Y si no es ahora, ¿cuándo?

Más vale prevenir que curar

Hace tres meses, María Bonmatí anunció su propósito de impulsar una iniciativa legislativa para prevenir el consumo de alcohol y drogas por los conductores profesionales de vehículos de transporte de mercancías y pasajeros

Una pareja de agentes de la Guardia Civil de Tráfico

Una pareja de agentes de la Guardia Civil de Tráfico / EUROPA PRESS/ARCHIVO

Hace tres meses, María Bonmatí anunció su propósito de impulsar una iniciativa legislativa para prevenir el consumo de alcohol y drogas por los conductores profesionales de vehículos de transporte de mercancías y pasajeros. Para tratar de evitar que lo que sucedió a su esposo, Sergio Rodríguez -como es sabido, perdió la vida el 1 de agosto porque invadió su carril el conductor de un camión de 10 toneladas que había consumido cocaína-, pueda volver a ocurrir

Algunos amigos de Sergio decidimos acompañarla en este camino, y en las últimas semanas se han producido avances significativos. El Ayuntamiento de Elche aprobó una Declaración Institucional, con el apoyo unánime de todos los grupos políticos, dando su respaldo a esta iniciativa. Se han celebrado ya reuniones con la principal patronal del sector, la Confederación Nacional de Transportes de Mercancías, con algunos de los principales grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados -concretamente, el Grupo Socialista, el Grupo Popular y Vox- y con el director general de Tráfico. Hemos elaborado una propuesta de reforma normativa, que hemos trasladado a todos esos interlocutores. Y la iniciativa de María Bonmatí ha tenido una extraordinaria difusión a través de las redes sociales.

Campaña de control de drogas y alcohol al volante de la Dirección General de Tráfico

Campaña de control de drogas y alcohol al volante de la Dirección General de Tráfico / NÚRIA B.BIGNÉ

Sociedad

Es esencial que toda la sociedad adquiera conciencia de la magnitud de este problema. No podemos consentir que una persona que ha consumido drogas se suba a un camión que, si se conduce sin las debidas condiciones de atención y prudencia, se convierte en una potencial arma letal. Y, al parecer, el consumo de cocaína no es infrecuente entre los conductores profesionales dedicados al transporte de mercancías. Estoy seguro de que muchos, posiblemente la gran mayoría, no la han probado nunca y son conductores óptimos. Pero quienes lo hacen se convierten en un peligro grave para la seguridad vial y para la vida de las personas, como demuestra el caso de Sergio, que indudablemente no es un hecho aislado.

¿Qué podemos hacer? Desde luego, la solución no está en el Código Penal. Las sanciones para quienes conducen habiendo consumido drogas son hoy extremadamente leves, y parece razonable subirlas, pero esto no es lo principal. Las penas llegan tarde, cuando el mal ya se ha causado. Lo verdaderamente eficaz es adoptar las medidas necesarias para que no lleguen a producirse accidentes como consecuencia del consumo de drogas. Por ello, el énfasis de nuestra propuesta se sitúa en la prevención. 

Consumo de alcohol

Un primer paso sería incrementar las campañas de sensibilización. Son muchas las que se han realizado en relación con el consumo de alcohol, y, aunque éste sigue provocando numerosos accidentes, casi todos los conductores han interiorizado el famoso lema de «si bebes, no conduzcas». Pero prácticamente no ha habido campañas sobre los efectos en la conducción del consumo de drogas, en particular la cocaína, que serían muy necesarias, dirigidas especialmente a los conductores profesionales. Esta propuesta la pudimos trasladar hace una semana al director general de Tráfico, y fue bien acogida.

Pero, sin duda, lo más importante es evitar que una persona que tenga en el cuerpo alcohol o cocaína pueda conducir un camión. Hoy las empresas de transporte tienen las manos atadas, porque no pueden realizar pruebas para la detección del consumo de alcohol o drogas por sus empleados, ni siquiera cuando tienen sospechas fundadas de que son consumidores. Y esta situación hay que corregirla. Hay que facultar a las empresas a llevar a cabo controles aleatorios. Probablemente esta medida no sea del agrado de las organizaciones sindicales, que defienden los intereses de los trabajadores, pero hemos de tener en cuenta que permitir que conduzca un camión una persona que ha consumido alcohol o cocaína constituye un gravísimo riesgo para la vida de los demás.

Fuerzas y Cuerpos de Seguridad

A los controles que hagan las empresas deben sumarse, asimismo, los practicados en la carretera por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Actualmente se realizan numerosos controles de alcohol y drogas, pero se limitan prácticamente a las noches de los fines de semana, cuando deberían extenderse también a otros días y otros horarios. Y, por cierto, si un conductor da positivo por haber consumido drogas la única consecuencia es la pérdida de los puntos, que puede recuperar en sólo tres meses tras hacer un curso de seguridad vial; para que fuese delito habría que probar que el consumo de drogas influye en la conducción, lo que en la práctica es imposible. En Francia, en cambio -por poner un ejemplo comparativo-, el mero hecho de conducir habiendo consumido sustancias estupefacientes es un delito castigado con dos años de prisión y la privación del permiso de conducir por un mínimo de tres años.

Un motorista de la Guardia Civil dirigiéndose a los conductores

Un motorista de la Guardia Civil dirigiéndose a los conductores / EUROPA PRESS/ARCHIVO

Medidas preventivas

El principal camino para evitar los accidentes mortales no es, desde luego, el incremento de las penas -sino la adopción de medidas preventivas, como las que se han venido señalando-, pero lo que tampoco es razonable es que éstas sean extremadamente leves. No parece lógico que quitar la vida a una persona por conducir con cocaína sea calificado directamente por el Código Penal como un homicidio imprudente, castigado tan sólo con entre uno y cuatro años de cárcel. Se hace precisa una modificación del Código penal que -en función de las circunstancias del caso- abra la puerta a la posible consideración de estos hechos como homicidios dolosos, y que, al menos, establezca penas más altas por una conducta de tanta peligrosidad. Por seguir con la comparación, en Francia la pena para un conductor que causa la muerte de otra persona habiendo consumido cocaína es de siete años de prisión.

Estoy seguro de que estas propuestas nos permitirán avanzar en la mejora de la seguridad vial y la reducción de la siniestralidad. Uno de los riesgos que debe ser objeto de atención, y que quizás no lo ha sido suficientemente hasta ahora, es el consumo de drogas. Es muy fácil evitar que se pongan al volante conductores profesionales de vehículos de transporte de mercancías que hayan consumido estupefacientes. Seguro que haremos lo necesario para lograrlo.