Cara a cara con una plantilla descontenta en Elche

Doscientos trabajadores municipales acuden a la invitación del alcalde en el Gran Teatro y le exigen una respuesta a la estabilización y las jefaturas

A. Fajardo

A. Fajardo

El alcalde de Elche Pablo Ruz ha querido someterse, a los ocho días de coger el bastón de mando, a un cara a cara con los empleados municipales del Ayuntamiento de Elche. Un auténtico examen ante unas 200 personas en el Gran Teatro que acabó con muchas preguntas y quizás pocas respuestas para lo que los trabajadores públicos le demandaban.

El primer edil del Partido Popular garantizó su «compromiso inequívoco y sin fisuras» a los que calificó como el «alma del Ayuntamiento» para desbloquear sus principales reivindicaciones. Empezado por la estabilización de los 400 interinos que se ha visto congelada este año por una sentencia judicial que ha declarado nulas las bases por puntuar cuatro veces más a un trabajador de la Administración local ilicitana que a uno de fuera.

Esta fue la principal preocupación que plantearon los que asistieron a la cita con el alcalde. Los interinos afectados por este proceso judicial pidieron a Ruz concreción. Saber cuándo se va a solucionar un abuso de la temporalidad que llevan sufriendo décadas. Le preguntaron si esperaría a la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana o si tiraría hacia delante con los procesos. Y lo que la máxima autoridad local pudo contestarles fue su «voluntad de que el proceso de estabilización continúe pero tenemos que arbitrar la fórmula que sea legal».

Pablo Ruz optó por dar una respuesta prudente, pidió comprensión porque su equipo de gobierno acaba de aterrizar y tiempo a los trabajadores municipales para poder clarificar el complejo conflicto con los servicios jurídicos y el personal de Recursos Humanos. Reconoció que solucionar este problema no iba a ser fácil y aseguró que «sería una inmoralidad perder el talento de 400 personas».

Sin embargo, los concursos para hacer fijos a los interinos de Elche no fue el único asunto sobre el que tuvo que lidiar el primer edil. Hubo otro tema que los funcionarios pusieron sobre la mesa del regidor popular sin ocultar su malestar y frustración: el de acabar con los jefes nombrados a dedo en el Ayuntamiento ilicitano. Y es que algunos trabajadores municipales con más de tres décadas en la Administración local de Elche, de distintos departamentos, levantaron la mano para trasladar a Pablo Ruz sus dudas y diferencias con las bases de las jefaturas de negociado que el anterior ejecutivo local de PSOE y Compromís dejaron perfiladas o en marcha antes de que acabaran el mandato.

Pablo Ruz, con los funcionarios en el Gran Teatro

Pablo Ruz, con los funcionarios en el Gran Teatro

Ante esta preocupación, Ruz también mostró su predisposición para «plantear unas mejores bases para las jefaturas» y para «acabar con los frentismos y dedismos», dijo. El alcalde cuestionó que la Concejalía de Recursos Humanos, en manos del PSOE, hiciera las bases correctas y culpó a sus antecesores de no haberlas consensuado suficientemente. Al final, acabó prometiéndoles buscar el aval del PSOE para tratar de corregir «en los casos que se pueda» las deficiencias detectadas.

Transparencia y acercamiento

El regidor popular era consciente de que la prueba de fuego a la que insólitamente y voluntariamente se estaba prestando no iba a ser nada fácil. Sin embargo, en un ejercicio de transparencia, quiso someterse a las preguntas de un público muy exigente que no ocultó su hartazgo por las declaraciones de intenciones que han recibido por los responsables políticos hasta ahora, del color que fueran.

Aún así, Pablo Ruz dio la oportunidad a los funcionarios y a los interinos de plantearle sus preocupaciones nada más llegar a la Alcaldía. Al igual que hizo con la junta de personal a comienzos de la semana, se comprometió durante estos cuatro años a implantar la carrera profesional, tal y como habían acordado sindicatos y el anterior equipo de gobierno.

Asimismo, se mostró dispuesto a asumir el reto de poner en marcha la jornada de 35 horas semanales, algo que «requerirá mejor organización y mejor respuesta», señaló. También les prometió no tocar las prestaciones sociales y solo hacerlo para mejorarlas.