Opinión

Mónica: ¿Y ahora qué?

Mónica Oltra

Mónica Oltra / Información

La Justicia, como los grandes conceptos, es innegociable, otra cosa es cómo la aplican sus vicarios en la tierra y sobre eso tengo más dudas. Evidentemente cualquiera se puede equivocar, pero hay casos en que un supuesto error judicial o un empecinamiento absurdo ha acabado con la carrera de una persona. Juguetes rotos por alguna investigación que luego se ha demostrado que tenía más de inquisidora, a ver si se pillaba algo, que base real y pruebas concluyentes. Da igual, a esas alturas el daño está hecho y alguien que estorbaba queda fuera por siempre y para siempre. Objetivo cumplido.

No es de extrañar que en situaciones semejantes algunos interfectos digan que dimita Rita (no Barberá, aunque la pobre estuvo también en un trance similar). ¿Quién le compensa a Mónica Oltra y a sus compañeros de Compromís los dos años que ha pasado envuelta en sospechas? ¿Cómo se le devuelve el cargo perdido, las insidias recibidas, la dignidad cuestionada, el futuro político muerto para siempre? Sencillo: de ninguna manera. El pasado, pasado está y si te he visto, no me acuerdo.

Como el caso de Mónica he conocido muchos, de derechas y de izquierdas, con sospechas evidentes y menos claras, pillados con la pistola humeante en la mano, pero con pocas o ninguna prueba condenatoria. Al final, da igual. La administración de justicia es tan lenta y morosa que los criminales se aprovechan, para que los plazos hayan vencido y salgan de rositas, y los inocentes quedan envueltos en una telaraña que les marca para siempre.

Para ser justos, el procedimiento es injusto de narices. No hay forma de poner una línea roja que separe lo que es la investigación de un delito de la persecución judicial. Muchos son triturados en estas ruedas de molino de la justicia y otros tantos se libran, pero hay veces que es muy evidente lo que va a suceder. Y no me negarán que hay administradores de justicia que ponen más celo en unos casos que en otros. Aunque también puede ser casualidad…

Utilizar plazos y resquicios en favor de sus clientes es el abecé de cualquier abogado e intentar que la ley se cumpla debería ser la máxima de cualquier juez. El partido está desequilibrado porque juegan en divisiones diferentes: abogados bien pagados que dedican a sus clientes todos sus conocimientos y disposición, contra jueces y fiscales con miles de casos y sueldos públicos que no son ninguna maravilla. Ya sabemos qué suele pasar cuando el abogado es bueno y el juez anda desbordado.

En esencia es tan deplorable lo de Mónica Oltra como fue lo de Rita Barberá, con la diferencia de que a esta última no se la juzgó porque la muerte absuelve de todos los delitos. A estas alturas de la película me conformo con pensar que Rita fue una gran alcaldesa de su pueblo y el resto me trae al pairo. Pero que, con razón o sin ella, le amargaron el final de su vida, es un hecho. También es verdad que su carrera estaba al final del final.

El caso de Mónica Oltra es peor: una política que te puede o no gustar, pero combativa, azote de corruptos y contrapeso de Puig en el Consell. Demasiado. Caza mayor. Denuncia de la extrema derecha sobre un caso de su ex marido, investigación judicial interminable, presión inaguantable de políticos y medios y dimisión al borde del abismo tras la imputación, nada menos que de ella y quince miembros de su equipo. Total para que el juez dictamine ahora, dos años después, que no hay causa.

Ayuso llegó a decir de ella que era una mujer que amparaba que su marido hubiera prostituido a una menor. No estaría mal que a la baronesa se le aplicase la misma vara de medir con su noviete, pero me juego un cocido en L’hardy a que ningún juez verá motivos para imputarla ni su partido le enseñará la puerta de salida. Es curioso cómo la ley del embudo son las tablas de la ley en algunos ámbitos políticos y mediáticos. Y cómo dimitir es un nombre ruso para la derecha.

Total, que estamos en lo mismo. Unos tienen la fama y otros cardan la lana. A por ellos, oeeeé. No pasará nada, de hecho cuentan que teleayuso, que inició telediarios exigiendo poco menos que pena de muerte civil para Oltra durante un año y pico, no ha dado ni una notita de la sentencia que desestima la imputación. Son las cosas de la vida, son las cosas del querer, no tienen fin ni principio, ni «tien» cómo ni porqué.

Me fastidia mucho ser malpensado, sobre todo por no hacer ni puñetero caso al lema de la corona británica: «Honi soit qui mal y pense», pero no tengo más remedio. ¿Casualidades, causalidades, serendipias… o algo tan sencillo como vamos a por ti y dispararemos con todo? Hacen falta cómplices necesarios en este camino, pero ya sabemos que hay muchos intereses en juego y que ni los guardianes de la ley viven en torres de marfil. Lo de siempre: ¿a quién beneficia el crimen?