Recordando a García Lorca en el 125 aniversario de su nacimiento

Juan Giner Pastor

Juan Giner Pastor

En la madrugada del día 18 de agosto de 1936, en Víznar, cerca de Granada, fue fusilado Federico García Lorca. La tierra granadina, aquella tierra en la que Federico había nacido 38 años antes, se teñía con el rojo alarido de la sangre derramada del más universal de nuestros líricos contemporáneos, García Lorca, que se convertía en una de las primeras víctimas ilustres de la mayor desgracia española del siglo XX, la Guerra Civil comenzada del 18 de julio de 1936.

Federico nació el 5 de junio de 1898 en Fuentevaqueros, pueblecito de la vega granadina y durante ocho años aquí comenzaría a impregnarse del color y de la armonía de aquellos paisajes pero también de la auténtica realidad campesina de Andalucía, de la que —a pesar de ser hijo de un rico labrador— siempre estuvo García Lorca preocupado. La gente del campo y de los pueblos andaluces fueron decisivos, pues, para el nacimiento de su alma de poeta y el mundo de la naturaleza con su variedad y misterio, ejerció sobre Federico García Lorca una fascinación constante.

El año 1919 fue una fecha crucial en la biografía de García Lorca. Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada y con un libro publicado en 1918 IMPRESIONES Y PAISAJES, colección de prosas poéticas, recuerdos de un viaje por varias regiones españolas, Federico se traslada a Madrid para continuar estudios de Filosofía y Letras, instalándose en la Residencia de Estudiantes que le abre una panorámica cultural desconocida. Federico García Lorca, con su personalidad arrolladora, encuentra la amistad entrañable de Buñuel, de Dalí, de Manuel de Falla, de Alberti, de Pedro Salinas, de Jorge Guillén, de Gerardo Diego, de Dámaso Alonso, de Manuel Altolaguirre, de Luis Cernuda, de Vicente Aleixandre.

La nostalgia de su tierra se ha transmutado ante el contacto de nuevas posibilidades poéticas conocidas en el ambiente intelectual de la Residencia y así García Lorca comienza a escribir su genial “POEMA DEL CANTE JONDO” publicado en 1931, pero cuyas primeras muestras datan de 1921, encontrando aquí su voz propia, y lo que hasta ahora solo había sido estilización musical y graciosa de lo popular, desaparece para dejar paso a un tono patético que recoge el tremendo dramatismo de la canción andaluza.

La lírica de García Lorca llega a la cima con el “ROMANCERO GITANO”, publicado en 1928. El mundo de misterio y sensualidad de los gitanos cobra aquí una fuerza poética de gran intensidad, en poemas donde el tradicional romance adquiere una síntesis feliz de elementos populares y de imágenes cultas y barrocas metáforas.

Una crisis espiritual obligó a García Lorca en 1929 a buscar otros ambientes, marchando a Nueva York, donde asiste a las clases de la Universidad de Columbia y comienza a trabajar en nuevos poemas que formarán su libro “POETA EN NUEVA YORK”, publicado en Méjico en 1940, después de la muerte de Federico. La poesía de García Lorca ha evolucionado radicalmente, como consecuencia del choque violento que representó para él el encuentro con el mundo mecanicista de Nueva York, en el que reinan la máquina y el dólar. Ante ese mundo deshumanizado, la reacción del poeta es de apasionada protesta, renunciando al verso tradicional y utilizando ahora el verso libre, manifestándose en poesías amargas, exasperadas, caóticas.

A partir de 1930 se le agudiza a García Lorca su pasión por el teatro, género en el que producirá las obras más importantes del teatro poético español del siglo XX: MARIANA PINEDA, LA ZAPATERA PRODIGIOSA, YERMA, BODAS DE SANGRE, DOÑA ROSITA LA SOLTERA, LA CASA DE BERNARDA ALBA. García Lorca recorre España con su teatrito universitario “La Barraca” y en 1933, como director de la compañía de Margarita Xirgú, presencia los continuados éxitos de sus obras en distintos teatros bonaerenses.

También vuelve a obsesionarle la poesía lírica y trabaja febrilmente en nuevos poemas. Unos quedaron en proyecto, en esbozo; otros vieron la luz entre 1935 y 1936, como el “LLANTO POR IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS”, torero escritor y gran amigo suyo cogido por un toro en la plaza de Manzanares, al que le dedica una sentida evocación funeraria con un fondo surrealista. Otra de las últimas obras de Lorca, publicada póstumamente, es el “DIVÁN DEL TAMARIT”, escrita bajo la sugestión de la poesía oriental y cargada de ricas sensualidades, de ansias amorosas.

También es la pasión amorosa en su forma más dramática, quien inspira a Federico los “SONETOS DE AMOR OSCURO”, donde Lorca se nos revela como un admirable sonetista.

Pero no era amor lo que se respiraba en la España de 1936. No tenía el amor allí cabida y García Lorca, inmenso en su arte, no cabía tampoco en una España empequeñecida por el odio y la venganza.

El 18 de julio de 1936 García Lorca, como otros muchos veranos, se encontraba en Granada, ciudad que desde el principio se convirtió en un bastión de las fuerzas sublevadas contra la República, y aunque le aconsejaron pasar a la zona republicana, Federico prefirió refugiarse en casa de su íntimo amigo el poeta Luis Rosales. Dos hermanos de Luis ocupaban puestos destacados en la Falange, y aquella casa era un centro de reuniones íntimamente ligadas a los compromisos del alzamiento. Federico no se escondió ni un solo momento. Quienes visitaban la casa sabían que estaba allí, querido por la familia Rosales y aceptado por los amigos de Luis y allí fue cuando, alrededor de las cinco de la tarde del 16 de agosto lo detuvieron para llevarlo al Gobierno Civil.

No hubo juicio, ni denuncia formal, tampoco hubo fiscales que públicamente lo acusaran. Los hermanos Rosales intentaron ayudarle, pero en la madrugada del 18 de agosto de 1936, al mes del comienzo de la Guerra Civil, en Víznar, cerca de Granada, fue fusilado Federico García Lorca: el hombre moría pero el poeta alcanzaba la Inmortalidad.