En pocas palabras

Evitar el coche

El crucero MSC hace escala en Alicante y los 6000 turistas se encuentran una ciudad patas arriba asediada por las obras.

El crucero MSC hace escala en Alicante y los 6000 turistas se encuentran una ciudad patas arriba asediada por las obras. / David Revenga

Antonio Sempere

Antonio Sempere

La ciudad de Alicante está patas arriba. Si al menos las obras sirviesen para que algunos aprendiesen a vivir sin coche, las daríamos por bien empleadas. Pero me temo que es pedir peras al olmo. En esta ciudad, en la que se puede ir caminando sin problemas por el amplio perímetro del centro, desde la playa del Postiguet hasta la plaza de toros y la estación de tren, y desde Benalúa hasta la Rambla, existe la costumbre de usar el vehículo para lo más nimio.

El transporte público tiene muy mala fama, por lento y poco ágil. Como usuario de todas las líneas, constato que los azules van atestados (el 23 y el 24 sobrecargados) que el 1 y el 5 se demoran mucho, y que el 3 continúa siendo el más fluido. Pero no es normal que si deseo ir desde Renfe a la Explanada llegue antes andando que tomando el bus.

Tampoco hay que echar toda la culpa al transporte público. Es el exceso de tráfico el que impide a los autobuses circular con fluidez, ni siquiera cuando tienen un carril propio.

Ahora que el centro de Alicante está cortado por obras sería una buena ocasión para usar los vehículos lo imprescindible y redescubrir nuestra faceta de peatones. La practico por numerosas calles secundarias y se nota el alivio.

No creo la promesa de que a fin de año esté acabado por completo el eje Gadea-Marvá, que es la zona cero de la actuación. El supuesto retraso sería una oportunidad para aclimatarnos a una ciudad menos motorizada, con menos humos y más humana. Una ciudad del siglo XXI, más peatonal, con el transporte público mejorado. Intentémoslo. Merece la pena.