Los auroros honran a los difuntos con su canto ancestral en los cementerios de la Vega Baja
Los auroros de "La Cruz" del Raiguero de Bonanza recuperan tras dos años de pandemia la tradición con un recorrido por el camposanto de Orihuela/ Las piezas musicales asociadas a la liturgia católica tienen influencias mozárabes y bizantinas
Es costumbre que en los pueblos de la Vega Baja el Día de Todos los Santos llegue con cantos en los cementerios. Así es como desde hace siglos la gente honra a sus difuntos en esta tierra generosa y difícil, y así es como lo continúan haciendo los herederos de este deber ancestral. Como los Auroros de “La Cruz”, de Raiguero de Bonanza, que ayer volvieron a escucharse en el camposanto de Orihuela, tras dos años de tiempo de pandemia, interpretando el repertorio que establece la tradición.
Un particular itinerario coral para rogar por el alma de los muertos y reconfortar el espíritu de los vivos que, desde 1995 y después de casi 40 años de interrupción, vienen realizando durante la mañana con inicio en la capilla y final en el panteón de los canónigos de la catedral, prerrogativa del cementerio eclesiástico.
Cantos del alma
Son los cantos del alma de estos pueblos. Melodías ancestrales de gente de huerta que le cantaba a la Aurora, la misma que iniciaba cada día su jornada laboral, transformada en el culto mariano de la Virgen del Rosario. Cantos de hombres que en los letargos del otoño cada domingo de octubre se acompañaban por el sonido hipnótico de una campana cantando por las esquinas. Pueden ser las cinco, o las cinco y media, pero siempre antes del alba se convocan para el canto de la Despierta y el Rosario por la calle. Porque los de los Auroros son cantos de calle, los llamados “cantos de esquina”, que conjuran a las sombras en las madrugadas rompiendo la oscuridad a fuerza de entornar estas salves de fe antigua que fueron pasando de generación en generación escritas solo en las memorias y en las voces.
Es así como se fue acumulando un amplio catálogo de piezas musicales asociadas a los ciclos litúrgicos del culto católico, que algunos especialistas relacionan con influencias bizantinas y mozárabes. Piezas de voz y campana para el de Difuntos, que se extiende desde Todos los Santos hasta la Purísima Concepción. Pero que también se enriquece con bandurrias, laúdes, guitarras e incluso con el violín llegando al ciclo de Navidad, porque los cantos de “aguilando” tienen que ser alegres para animar a vecinos y fieles a participar con donativos en recaudaciones solidarias y festivas. O acompaña desde la Cuaresma al ciclo de Pasión que termina con el Domingo de Resurrección.
Recuperación patrimonial
Solo tras el intenso movimiento de recuperación patrimonial que se inició en los años 90 del pasado siglo comenzaron a abrirse estas formaciones musicales enraizadas en lo más profundo de las riberas del Segura a las voces blancas de la mujer, que se fue incorporando a ellas contribuyendo a mantener viva esta tradición secular. Una tradición que en cada pueblo no solo deja alimento para las almas, también para los cuerpos que en este tiempo gustan de gachas con arrope, buñuelos y tortas de calabaza o bizcochos que se acompañan de mistela o chocolate.
Hermandades
Bajo la forma de hermandades o cofradías, estas agrupaciones musicales de carácter eminentemente popular surgieron con los cultos devocionales que se fueron extendiendo desde el siglo XVI en torno a la Virgen del Rosario por la comarca. José Tomás Serna relaciona las rogativas que en apoyo de la Corona Española en la Batalla de Lepanto (1571) promoviera el Papa Pío V y la divulgación del rezo del Santo Rosario fomentada por el convento de Santo Domingo de Orihuela, con la formación de muchas de ellas y algunas conservan el acta de fundación sellada en el convento.
Aunque fue sobre todo a partir del siglo XVIII cuando se produjo una eclosión de estos grupos en la comarca donde incluso se encuentran formaciones de origen anterior como los Hermanos de la Cofradía del Rosario de callosa (1689), o de la Ilustre Cofradía del Santo Rosario de Catral (1691). Hoy se pueden encontrar alrededor de 20 agrupaciones de Auroros en poblaciones de toda la Vega Baja manteniendo un rico patrimonio inmaterial que forman parte de la herencia cultural de sus gentes.
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