Una auténtica pesadilla para ella y para su familia. La Policía Nacional liberó en julio de 2009 a una joven de 19 años que fue secuestrada cuando se disponía a coger su coche a la salida de su instituto y retenida en un zulo de unos cuatro metros cuadrados excavado en la ladera de un monte junto al polígono de Las Atalayas de Alicante durante cuatro días.

Los raptores, dos hermanos con formación militar aunque ambos estaban fuera del Ejército, solicitaron a su padrastro -el entonces responsable de SEUR en la provincia- que les entregara 300.000 euros en billetes de 50 como condición para ponerla en libertad. Le amenazaron para que no avisara a la Policía, pero lo hizo y los agentes lograron apresar a ambos durante la madrugada del jueves 16 de julio y liberar a la chica en buen estado. Uno de ellos fue trabajador de Seur, de donde había sido despedido hacía poco más de un mes, y el otro acababa de salir de la cárcel.

"Como llame a la Policía se estropeará todo"

Los agentes iniciaron la operación el lunes, cuando les avisó de que acababa de recibir una llamada desde el teléfono móvil de su hija y en la que ella misma le comunicaba que había sido secuestrada. Después, se puso al teléfono uno de sus raptores y le dijo: "Esté usted tranquilo, no le vamos a hacer nada por ahora, el miércoles le volveremos a llamar, tenga preparados 300.000 euros en billetes de 50; como llame a la Policía se estropeará todo", tal y como informó ayer la Dirección de la Policía y la Guardia Civil.

Los policías especializados se trasladaron hasta Alicante para investigar los hechos y se activó el protocolo para verificarlos. Aunque los efectivos llegaron a barajar que fuera un montaje, pronto se dieron cuenta de que iba en serio. Tras la primeras pesquisas, los agentes comprobaron que el apresamiento había sido preparado meticulosamente y que la víctima había estado sometida a vigilancia previa para determinar el momento y lugar adecuados del rapto.

Los secuestradores escogieron cuando la joven salía del instituto Cebat de Mutxamel para llevar a cabo su plan. Según fuentes policiales, localizaron el vehículo de su víctima y le pincharon una de las ruedas para que la chica no pudiera utilizarlo. Sus secuestradores aprovecharon entonces para retenerla contra su voluntad e introducirla a la fuerza en otro coche que habían robado con anterioridad.

Los investigadores, siguiendo el protocolo, comprobaron los indicios que tenían de que los captores pudiesen estar relacionados con las actividades profesionales del compañero sentimental de la madre de la chica, y con la empresa, Seur. Ya entonces sospechaban lo que más tarde confirmaron: uno de ellos era un empleado de la mercantil que había sido despedido.

Los agentes recabaron datos suficientes de los presuntos autores y sobre la zona en la que pudiera encontrarse la secuestrada antes de establecer un dispositivo para liberarla. Una vez que el padrastro acordó la entrega del rescate, que se rebajó a 70.000 euros por las dificultades para reunir más, se puso en marcha un operativo que resultó complicado porque los captores cambiaron de lugar en varias ocasiones.

Finalmente el dinero fue depositado entre los arbustos de una rotonda en un polígono industrial, casi con toda seguridad el de Las Atalayas. A continuación se acercó una persona en bici a recogerlo y fue inmediatamente detenido por agentes del GEO.

Una vez apresado, su teléfono recibió una docena de llamadas de su compinche, quien se mantenía en el zulo custodiando a la joven secuestrada. En una de ellas preguntó por su hermano alertado de que no volviera con el botín.

En un momento dado, y quizá fruto de la tensión, el responsable de vigilar a su víctima optó por liberarla y trató de escapar. También intentó deshacerse de los efectos que pudieran incriminarle pero le fue imposible al ser detenido poco después.

A continuación, la joven llamó a su familia desde una cabina y fue localizada por los agentes, que se encontraban en las inmediaciones del zulo, y la hallaron aturdida y casi sin habla, por lo que fue trasladada de inmediato a un centro sanitario para que fuera sometida a una revisión de su estado de salud.

Implicados en un robo violento días antes

Los agentes comprobaron que se trataba de dos hermanos y que estaban implicados en un robo violento cometido días antes. Armados con un subfusil y un cuchillo asaltaron al conductor de un coche y le propinaron varios golpes hasta sustraerle el dinero y el automóvil que posteriormente utilizaron para el secuestro. Fuentes policiales indicaron que el ocupante del vehículo fue hallado maniatado. El vehículo, un Audi A6, también fue recuperado con posterioridad en los alrededores de la zona en la que residían los arrestados, en la partida alicantina del Bacarot y también cerca del zulo y las naves de Seur.

En la operación participaron la Sección de Secuestros y Extorsiones de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Comisaría General de Policía Judicial, el Grupo de Crimen Organizado de la Comisaría Provincial de Alicante y el GEO.

Hermanos y con formación militar

Los dos acusados, entrando al juicio el mes pasado. INFORMACIÓN

Los dos hermanos detenidos se valieron de sus conocimientos militares para excavar el zulo en el que fue retenida la joven durante los cuatro días de cautiverio. Su paso por el ejército –uno había sido legionario y el otro había pertenecido al Cuerpo de Operaciones Especiales– les sirvieron para preparar el secuestro y la logística que el mismo conllevaba. Por este motivo, habían elegido para encerrar a su víctima un nicho de unos cuatro metros cuadrados excavado en la ladera de un pequeño monte. Eran guerrilleros acostumbrados a realizar este tipo de agujeros que los militares utilizan para dormir o resguardarse durante sus misiones.

Uno de ellos llevaba tan solo dos meses en libertad tras haber cumplido una condena, según informaron fuentes policiales. Además, tenía antecedentes también por violencia de género y robo con violencia. El otro era un antiguo empleado de la empresa de la que es responsable el padrastro de la víctima. Se encontraba en paro después de que hubiese sido despedido hacía aproximadamente un mes.