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Carlos Gómez Gil

Cazando mendigos

Dos viandantes observan a dos agentes de la Policía Local multando a una mujer sin recursos. INFORMACIÓN

Al final, la imagen de la vergüenza en Alicante se ha producido, como bien informaba este diario el pasado fin de semana, recorriendo toda España, incendiando las redes sociales y ocupando multitud de referencias en diferentes medios de comunicación. Nuestra ciudad es ejemplo de intolerancia y barbarie contra las personas más débiles, paradigma de inhumanidad y crueldad hacia los más pobres desde las políticas que lleva a cabo la derecha del PP y Cs con el apoyo de la extrema derecha de Vox.

En la fotografía captada por Carolina Pascual que ocupaba la portada del ejemplar de Información del pasado domingo, y que ha recorrido el país de punta a punta, dos policías municipales están sancionando a una mujer sentada en el suelo recostada contra la pared en una céntrica avenida de la capital. Las ropas y el carro azul a su lado delatan su condición vulnerable, estando acompañada por un dócil perrillo negro como única compañía. A su vez, las personas que caminan y contemplan la escena, miran con una mezcla de asombro y curiosidad. Como se informaba en la noticia, la mujer recibió el acta de denuncia con absoluta corrección, siendo requerida a que se marchara, obedeciendo de inmediato y saludando amablemente a los policías que le entregaban la notificación. El alcalde, Luis Barcala, había puesto en marcha la ordenanza de la vergüenza, que entró en vigor hace un mes, incoando la primera multa a una mujer que mendigaba, sin ejercer coacción ni molestar a los transeúntes.

Lo único que se echa de menos en la imagen, junto a los policías municipales rellenando el parte de denuncia, era al propio alcalde de Alicante inaugurando oficialmente su temporada de caza contra los pobres en la ciudad que dirige, para que en el retrato no faltara nada. A fin de cuentas, hace pocos días fue a inaugurar sin complejos una escalera sobre la playa de la Albufereta que llevaba cuatro años sin reponerse (todo su mandato), una vulgar escalera. De manera que con mayor motivo debería haber presidido el inicio de esta montería contra mendigos, pobres, sintecho y mujeres prostituidas, todas ellas personas perseguidas por la Policía Municipal que será, sin lugar a dudas, una de las señas de identidad de su accidentado mandato.

La imagen de la primera denuncia impuesta a esta mujer que mendigaba en Alicante demuestra, bien a las claras, que se está vulnerando e incumpliendo lo contenido en esta ordenanza municipal desde el inicio de su aplicación, al tiempo que también evidencia el cúmulo de falsedades que el propio Barcala y los partidos que han apoyado esta lamentable ordenanza han venido difundiendo para justificarla. Y ello porque el mismo día de su aprobación por el Pleno, el alcalde y otros concejales de su equipo de gobierno afirmaban con rotundidad que esta ordenanza no va contra las personas, sino contra las mafias. En la imagen captada de la primera sanción impuesta por los agentes de la policía a esta mujer no hay atisbo de mafia alguna, salvo que el perrillo que la acompañaba dirigiera una peligrosa organización criminal canina.

Pero, es más, la propia normativa de la ordenanza objeto de la denuncia, en sus artículos 21 y 22, recoge la sanción a las “conductas que, bajo apariencia de mendicidad o de manera organizada, representen actitudes coactivas o de acoso, u obstaculicen e impidan de manera intencionada el libre tránsito de la ciudadanía por los espacios públicos”. En ningún momento, la mujer sancionada por los policías municipales ejerce coacción alguna, acoso o impide el libre tránsito de las personas por la amplia avenida en la que se encuentra, sentada en el suelo y recostada contra la pared de manera pacífica.

Entonces, ¿por qué la denuncian? Por ser pobre y molestar su desdichada vida. Salvo que el objeto de la denuncia sea afear las calles cercanas a la residencia del alcalde, tratando así de quitarla de su vista cuando pase por ellas.

Pero llegados a este punto, debemos preguntar al propio alcalde Barcala y a todos los concejales que aprobaron este disparate discriminatorio con formato de ordenanza municipal: ¿Consideran que con la denuncia a esta mujer, Alicante es una mejor ciudad?, ¿pueden afirmar que han desaparecido las mafias del término municipal?, ¿creen que han conseguido erradicar la mendicidad?, ¿han contribuido a mejorar la convivencia?, ¿han ayudado a solucionar los problemas que hayan podido llevar a esta mujer a pedir por las calles? Muy al contrario, multar, prohibir, sancionar y denunciar son la demostración de una gigantesca incapacidad política para abordar problemas muy complejos que requieren de otras intervenciones. Pero, sobre todo, es una demostración de cinismo e intolerancia frente a los débiles, mientras se mantiene un servilismo y una sumisión ante los poderosos.

La derecha siempre ha creído que la solución a los problemas en España pasa por multar, prohibir y encarcelar. Pero en este caso, lejos de multar a personas que atraviesan momentos tan malos en su vida, habría que multar a aquellos ayuntamientos que no desarrollan políticas sociales de ayuda e integración hacia las personas sin hogar y los más vulnerables que están en las calles, haciendo dejación de sus obligaciones. Y me temo que Alicante se llevaría algunas bien grandes.

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