Pederastia en la Iglesia 

Luis Beltrán Gámir

Luis Beltrán Gámir

Empezaré diciendo que soy católico no practicante, y, por tanto, creo en Dios. Ahora bien , que pertenezcas a una religión no significa que todo lo que hagan los jerarcas que dirigen la Iglesia me parezca bien. Desde luego, jamás empatizaré con un sacerdote que abusa de un niño, arruinando su inocencia, creándole traumas y trastornos de personalidad, convirtiéndole en alguien huraño, desconfiado, pesimista e incluso suicida.

Veo sorprendente que no existieran, cuando gobernaba el pequeño dictador, agresiones contra curas pederastas. Si el vecino del 5º izquierda tocase lascivamente a un adolescente, cualquier padre de familia seguro que le pegaba una paliza o algo peor, sin temer al peso de la ley. Sin embargo, si lo hacía un sacerdote, no ocurría nada ¿Es debido a que éramos un país católico por ley, y pensábamos que la iglesia se ocuparía de sus ovejas negras? Había una total impunidad y silencio sepulcral. En el mejor de los casos, buenas palabras y falsas promesas. Y, ojo, según mi humilde opinión, es tan culpable el agresor como el encubridor.

Porque los chavales seguían en el mismo colegio, y al sacerdote abusador simplemente lo destinaban a 400 km. ¿Tanto poder tenía la Iglesia? Y no penséis que era algo que pasaba únicamente en España, ya que en Francia se han descubierto 200.000 casos desde 1950. Recomiendo fervientemente la película de dicha nacionalidad, de François Ozon, "Gracias a Dios". Basada en el caso real de un sacerdote de la diócesis de Lyon, acusado en 2016 de abusar sexualmente de decenas de niños. Imprescindible también la ganadora de los Oscar a mejor película y guión original de 2015, "Spotlight", que narra casos de pederastia en Boston, que la archidiócesis intentó ocultar. Ambas películas tuve la ocasión de verlas en los cines Aana, única sala de la terreta que exhibe cintas no comerciales de calidad.

Me alegra que el papa Francisco, cuya condena ha sido tajante desde el minuto uno de su pontificado, no se esconda. Ha tomado cartas en este lamentable asunto, diciendo que es una vergüenza, y creando una norma que obliga a cooperar con la justicia, prohibiendo el silencio y transformando la estructura del órgano vaticano encargado de perseguir la pederastia. La Iglesia necesitaba aire puro, y el primer Papa que ocupa la sede de San Pedro viniendo de América lo ha traído ¡Bergoglio,que bueno que viniste!

Porque, echando la vista atrás, en los jesuitas de Alicante, donde estudié, comentarios habían de tal o cual sacerdote. Entonces era muy niño, pero, ahora, escandalizado, pienso: ¿Cómo pudo ocurrir todo eso? Es una traición a la confianza de un menor en su mentor, cuya obligación es protegerle y cuidarle. ¿Dónde acuden los pedófilos? Donde hay niños. Por eso los encontrarás en colegios y clubs deportivos.

Creo que la Conferencia episcopal española debería seguir una postura responsable, ya que ni siquiera hay un registro público y oficial de casos, y, al igual que han hecho otros países europeos, sería aconsejable encargar, tal como han pedido algunos colectivos cristianos, a un organismo independiente una investigación, para evitar ser juez y parte (nombre del cuarto álbum de Joaquín Sabina, por cierto). No puede ser que a aquellos niños, víctimas de abusos, se les deje de hacer justicia.

¿Por qué tienen tanto miedo los obispos españoles? Mi modesto criterio es que les interesa ocultar y silenciar el tema porque no quieren indemnizar a las víctimas. La archidiócesis de Madrid es la única en España en tener plena transparencia para que los casos de abusos salgan a la luz, frente a la opacidad del resto de los obispados.

Cualquier católico que se precie debe admitir el pecado y asumir las consecuencias. No se puede ni se debe minusvalorar el problema. Hacer la vista gorda ante estas desviaciones, por llamarlas suavemente, no es admisible. Es obvio que muchos de estos delitos ya han prescrito, y algunos agresores han fallecido, pero no por ello debemos olvidar este pasado tan terrible, porque así evitaremos que estos hechos delictivos, vuelvan a suceder. Yo pondría unas penas suficientemente duras para tener efecto disuasorio.

Maurice Béjart dijo que, si puedes bromear sobre algo muy importante, habrás alcanzado la libertad. Pues, qué queréis que os diga, yo no le veo ninguna gracia a este asunto.