás. Treinta mil años hace que el rojo se utiliza en el escenario de oquedades y cavernas, pigmento rojo, sagrado para los hombres y las mujeres de aquella época. El rojo es el color de la piedra filosofal, y según Basilius Valentinus «su color tira del rojo encarnado al carmesí o bien del color del rubí al de granada», como el de la Mangrana o Núvol.

Una vista general de las representaciones el pasado día 15 de agosto

Una vista general de las representaciones el pasado día 15 de agosto / ANTONIO AMOROS

En la representación de La Festa, els coixins que porta el cortejo son rojos, la túnica y las sandalias de Pedro son rojas también. El rojo era exclusivo de los papas, símbolo de la sangre derramada por Cristo y por los mártires, fundamentalmente porque el rojo en el cristianismo es el color del Espíritu Santo. Rojas son las lenguas de fuego que se posaron sobre las cabezas de los seguidores de Cristo. «Se le aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse (Hechos 2. 3 y 4). Llamas de iluminación espiritual, soplo de esperanza y fortaleza para inundar el mundo del amor de Cristo.

Un momento de la representación del Misteri d'Elx

Un momento de la representación del Misteri d'Elx / ANTONIO AMOROS

Marrón

En el Antiguo Testamento el vestido manifiesta el carácter profundo de quien lo lleva, señal externa de consagración a Dios. El hábito que viste Santiago en La Festa, de color marrón, es el ropaje del peregrino que realiza su viaje hacía la casa de María. «Passant viles i muntanyes…», acude presuroso a la llamada de Juan. El color marrón, asociado a la renuncia de los bienes materiales, está inspirado en los hábitos usados por las órdenes religiosas medievales, como por ejemplo la orden franciscana en sus inicios recién entrado el siglo XIII. El hábito es un símbolo exterior de la actividad espiritual, la forma visible del hombre interior, de la persona consagrada a Dios, en el antiguo testamento Nazireo, término utilizado en el evangelio, así como en la Biblia: «Trajeron los ornamentos sacerdotales, las primicias y los diezmos, e hicieron comparecer a los nazireos que habían cumplido el tiempo de su voto» (Macabeos 1.3.49).

Arriba, en el cielo, los preparativos finales

Arriba, en el cielo, los preparativos finales / ANTONIO AMOROS

Llamas de iluminación espiritual, soplo de esperanza y fortaleza para inundar el mundo del amor de Cristo.

El color del marrón predomina en el calzado de los personajes de la representación del Misteri, en el vestuario porque el marrón es humus o tierra, para la Iglesia símbolo da humildad y de pobreza. En el Codex Calixtinus del siglo XII, se describe el «bordón» marrón tierra como: «Sostén de la marcha del pastor y del peregrino como eje del mundo». Es el tercer pie del peregrino que le ayuda en su caminar, y la concha sujeta al bordón está ligada a la piedad. Para Botticelli la concha marina de la Diosa de Venus sirve para llevarla sobre las aguas al lugar de los inmortales. La concha, el bastón y la calabaza son para el peregrino una necesidad axiomática para el viaje espiritual, para el «camino» hacia el Campus Stellae, el Campo de las Estrellas.