Dos jóvenes de Alicante logran terminar el "Maroc Challengue" con un Renault 5 GTL de 1988

El Rally Raid se disputó a lo largo de casi 3.000 kilómetros de duro recorrido por carreteras, pistas y dunas de Marruecos

Las averías se sucedieron a lo largo de la prueba.

Las averías se sucedieron a lo largo de la prueba.

F. J. Bernabé

F. J. Bernabé

Lo han vuelto hacer. Dos jóvenes de Alicante apasionados del mundo del motor se la han vuelto a jugar. Ángel Hérnández y Roberto Terol han conseguido culminar este año la "Maroc Challenge 2023", un Rally Raid maratón similar al Dakar o la Africa Race y como los primeros raids de los años 70 y 80. Pura aventura y mucha adrenalina.

Los dos amigos alicantino en la línea de meta.

Los dos amigos alicantinos en la línea de meta. / Kfoto

Si el año pasado consiguieron terminar "vivos" una trepidante "Tunisie Challengue" con un Renault Súper Cinco del año 1989, este año han acabado "de milagro" una prueba que ha recorrido cerca de 3.000 kilómetros por carreteras, pistas y dunas de Marruecos. La prueba partió de la localidad de Saïdia y concluyó en Merzouga por un duro recorrido que dejó por el camino a buena parte de los cerca de 200 participantes, de los que 15 competían en el grupo C2 en el que estaban Ángel y Roberto.

En esta ocasión acudieron a los mandos de un Renault 5 GTL 1.400 cc. de 1988, con algunas modificaciones realizadas por ellos mismos de culata, admisión y electrónica que permitieron desarrollar al vehículo unos 80 cv. Cabe recordar que Ángel Hernández y Roberto Terol, que viven en El Moralet y Ciudad Jardín respectivamente, son mecánicos de afición pero no de profesión, ya que el primero es tornero fresador y el segundo albañil.

Llanuras de Erg Chegga, Marruecos.

Llanuras de Erg Chegga, Marruecos.

A la pregunta de si la prueba es peligrosa responden sin dudar que "para nosotros si puesto que íbamos a todo lo que daba el coche y un poco más, y el terreno era muy duro, con muchas piedras y cantos afilados, con una condiciones climáticas peores y mucha más altura que en comparación con el anterior año en Túnez".

La prueba, que se desarrolló del 1 al 8 de abril, se les fue complicando incluso antes de comenzar: "Nada más empezar rumbo al puerto de Algeciras el alternador comenzó a fallar estropeando la batería y dejándonos tirados nada más llegar al puerto, lo que tuvimos que arreglar allí mismo antes de embarcar", explican. Ya en la primera etapa tuvieron varios problemas, "como que dejara de funcionar el cuenta kilómetros, los frenos, se soltara el cubre cárter y el escape, además de estar a punto de volcar ya que corríamos en una playa y mientras nos remolcaban el coche se puso de lado mientras nos acercábamos hacia un talud de arena que esquivamos en el último instante con el coche prácticamente volando".

La primera avería.

La primera avería.

Al día siguiente el panorama siguió siendo muy complicado: "En la segunda etapa rompimos los silentblock del motor y el palier izquierdo, pero aún no lo sabíamos, y nos enteramos al terminar, por lo que pasamos la noche entera en un taller clandestino en el que nos trataron muy bien", recuerdan.

Roberto Terol: "Fue la peor noche de mi vida, dormimos a la intemperie en una tienda de campaña que parecía de papel de fumar y a 2 grados bajo cero"

Pero todo era susceptible todavía de empeorar: "Llegamos a la tercera etapa sin dormir y con las reparaciones hechas y tuvimos el primer contacto con las famosas dunas del Sahara. No nos gustaba lo que veíamos puesto que sabíamos el coche que llevábamos, y acertamos. Se prendió fuego toda la electrónica del coche, el radiador explotó por sobrecalentamiento, fundimos los ventiladores y volvimos a romper otro silentblock. Pero terminamos la etapa y llegamos a las haimas". En este punto del relato Roberto hace un inciso: "La puedo calificar como la peor noche de mi vida, dormimos a la intemperie en una tienda de campaña que parecía de papel de fumar a 2 grados bajo cero. No conseguimos dormir nada en absoluto. incluso teniendo que usar toda nuestra ropa y mantas térmicas y ni aún así conseguimos dejar de pasar frío".

En un taller clandestino.

En un taller clandestino.

Llegados a ese punto, la prueba se convirtió más en un reto físico para los pilotos que en mecánico para el vehículo: "Empezamos la cuarta etapa sin haber dormido nada en tres días y sin comer prácticamente nada. Topamos con mucha piedra, las marchas no entraban bien, el cubrecarter se volvió a soltar, terminamos de destrozar el silentblock, lo que ocasionó que el motor fuera completamente suelto y golpeando con las paredes del chasis, así como que la batería contactará con el chasis, se comunicara y dejará de funcionar todo... Pero bueno, pudimos terminar y llevarlo a un mecánico que nos tuvo hasta las 7 de la mañana solo para que nos dijera que no podía hacer nada", comentan con resignación.

Encallados en la playa.

Encallados en la playa. / KFOTO

Las malas noticias continuaron acumulándose: "En la quinta etapa fugamos gasolina, tuvimos que puentear el vehiculo porque perdimos las llaves, nos quedamos sin suspensión, el embrague no pegaba... pero, a pesar de todo, conseguimos terminar la quinta y sexta etapa", relatan Ángel y Roberto.

Empanzados en las dunas.

Empanzados en las dunas. / Kfoto

Sin duda, la mejor noticia fue que, pese a todas las contrariedades, habían conseguido llegar a la meta. "Muchos competidores ni siquiera consiguieron terminar, algunos volcaron, otros rompieron, uno incluso acabó en llamas con el coche completamente calcinado, pero bueno, eran participantes como nosotros que sabían a lo que íbamos, a darlo todo", concluyen satisfechos y muy orgullosos.

Perdidos en un laberindo de dunas.

Perdidos en un laberindo de dunas. / Kfoto

Lo que está claro es que son un par de aventureros. Pese a todo, tienen claro que van a repetir. Y no quieren dejar pasar la ocasión de "agradecer tanto a Autodesguaces Rufete como a Glassdrive Alicante por ayudarnos con piezas y suplementos para esta edición". Buena suerte en la próxima.