La primera villa del libro en España

El pueblo de 200 habitantes con más librerías que bares que resiste en tiempos de Amazon

La preciosa Urueña, situada en una colina a 55 kilómetros de Valladolid y abrazada por una muralla del siglo XII, recibe cada año más de 45.000 turistas

Tiene cinco bares y nueve librerías pese a tener 203 habitantes. Cuando abrió la primera en 1993 Miguel Delibes dijo que era "una locura"

Un turista disfruta de las vistas desde la Puerta del roto de Urueña.

Un turista disfruta de las vistas desde la Puerta del roto de Urueña. / EPE

Roberto Bécares

Que por la estrecha Puerta del Roto de la muralla que abraza la colina donde se yergue Urueña (Valladolid) se divisen los enormes campos de castilla, con su cereal y sus girasoles en campos de cuadrículas irregulares, como una suerte de puzle, y se intuyan el Teleno y Fuentes Carrionas al fondo los días que no hay bruma, es casi una metáfora del propio pueblo, una ventana hacia el mundo. Urueña tiene 203 habitantes según el INE, pero en invierno “seremos unos cien”, cuenta el alcalde, Francisco Rodríguez, Paco, mientras explica que justo donde estamos el Ayuntamiento y la Junta de Castilla y León van a desarrollar una ambiciosa obra para levantar un mirador para la cantidad de gente que viene a ver “las espectaculares puestas de sol”. 

“Yo siempre que subo hacia el norte por la A-6 paro a comer y la verdad es que el pueblo tiene mucho encanto”, dice David mientras cruza la puerta de la muralla y estira los brazos como si estuviera despertando. Miembro de los Pueblos más bonitos de España y elogiado en su día por el periódico The Times, Urueña, a 55 kilómetros de Valladolid, tiene cinco bares y restaurantes, cuatro museos y nueve librerías [la ventana al mundo]. Más librerías que bares en un país donde se prodiga más lo segundo. 

Jesús Martínez abrió la primera librería de Urueña, Alcaraván, hace 30 años.

Jesús Martínez abrió la primera librería de Urueña, Alcaraván, hace 30 años. / EPE

Miguel Delibes

Cuando allá por 1993 Jesús Martínez, librero de Madrid amante de la ornitología que solía ir los fines de semana a las Lagunas de Villafáfila a la observación de aves, montó su librería, la primera del pueblo, hasta Miguel Delibes, que paraba por el pueblo de vez en cuando -uno de sus hijos llegó a vivir aquí una temporada-, le decía “tú estás loco, montar una librería en el pueblo...”. Aquel año, un día de mucha niebla, le dio por recorrer la zona en coche y apareció con su Renault 4 y una boina en aquella villa completamente amurallada en el siglo XII gracias al empeño de la infanta Doña Sancha.

Vista aérea de Urueña, en Valladolid, rodeada de una muralla.

Vista aérea de Urueña, en Valladolid, rodeada de una muralla. / EPE

El pueblo tenía dos entradas, la del Azogue y la de la Villa, y “ya había algo de turismo”, cuenta Jesús en su librería, Alcaraván, un templo de libros sobre Castilla y León -tiene una gran colección de Delibes, precisamente- y sobre pájaros, claro. Por aquel entonces el museo etnográfico de Joaquín Diaz -que actualmente alberga una colección de fonógrafos y gramófonos y de campanas, entre otros tesoros-, ya atraía visitantes, además del recinto histórico intramuros, con la iglesia renacentista Nuestra Señora del Azogue, y la preciosa ermita de la ladera, la de Nuestra Señora de la Anunciada, del siglo XI, la única muestra bien conservada “del románico lombardo fuera del Pirineo”, señala Carmen Navarro, responsable de la Oficina de Turismo, frente a la que se apilan bajo los árboles decenas de mochilas de boyscouts que están pasando unos días en la localidad. 

Dice Carmen que, tras el bajón de la pandemia, el turismo ha vuelto con ganas. “Estamos a tope, siempre tenemos gente”, explica para cifrar en entre 45.000 y 60.000 las personas que acuden cada año a Urueña, principalmente en primavera y otoño, los meses álgidos. Desde que en 2007 la Junta eligiera esta localidad a más de 800 metros de altura en medio de la estepa castellana para crear la primera Villa del Libro de España, no ha cerrado ninguna, aunque sí ha habido traspasos. 

