TEATRO CRÍTICA

Un gran hombre

Amado

Amado

Marc Llorente

Marc Llorente

Nunca faltan las convulsiones, pero la primera mitad del XX entiende mucho de eso como ustedes saben. La libertad mancillada, las violentas pesadillas, la lucha por los ideales o los sueños rotos en un teatro social a partir de hechos reales. Porque basa la dramaturgia en documentos y posee corte político. Inmigrantes y apátridas. La escenificación no tiene una concepción clásica y cerrada de la obra dramática, e invita a la reflexión. Parlamentos, alusiones y valores humanos recogidos en la creación de la compañía valenciana Caterva Teatre, cuyos actores, Fernando Soler y Jaume Ibáñez, directores a su vez de «Amado», nos cuentan la historia de Amado Granell, nacido en Burriana en 1898. Este militar formó parte del bando republicano e intervino en la guerra civil. En el norte de África se enroló en la Legión Extranjera Francesa y combatió a la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Los correctos intérpretes guían al público por esta sucesión de avatares históricos con apuntes algo estrechos y descafeinados, y no parece que, en consecuencia, lleguen a los espectadores de modo más intenso, con cierta holgura, como sería deseable. Unos cuantos objetos, encima de varios soportes, constituyen la colección de toda una vida. La de Amado. El hundimiento de la República, ante el empuje del ejército rebelde y franquista, incitó a que el 28 de marzo de 1939, Granell, a las once de la noche y junto a unas casi 2700 personas entre civiles y combatientes, embarcara en el puerto de Alicante a bordo del buque mercante británico Stanbrook, que le trasladó a Orán, en la Argelia francesa. Los últimos exiliados fueron a parar a campos de refugiados. Otros miles confiaban en la llegada de otro barco. Pero no llegó. Posteriormente, Granell encabezó la primera unidad militar aliada que entró en París después de la ocupación alemana en 1940. Estos y otros esbozos conocidos circularon serenamente en el Arniches.