Ábrete, Sésamo

Una marcha contra la violencia de género en Orihuela.

Una marcha contra la violencia de género en Orihuela. / Tony Sevilla

Arancha Luque Peinado

Arancha Luque Peinado

Un año más, los machistas asesinan, lesionan y causan daños a miles de mujeres.

Un año más, algunas administraciones reiteran su compromiso de acabar de una vez por todas con las violencias contra las mujeres en todas sus manifestaciones.

Un año más, ¡aquí estamos!, seguimos sin significar políticamente a las víctimas, despolitizando e invisibilizando la responsabilidad del estamento político, judicial, socioeconómico, policial, sanitario, mediático.

La responsabilidad de la violencia no es meramente individual, es colectiva. La ideología patriarcal, cuyo pilar es la desigualdad entre hombres y mujeres, sostiene el régimen sexista en el que vivimos, de él emana el germen de violencias cotidianas que nos hiere a todas, es la amalgama necesaria para alimentar la apología del odio que ocasiona crímenes sexuales y violencias poliédrica a las mujeres por el hecho de serlo.

Del terrorismo machista sabemos que siempre hay una mujer o sus criaturas, víctimas que sufren el daño, un hombre agresor, y cómplices por omisión, con motivación misógina, que lo provoca con acciones visibles o invisibles.

Sin duda, las leyes y normas de igualdad, son absolutamente necesarias y permiten avances en la igualdad formal, sin embargo solo es el comienzo del camino, no conlleva de forma sincrónica, la supresión de nuestra estructura social patriarcal, en la que los privilegios de los hombres restan derechos fundamentales a las mujeres.

Nuestras ejecuciones son normalizadas, entendidas como sucesos trágicos, circunstanciales que simplemente acontecen, son narrados descriptivamente, atraviéndose miserablemente incluso a llamarlas violencia intrafamiliar. Quienes legitiman y trabajan activamente para hacer desaparecer las instituciones específicas de igualdad, quienes disminuyen presupuestos públicos para políticas feministas ejercen violencia institucional contra nosotras, nos hieren a todas.

Una y otra vez, los movimientos de mujeres feministas en defensa de nuestros derechos son ridiculizados, silenciados, ¡misoginia en vena!.

Y a pesar de todo, ¡aquí estamos!. Gracias a la conciencia feminista hemos alcanzado independencia intelectual y política, cuestionamos el saber legitimado y su presunta neutralidad en la que hombre es origen y destino, medida única en todas las disciplinas.

Gracias a las resistencia feminista las mujeres tomamos palabra, en espacios privados y públicos, no hay Telémaco que calle a Penélope. Despreciamos al misógino del: “me gusta cuando callas porque estás como ausente” y al misógino del: “calladita estás más guapa”.

Gritamos ¡ábrete Sésamo! Y tomaremos de la cueva de los ladrones nuestra integridad innata, nuestra digna libertad, nuestras vidas nobles de mujeres individuales y colectivas porque nos pertenecen en toda su grandeza.

Las feministas construimos ginología de la unión, ¡si tocan a una, respondemos todas!, y no vamos a olvidar jamás a las mujeres asesinadas, son nuestro polvo de estrellas, las vamos a recordar y respetar siempre. Con hilos dorados estamos conectadas a ellas, guían nuestro activismo político. Son nuestra herida inmune al paso del tiempo.

Un año más ¡Vivas, libres nos queremos!.