Suenan las diez de la noche y un ejército de vestas desafía al cielo. La amenaza de lluvia que el año pasado se tornó en desilusión a las puertas del Museo de la Semana Santa no doblega este año ni a La Samaritana ni al Prendimiento y un Lunes Santo en todo su esplendor recorre a paso firme las calles de Orihuela. Al paso firme de los paracaidistas de Jabalí Nuevo, de Alcantarilla, que siempre impresionan con el ruido de sus botas al caer pesadas sobre el asfalto, con la seriedad y la concentración militar de sus rostros. Y al paso firme de los cientos de nazarenos, primero los vestidos de blanco y amarillo, después los de verde, seguidos de los de color carmín y plata. Un disfrute para los sentidos, empezando por la vista con el río de túnicas pero siguiendo por el oído con las marchas procesionales, las cornetas, los tambores –cómo no, al inicio, la Convocatoria–, pasando por el olfato del incienso y flores frescas que acompañan a los pasos y por el tacto de manos amigas de nazarenos que a estas alturas de los capítulos bíblicos aún pueden permitirse escenificar un ambiente festivo y entregar los caramelos que llevan a los presentes, una vez desenvueltos, al sentido del gusto, que se complacerá estos días con la miel y la almendra del guirlache, con los acaramelados, los pasteles de gloria.

El Lunes Santo del año pasado no pudo ser, pero en esta ocasión se desquitaron cientos de personas. El día de la semana en el que el público puede contemplar más imágenes se estrenó con La Samaritana, cuyas tallas se restauraron hace tan solo dos años. La Conversión de María Magdalena, el Trono Insignia... Todo alternado con bandas de música, con las notas de las cornetas y tambores del batallón de Instrucción paracaidista, con la Unión Lírica Orcelitana, con las partituras interpretadas por el Centro Musical Benferri y destacando como seña de identidad «Mektub», de Mariano San Miguel.

Apenas treinta minutos después salían, precedidas por los clarines, otros tantos cientos de almas la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de El Prendimiento. El portaguión José Manuel Pardínez Andreu y su homólogo infantil José Francisco Cuartero García, luciendo orgullosos el honor de marcar el paso a los de atrás. Bandas de música de nuevo alternadas con tallas de indiscutible atractivo. El Tercio de la Oración en el Huerto y el de la Negación de San Pedro que este año, por primera vez, salía sobre un trono completamente acabado tras 13 años de trabajo en el taller del escultor Vicente Gimeno. Era la novedad, porque el año pasado se pudo contemplar pero sin su parte trasera, probablemente la más impresionante porque representa las nubes, el Espíritu Santo, la Virgen, los ángeles con las trompetas, los pecados capitales... Cerrando por supuesto el paso titular, Nuestro Padre Jesús en el Paso del Prendimiento, fielmente escoltado por Los Armaos, la Centuria Romana de Nuestro Padre Jesús que clausuró el desfile con su colorido.

Los más pequeños –sentados durante horas en las sillas instaladas a lo largo de todo el recorrido y agotadas desde hace días, en los portales y las aceras asegurándose de que sus bolsas de plástico quedasen bien abiertas para que caigan dentro los dulces– se frotan los ojos y bostezan cuando acaba el Lunes Santo. Pero solo se van a dormir con la promesa de que hoy es Martes Santo. Y Orihuela saca de nuevo sus argumentos a la calle.