He leído con mucho interés la opinión del profesor Hurtado, Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, publicada en el diario Información de 2 de junio, y debo decir que no puedo estar más de acuerdo. No entraré en las dificultades que se oponen para la no implantación de la Facultad de Medicina en la Universidad de Alicante, ya que han sido impecablemente rebatidas por el profesor Hurtado.

Pero sí quisiera, en mi calidad de presidente de la Asociación Gerontológica del Mediterráneo, añadir un matiz de tipo social que creo, en estos tiempos en que se habla tanto del binomio riesgo-beneficios, es pertinente. Se trata de constatar que vamos hacia una sociedad muy envejecida. En realidad “no vamos”, prácticamente ya estamos.

En una sociedad como esta, aparte de la falta de médicos, que se ha hecho palpable con la pandemia, es innegable que, pasada esta, seguiremos con un déficit muy importante. Este déficit es todavía más evidente en lo referente a la formación de médicos especialistas en Geriatría, por lo que quiero resaltar la inevitable necesidad de aumentar exponencialmente su número, ya que son los que están capacitados para tratar y mejorar la calidad de vida de las personas mayores, cuyo número aumenta de la misma forma exponencial.

Soy consciente de que una Facultad de Medicina ha de seguir los cauces del plan de estudios que está en vigor, pero es posible introducir matices en cuanto a itinerarios, asignaturas optativas, Másteres etc. que puedan dar un rasgo definitorio a una Facultad determinada.

En la UA, existe desde hace muchos años, una sensibilidad especial sobre los temas gerontológicos y geriátricos. Hay que recordar que en las aulas y laboratorios de la Facultad de Medicina de la UA, desarrolló su actividad científica desde los años 80 del siglo pasado el profesor Jaime Miquel Calatayud, eminente gerontólogo proveniente de la NASA, y reconocido internacionalmente, que decidió seguir en “su UA”, después de la segregación. Este gran científico y magnífico ser humano, dejó una semilla que brotó en la UA, entre otros, en muchos integrantes de nuestra Asociación.

Pero, además de los Departamentos que citaba el profesor Hurtado preparados para impartir docencia reglada, en estos momentos, están implantados Másteres como el Máster en Envejecimiento Activo y Salud en la Facultad de Ciencias de la Salud con gran éxito, plataformas como Mayores Salud, con una estrategia de “Envejecimiento óptimo e inteligente” que integra a numerosas Fundaciones, Colegios profesionales, Instituciones oficiales, y Asociaciones como la Asociación Gerontológica del Mediterráneo, que además tiene un Convenio de colaboración específico con la UA, y vínculos estrechísimos con la UPUA (Universidad Permanente de la UA), y muchas otras iniciativas que dan a la UA una impronta de preocupación por la mejora de la calidad de vida de una sociedad que ya está envejecida.

A la vista de estos antecedentes, la implantación de una Facultad de Medicina en la UA (que además cuenta con el beneplácito de las Agencias de Evaluación) sería, como bien dice el profesor Hurtado, la implantación más barata de España, una Facultad que nacería con el rasgo de satisfacer la demandas sociales de formación para todas las especialidades médicas que son deficitarias, pero quizás, si se cree conveniente ( y los antecedentes pueden avalar esta idea) con una visión dedicada a estos aspectos gerontológicos y geriátricos que van a ser (ya lo son) necesarios, y que nuestros dirigentes políticos han de captar para adelantarse a estas demandas. Ya están llegando tarde. Un dato: el número de plazas MIR adjudicadas de especialistas en Geriatría en la presente convocatoria para toda España ha sido de 95. En Alicante ninguna.

El Consell debe considerar seriamente si es susceptible de creación una Facultad de Medicina en la UA, con este bagaje, pero con una mirada hacia el futuro de una sociedad demográficamente ya descrita, con el empleo en los estudios de la digitalización y la IA para formar en el cuidado más eficiente de la salud, una Facultad, en definitiva, sintonizada con las actuales necesidades sociales. Creo honestamente que, en este caso, el balance favorable del binomio al que aludíamos antes de riesgo-beneficios, si se tiene una visión social justa y amplia, no admite discusión.