Que un partido muy complicado para el Elche y desde el principio se encontró incómodo, más por méritos del rival que por deméritos suyos. El Sporting B demostró ser un equipo con las ideas claras, no sólo cuando tiene el balón. Cuando no lo tiene, sabe presionar y corrió perfectamente, algo que impidió al Elche encontrar fluidez. La clave estuvo en los cambios, que le dieron algo que durante el primer tiempo no tuvo: presión en campo contrario, lo que obligó a los gijoneses a defender más cerca de su área; y más amplitud del campo, para que los extremos pusieran esos centros en los que el Sporting B sufre. El Elche tiene un fondo de armario que es un lujo y los cambios le dieron un triunfo que parecía imposible. A partir de ahí, tuvo más posesión y jugaron más rápido, algo no habían hecho en los primeros 70 minutos. Además, el primer gol de Nino le dio alas. Los cambios de Pacheta fueron arriesgados y ofensivos. Encima, el Elche tiene un jugador como «bulldog», que era como le llamaba Jorge D'Alesandro a Nino, ante el que hay que descubrirse. Además de su trabajo, hay que destacar todo su talento y una virtud que tienen muy pocos futbolistas, que es como entiende el juego. Siempre sabe estar solo y entrar desde la segunda línea. La prueba fue el segundo gol. Todos los defensas del Sporting B fijaron a jugadores altos como Benja o Sory y él se aprovechó y apareció para darle la vuelta al marcador. Los partidos no siempre los ganan los titulares. Los que salen después tienen un papel importante, como se demostró contra el Murcia, con Benja o Iván Sánchez. En esta ocasión, le ha tocado a Nino. Ahora queda el partido de vuelta en el que los dos equipos ya se conocen y será un encuentro similar al de ayer. El Elche tiene que intentar que el Sporting B no corra, que es su punto fuerte, y debe salir con la mentalidad de ganar . Por lo que visto al filial, frente al Cornellà y Arenas de Getxo, en casa es más vulnerable y suele conceder más.