Tiene que llover

En el recodo del camino

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

Un numeroso grupo de amigos ha completado una lista para el 28M, una más, que ha recibido todos los parabienes legales con vistas a comparecer en la cita que nos aguarda. Se diferencia del resto de opositores en que ninguno de sus componentes dará entrevista alguna ni piensan pronunciarse al respecto de los asuntos candentes que azotan al municipio en cuestión y no tienen intención por supuesto de protagonizar ningún acto de campaña. ¿Iluminados? ¿Extraterrestres como otros que no hay más que ver las cosas que dicen a lo largo de estas jornadas? ¿Seres entregados a la meditación? Nada más lejos de la realidad. Se trata de una plebe que de este modo se asegura no ser requerida para formar parte de una mesa electoral y poder así estar ese domingo con la Virgen del Rocío, que es la verdadera fe que les une. Ya quisiera el resto de candidaturas contar con un lazo indeleble de esa dimensión.

Lo genial sería que quienes van a tener que pringar en los colegios y formalizar el recuento se pusieran de acuerdo y previamente sedujeran a cercanos y conocidos para votar en bloque a los rocieros y que, de los diecisiete, tres o cuatro salieran elegidos. Tras el polvo del camino y el salto de la reja les aguarda la fiesta de la democracia en toda su esencia y crudeza. Parece que los estoy viendo: «¿Ah, entonces, tú no vas a renunciar? Pues, yo tampoco». Esos ingeniosos hidalgos que se lo pasaron pipa pergeñando la treta, que le dieron forma hasta completar la apuesta, que la presentaron en el registro todo serios conteniéndose para que no se les escapara el descojone por la comisura y que brindaron con fino el día en que la publicación salió en el boletín oficial de la provincia no podían imaginar que el ardid se les volviese en contra y que, de ser inseparables, anden ahora peleándose por ser portavoces. Eso sí, al menos están entrenados en aguantar carros y carretas.