Ocurre con frecuencia, de hecho es un cliché. Se produce un fallo más o menos grave en el ordenador y empiezas a amontonar clics de ratón movido por la impaciencia. Crees que puedes resolverlo porque te sobra experiencia ofimática, así que buscas soluciones apresuradamente. Toco esto de aquí, cambio eso de allá... La máquina, pragmática, inmisericorde, en lugar de responderte amable, se cuelga definitivamente. Después de un rato eterno, asumes que tienes que ceder y probar lo que se recomienda siempre: resetear.

El Hércules ha reportado errores graves y su entrenador no ha sabido –o no ha podido– atajarlos aún. Ha escuchado a mucha gente porque es de natural educado, buen conversador. Todo el mundo que no se juega la cabeza cree estar en disposición de la verdad así que el técnico se lleva a su casa un saco de soluciones milagrosas que, lejos de aclararle el panorama, le inundan la razón de sombras, de nubes negras que amenazan con descerrajar una tormenta épica, otra, la enésima.

► Empezar por el principio.

El Hércules ha perdido el equilibrio. Se parte con suma facilidad. Hay mucha distancia entre sus líneas y está obligando a dar el último pase a los mismos que se desgastan iniciando la acción de ataque. Como tiene nombres propios de mucha entidad, busca la fórmula de que le entren todos, reubicándolos en posiciones muy poco ventajosas para sus verdaderas cualidades.

Está pasando principalmente con Míchel, con Sergio Marcos, con César Moreno y con Raúl Ruiz, aunque este caso merece capítulo aparte. El preparador blanquiazul no quiere prescindir de Maxi Ribero porque el pivote argentino da el 100% siempre, entrena sin descanso y ejecuta lo que se le pide sin objetar. Sus fundamentos tácticos son pingües. Eso obliga a darle al excanterano franjiverde un rol creativo en el que no cree ni él mismo.

133 DÍAS

Han pasado desde que Ángel Rodríguez fichó por el Hércules CF

► Firmó su actual contrato el 21 de junio y ha completado dos meses de Liga. Su balance desde el comienzo del campeonato son tres victorias, tres empates y otras tantas derrotas, todas seguidas en las últimas salidas del equipo. Suma 12 puntos y está a 9 del líder (que sube directo), a tres de la promoción y también de los puestos de descenso. Solo en tres ocasiones, su equipo ha sido capaz de dejar la portería a cero.

Cuando ambos coinciden sobre el césped, al Hércules le llegan menos torrencialmente, con más dificultad, pero se resquebraja su ataque porque Míchel se acaba desesperando por no entrar en juego y cae muy lejos del área rival. Para cubrir todo el espectro, se opta por derivar a un costado a Sergio Marcos, que no reúne las condiciones necesarias para ese puesto específico, no le alcanza, y al final ni aclara la acción ofensiva ni ayuda a su lateral.

La dificultad para encontrar un encaje coherente a Míchel que no le desaproveche es uno de los grades lastres

Los rivales se lo han aprendido y percuten una y otra vez por fuera, que es donde se observan más debilidades, dado que Alvarito, el único con verdadera actitud para fabricarse ocasiones de gol, hace lo que mejor sabe, correr hacia adelante, dejando mucho espacio a su espalda y complicándole la vida a los centrales, que no pueden dejar de mirar ni un instante a su lateral más cercano.

► Trabajar el modelo.

Una cosa sí es imperativa, elija el sistema que elija Ángel Rodríguez, hay que llevarlo rodado al partido. Nada en el fútbol actual puede improvisarse. Ni siquiera en Primera División, con futbolistas de élite, se deja a criterio del jugador los movimientos colectivos. Hay que mecanizar, favorecer los automatismos porque esa es la única garantía de que los errores no germinen libremente.

Dylan Leiva salta para defender un balón aéreo mientras llega hasta él Felipe. LOF

Al Hércules, después de dos meses de Liga, le falla la conexión entre líneas, tanto a la hora de atacar como de contener al adversario. Y la prueba de ello es que, con la implantación del sistema de tres centrales y dos pivotes destructores en Formentera, no se redujo el acoso a Carlos Abad de un proyecto que solo había ganado un partido como local hasta que llegaron allí los alicantinos.

Visto lo visto, el entrenador blanquizul tiene motivos de sobra para dudar de que su línea defensiva soporte una presión alta. Para que eso sea efectivo urgen centrales que sepan jugar muy lejos de su portero, y esos no se prodigan en la cuarta categoría... de hecho, no los hay.

Optar por defensa de tres centrales y dejar fuera del once, o sin convocar, a los dos carrileros puros tampoco facilita la tarea

También hace falta que la coordinación de quienes aprietan la salida de la pelota esté automatizada. Tampoco sucede. Así que casi siempre se defiende en inferioridad, por eso generalmente hay alguien descolgado, alguien que remata solo porque su marcador ha tenido que salir a tapar el agujero que por zona no le correspondía.

Decidir estrenar un dibujo inédito empleando tres centrales y dos carrileros al tiempo que dejas fuera del once a los dos especialistas del equipo en esa tarea de enorme desgaste físico (Marcos Bravo y Víctor Eimil, que no fue ni convocado) no da tranquilidad, en realidad preocupa. La gestión del vestuario es fundamental siempre, pero para salir de las crisis, es indefectible. Tiempo hay. Paciencia, diría que no...