Opinión

La nostalgia del terror

Imagen del atentado cometido en Hipercor.

Imagen del atentado cometido en Hipercor. / EFE

Lo de ETA fue terrorismo. Una etapa negra en la historia de Euskadi. Todo un pueblo, presa del miedo, sin libertad, incapacitado para desarrollar una conducta política sin arrostrar un riesgo vital. Una democracia castrada. Y evolucionó hacia algo peor que sumaba a una cada vez más lejana aspiración independentista, una trama recaudatoria y extorsionadora que aproximaba, en los tiempos de su descomposición, el silencio social a la “omertá” mafiosa. No hay duda. Fue terrorismo. 

No se entiende el trabalenguas discursivo del candidato de Bildu, Otxandiano, cuando el periodista de la SER le preguntó si ETA fue un grupo terrorista. ¿De veras, pensaba que en plena campaña no le harían semejante pregunta? ¿De veras, no tenía preparada una respuesta?.

Afirmado esto con toda rotundidad, hay que recordar la obviedad de que ETA ya no existe. Desde hace más de doce años. Y hay que recordar, sin que nadie se escandalice, que a ello contribuyó la maduración del movimiento abertzale que, finalmente, optó por aceptar el llamamiento de la democracia a cambiar las armas por la política. Y no fue fácil ni rápido convencer a los terroristas, desde dentro del propio movimiento que les daba soporte social y político, de la necesidad de abandonar los tiros en la nuca.

La sociedad vasca recuperó la libertad y el sosiego de no tener que mirar bajo del coche. Hasta tal punto que hoy conforma, probablemente, el territorio donde el sistema político se produce con más racionalidad constituyendo un remanso reconfortante si se compara con el desempeño incendiario e irrespirable de la política en España. ¿Por qué, entonces, hay tanto interés en sacar a pasear continuamente a ETA por parte de la derecha?.

Contrasta la santa indignación con que la derecha se rasga las vestiduras, estampando el “que te vote Chapote” en la cara de la izquierda en elecciones generales, con su silencio sobre el tema en la campaña electoral vasca. Ni siquiera, la propia Ayuso saca el tema a pasear. ¿Por qué?. Se trata, obviamente, de una impostura. Los tiros de ETA daban votos. En Madrid, en Teruel, en Cuenca, Badajoz, Jaén… hasta el asesor áulico del PP lo formuló el 11 M: “si ha sido ETA ganamos las elecciones, si han sido los islamistas las perdemos”. Necesita mantener vivo el trampantojo del terrorismo. Y a alguien a quien referirlo. Y relacionar a ese alguien con el PSOE arguyendo pactos inconfesables con ellos, por más que para eso tenga que hacer auténticas piruetas de contorsionismo argumental.

Y esa actitud es profundamente irresponsable. Atenta contra la consolidación de uno de los mayores logros de la democracia española: la derrota del terrorismo y la reconversión democrática de la base política y social que lo sustentaba, la izquierda abertzale hoy aglutinada en torno a Bildu.  

La derecha se desgañita en una ostentórea competición por encontrar el más altisonante maltrato verbal a Bildu. Feijoo llega a la hipérbole ridícula de citar a Sánchez en el notario para levantar acta de que no llegará a acuerdo alguno con los herederos de ETA. Extrañamente, no se le ocurre citarse a sí mismo y en la misma notaría para no pactar con la herencia del franquismo que, cada vez con menos rubor, se va desvelando VOX. ¿Alguien le ha preguntado a VOX si condena el franquismo y sus muertes? Porque fueron infinitamente más. 

Hoy PP y VOX presentan leyes de concordia, con una clara intención revisionista y exculpatoria de las atrocidades de la dictadura, en nombre de la reconciliación. Curiosamente, niega la reconciliación con la izquierda abertzale por no condenar explícitamente el terrorismo quien exige mediante ley no condenar explícitamente el franquismo. La derecha practica el revisionismo del pasado escondiendo la dictadura y el revisionismo del presente creando la ficción de la persistencia de ETA. Extraña estrategia que corre el riesgo inducir a la nostalgia del terror.

A menudo, se argumenta que no se pueden comparar Bildu y Vox. Y no falta razón en ello. Bildu ha diseñado un camino que va desde la dictadura del terror a la democracia. Y por ahí anda. Vox ha diseñado un camino que va desde la democracia a la complacencia con la dictadura. Y por ahí anda. El problema es hasta dónde está dispuesto a acompañarle el PP en ese viaje.