Silencio el día después. La cuarta derrota seguida a domicilio del Hércules se cobro una víctima siempre propicia: la atención a los medios de comunicación. Los responsables creyeron conveniente que ningún futbolista valorara lo ocurrido en Terrassa y establecieron que, de momento, y hasta nueva contraorden, los lunes se impondrá la introspección, un paso más en la escalada de hermetismo aspiracional con la que sueñan quienes rigen los designios del balompié... también del más modesto.

El equipo acudió una hora más tarde al campo de entrenamiento de Fontcalent después de completar un largo viaje en autocar desde la localidad barcelonesa que se culminó de madrugada. Los titulares y los que entraron al partido tras el descanso realizaron trabajo de recuperación y el resto, ejercicios de resistencia y ensayo de situaciones con balón.

Los únicos que no se vistieron de corto fueron Nico Espinosa, lesionado de larga duración, y Jack Harper, a la espera del diagnóstico que determine la dolencia real que sufre en la rodilla después del golpe que le obligó a dejar a su equipo con diez los últimos minutos del encuentro en el campo tarrasense.

La medida llega justo después de que el equipo entrenado por Ángel Rodríguez se haya convertido en el segundo peor de todos los que se han construido desde la abrupta salida del fútbol profesional en 2014. Los alicantinos, que arrancaron el campeonato convencidos de que su objetivo era lograr el título de campeón de grupo y la única plaza de ascenso directo, se ven, tras once jornadas, con 13 puntos, diez menos que el líder (Espanyol B) y a ocho de la zona de promoción (delimitada ahora por el Formentera).

El Hércules actual, muy lejos de su máxima aspiración inicial, se ha situado a solo tres puntos de los puestos de descenso a Tercera RFEF (la quinta categoría). Solo mejora, a estas alturas del campeonato, los registros del curso 2019-20, cuando sumaba 11 puntos y era décimo quinto en la tabla clasificatoria. Aquel curso se salvó de la quema por el estallido de la pandemia, que obligó a suspender la temporada sin efectos adversos.

Curiosamente, con Sergio Mora en el banquillo, los blanquiazules también ocupaban la décima plaza en este instante del campeonato, pero con tres puntos más. Una reacción en el último tramo de la primera vuelta, con seis victorias consecutivas, le llevó a ser campeón de invierno, aunque ya en la segunda volvió reincidir en su bajo rendimiento.

Lo más complicado de entender es que preparador leonés, que se hizo cargo de una plantilla casi nueva que no se cerró hasta pasado el cierre del mercado de fichajes, ha ido contra toda lógica, de más a menos, cuando, en teoría, debería haber sido al revés e ir mejorando las prestaciones del bloque a su cargo con el paso de las fechas.

A excepción de estas tres temporadas, el Hércules más modesto siempre transitó por la jornada 11 en los puestos de honor y entre la segunda y la quinta plaza, es decir, metido de lleno en la pelea por el ascenso en la que era en su momento el tercer escalón del fútbol nacional.