Muralla

Lourdes ha sido la última en llegar. Cogió una amplia y preciosa librería de usado pegada a la muralla que presume de albergar máquinas de escribir de diferentes épocas, y que tienen escritos sobre el papel párrafos de los autores que las usaron: Emilia Pardo Bazán, Juan Rulfo... “Me gusta el libro y el pueblo. Empecé hace dos años, para probar, y la verdad es que bien. Estoy muy contenta de estar aquí. Muy a gusto. Justo coincidió que empecé un año que me dijo Jesús que nunca había habido un verano tan bueno, pero la verdad es que sí se vende”, cuenta sin que se le desdibuje la sonrisa. “Espero acabar aquí mi legislatura”, bromea ante el alcalde, que hace de Buendía en este recorrido por las estrechas calles de este Macondo pucelano por las que corre un fuerte viento -algo habitual- y hay dos tipos de vecinos muy bien diferenciados: gente mayor de toda la vida que se dedicaba a la agricultura, principalmente, y los del sector servicios, a raíz del turismo que fue creciendo año a año [hay un hotel rural y tres casas rurales].

Vista de parte de la colección de campanas del museo Joaquín Díaz de Urueña.

Vista de parte de la colección de campanas del museo Joaquín Díaz de Urueña. / EPC

Museo de música tradicional

Porque antes de ser villa del libro Urueña ya era epicentro cultural. Tras la librería de Jesús llegó el Museo de música tradicional Luis Delgado -acumula más de 500 instrumentos-, se abrió un estudio de diseño, otro de grabación y hasta un taller de encuadernación. La Villa del Libro vino a dar el empujón definitivo para que la localidad fuera la capital cultural de la región y casi de toda la comunidad. Estuvo astuto entonces el Consistorio “comprando los solares que había abandonados para ofrecerlos a la Diputación”, recuerda el alcalde. “Cuando se eligió Urueña apostaron sobre seguro, era un pueblo amurallado estupendo, con una ermita única. La Diputación vio el potencial que había para convertir esto en algo cien veces mayor”, revela Carmen, que en la oficina de turismo tiene todo tipo de folletos, entre ellos los de los campos de lavanda de la cercana Tiedra, un elemento más para atraer turismo.  

Lourdes, librera, lleva dos años en Urueña, y asegura que el negocio va bien.

Lourdes, librera, lleva dos años en Urueña, y asegura que el negocio va bien. / EPE

Fue un lento crecimiento en el que hubo muchas figuras clave, entre ellas la de Jesús, “el librero mayor del reino”, como lo llama Paco, que supo ver que el pueblo, “pese a estar a 210 kilómetros de Madrid”, podía tener potencial y que montó su librería en un primer momento poco después de entrar por la Puerta de la Villa. “Había que buscar un sitio donde nos viesen, así que en la misma calle Real alquilamos una casa y ahí estuve diez años”, rememora Jesús, que a lo largo de estos 30 años ha conseguido “tener clientela fija”, y el negocio se mantiene sin participar casi en ferias ni vender online, como si hacen otras librerías del pueblo. 

“A los demás le viene muy bien, sobre todo a los de libro viejo, de segunda mano, es el complemento. Yo con todo el trabajo que daba, en 2008, con la crisis, decidí no seguir”, relata mientras una gata zigzaguea entre las mesas de una librería de autor, con personalidad, que más parece un museo de literatura. Lo que sí hace Jesús es promocionar productos típicos de la zona, vendiendo vino, garbanzos, chorizo, miel o vermú hecho en Valladolid. 

Iluminación

La nueva iluminación que estrenará la localidad en su muralla y alguna calle central en los próximos meses va a dar “mucha vida” al pueblo, barrunta Paco, que vio con pena como unos actos vandálicos acabaron con el cableado y los focos hace unos años. “A ver si con suerte en tres meses lo tenemos, es un proyecto complejo. Lo vamos a pagar la Junta y nosotros, la Diputación a ver si entra”, explica el alcalde de un pueblo cuyos vecinos mantienen un orgullo especial por lo logrado, y así se tomaron que el Mesón Villa de Urueña, en la plaza del pueblo, por donde se dejan caer los turistas, entre ellos unos universitarios que han parado su viaje aquí para comprar libros de su carrera, haya ganado un solete Repsol. 

Imagen aérea de la bella ermita de Nuestra Señora de la Anunciada.

Imagen aérea de la bella ermita de Nuestra Señora de la Anunciada. / Ayuntamiento de Urueña

“Ricas tapas y surtido menú del día con mucho para elegir, con mesas en el exterior para quien le apetezca. Todo lleva incluido el marchamo de la buena cocina casera, con verdadera tradición y productos de cercanía”, dice la guía Repsol sobre el local, cuya especialidad es la carrillera de ternera con setas. “Después de 30 años obtener este reconocimiento es un impulso muy grande, y cómo se ha alegrado todo el pueblo...”, explica emocionado Luis Antonio Vallecillo, que regenta el establecimiento con su mujer, Olga Fernández, la cocinera del restaurante, donde tienen un postre de rechupete que traen desde la Pastelería Galicia de Tordesillas: un hojaldre de avellana y mazapán con forma de -no podía ser de otra manera- libro.