La uva de mesa conforma un baluarte excepcional de los productos que nacen en la provincia de Alicante, y Monforte del Cid es el mayor productor de la zona. Desde hace décadas el municipio ha surtido con sus racimos de alta calidad a toda la península y a buena parte de Europa principalmente. Muestra de ello es la uva que se consumen durante las campanadas del 31 de diciembre: en torno al 66% de la uva consumida en España la Nochevieja de 2016 procedía del valle del Vinalopó y en 2020, dos de cada tres uvas consumidas fueron de esta comarca alicantina.

La uva de Monforte ha sido la protagonista de multitud de cambios al mismo tiempo que ha conservado la esencia de la producción tradicional, sobre todo por su particular sistema de madurado a través del embolsado de los racimos que, junto a su microclima templado, consigue un color, textura y sabor únicos en el mundo.

La modernización permanente de la industria y los estrictos controles de calidad, hacen de las uvas del Vinalopó un producto con el nivel de excelencia que merece el consumidor final, ya que desde el principio se regula su trazabilidad con el control de fitosanitarios exigido por la Unión Europea, los cuales garantizan la seguridad alimentaria que convierte a los viñedos de esta comarca, año tras año, en unos de los más respetuosos con el medioambiente del mundo, generando 13.000 empleos anuales en todo el Vinalopó.

El concejal de Agricultura, Juan Manuel Sabater, pone el foco en que «la uva de mesa de Monforte del Cid supera con creces los estándares de calidad, cosa que no siempre va relacionada con el precio que los grandes distribuidores proponen».

Por ello, aboga por «una especial protección a los productores por parte de las administraciones públicas, ya que son las mismas que exigen unos controles que aumentan los costes de producción que no se refleja en el precio que recibe el productor».

De igual forma, Sabater demanda «cambios en la normativa de competencia y en la cadena alimentaria para que se posibilite el establecimiento de precios dignos al agricultor, así como el respeto absoluto del precio del agua, con el fin de crear un sistema sostenible para el sector agrícola».