Los jueces deciden acudir a este servicio cuando observan que una pareja en proceso de separación tiene problemas para cumplir el régimen de visitas o lo rechaza el propio menor.

Además, es habitual hacer uso del recurso en los casos de violencia de género, cuando existen riesgos si la pareja se encuentra pero el juez determina que ambos progenitores tienen derecho a pasar tiempo con sus hijos y quieren hacerlo.

El equipo del PEF de Las Rozas (Madrid), formado por psicólogos, trabajadores y educadores sociales, asegura que en estos centros existen varias modalidades de encuentro en función del grado de conflicto que exista entre los progenitores.

En ellos se gestiona la recogida y entrega del menor al otro progenitor y se organizan visitas supervisadas para que el padre que no dispone de la custodia pueda pasar tiempo con el niño.

También se programan encuentros sin que sea necesaria la supervisión directa del equipo técnico del centro, según explica a Efe la psicóloga de este punto de encuentro, Patricia de Teresa.

"Cuando los padres reciben la noticia de que tienen que ir a un punto de encuentro se desconciertan, pero luego no tienen más remedio que aceptarlo porque lo ha ordenado el juez", dice.

Los niños no suelen rechazar el centro, lleno de juegos y entretenimientos para ellos, y asimilan bien la situación, "porque lo único que quieren es estar con sus padres a no ser que hayan presenciado un caso de maltrato", apunta la psicóloga

"En estos casos el encuentro con los padres puede complicarse", señala otra de las profesionales del centro, la trabajadora social Cristina González.

Los niños tienen mucho sentimiento de lealtad hacia sus progenitores y cuando "se lo pasan bien" con el que no conviven habitualmente "se sienten culpables", agrega.

Todas las profesionales de Las Rozas coinciden en señalar que en un proceso de separación las disputas han de resolverse en otros ámbitos como en el juzgado, pero nunca delante de los niños.

Además, "es muy importante que los hijos tengan presentes ambas figuras familiares y que las parejas aprendan a encontrarse sin conflictos fuera de las paredes del centro", indica la educadora social Natalia Pascual.

Por eso, el punto de encuentro familiar está planteado de manera temporal.

"El tiempo que están en el centro suele coincidir con sus disputas judiciales, luego las cosas se calman y son capaces de organizar por ellos mismos las visitas", afirma la psicóloga.

El equipo del centro elogia la consolidación de este recurso social y ha recordado que anteriormente, este tipo de intercambios se realizaban en un cuartel de la Guardia Civil y los niños se encontraban con sus padres en un entorno frío lleno de extraños que llevaban pistolas y uniformes.