En pocas palabras

¿Y la curiosidad?

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Que a estas alturas el público globalizado ve lo mismo en todas partes es algo sabido y tristemente aceptado. Lo inaceptable es lo que sucede en Alicante, una urbe enorme, la décima de España, por delante ya de Bilbao, en la que el primer domingo de diciembre sin ir más lejos, el Teatro Principal vendió muy poco papel con motivo de la representación de Todas las hijas, donde cinco actrices vascas defendieron un texto muy comprometido de Andrés Lima. Al carecer de rostros televisivos, el reparto no tuvo efecto llamada. A la misma hora, una de las 16 copias que se distribuyeron en nuestro país de Una noche con Adela, opera prima de Hugo Ruiz, no encontró a un solo espectador que acudiese a verla, siquiera por curiosidad, a los cines Odeón, donde se proyectaba. Aunque la estela de restos de palomitas en el suelo de las salas y los pasillos daba idea de los centenares de personas que pasaron por el complejo esa tarde, entre juegos del hambre, napoleones y otros reclamos. La película protagonizada por Laura Galán (Cerdita), un auténtico puñetazo rodado en plano secuencia de cien minutos, pasó desapercibida en la provincia.

No quiero imaginar lo que podría ocurrir si Alicante exhibiese la programación de los festivales de cine de autor de Logroño o Cartagena. Títulos todos ellos inéditos en la ciudad. Mucho me temo que bastantes pases podrían quedar vírgenes, así como las exigentes actividades paralelas y coloquios. Es el fruto de lo que hemos sembrado. En cuanto los programadores se salen de los socorridos sota, caballo y rey, salen a flote las carencias de unos espectadores acríticos, poco acostumbrados a salirse de los márgenes convencionales.