Imposible acceder a vivienda joven en El Campello

La empresa propietaria de un edificio acogido a este tipo de oferta informa de que hay una lista de espera de dos años, pero la cola no avanza

El alcalde, Juanjo Berenguer, apuntó en el último pleno que la intención de la conselleria es edificar inmuebles con algún tipo de subvención en una parcela de la calle San Ramón

Bloque de viviendas de alquiler joven en El Campello.

Bloque de viviendas de alquiler joven en El Campello. / Aitor Soler

Hace unas semanas un informe de Fotocasa situaba a El Campello como la cuarta ciudad más cara de la Comunidad Valenciana para vivir de alquiler. Con un precio medio de 12,46 euros/m² al mes, el municipio supera incluso a la capital de la provincia en una tabla de dudoso honor en la que los datos hablan por sí solos.

Precisamente en El Campello, junto a una de las entradas del municipio, concretamente, la que, tras cruzar el Río Seco, da acceso a la zona popularmente conocida como 'Campello pueblo', aparece un moderno bloque, cuya apariencia estilizada y actual le hace ser el rey de este paraje urbano. El edificio eclipsa al resto de viviendas que flanquean la calle San Ramón, que llevan en su arquitectura y materiales la huella de la época en la que fueron diseñadas.

Estos inmuebles, más antiguos, casi parecen Mordor ante la inmaculada fachada de la Minas Tirith particular que se erige en los primeros metros de una de las principales arterias del municipio. La vista queda atrapada en la luz que irradian las blancas paredes de este edificio, pero rápidamente se desvía hacia el pequeño letrero instalado justo a su lado. Tan al lado, que se encuentra dentro de la propia finca, en los exteriores de la planta baja, dentro del terreno protegido por las vallas que rodean el perímetro de esta propiedad privada. 

Resulta difícil que el reclamo del cartel no llame la atención. Alquiler joven, un término anhelado en estos tiempos en los que el mercado inmobiliario muestra toda su hostilidad, y un número al que es imposible no llamar. Quien escribe estas líneas así lo hizo en 2021, cuando salió del nido familiar para toparse con una dura realidad: había una lista de espera de dos años para acceder a una vivienda. Hoy, casi tres años después, el panorama sigue siendo el mismo. Todo aquel interesado en llamar lo puede comprobar: la lista de espera no ha avanzado nada y sigue siendo de dos años.

No sabemos en base a qué parámetro la empresa que gestiona el edificio calcula este tiempo, pero lo que sí podemos decir con total seguridad es que el asunto fue abordado en el último pleno del Ayuntamiento. El tema fue una de las alegaciones que presentó el portavoz del grupo de la oposición Per El Campello, Paco Toni Palomares, que preguntó al alcalde no por este piso en concreto, sino por las Viviendas de Protección Oficial en el municipio, si se esperan más ante la tensionada situación del alquiler.

Su duda fue atendida por el alcalde, Juanjo Berenguer, que informó que en la ya citada calle San Ramón hay unas parcelas (muy cerca del edificio antes mencionado) que "son propiedad de conselleria y hasta donde yo sé, la intención es edificarlas". El primer edil reveló que el objetivo es que estas futuras casas (que no cree que vayan a tener la licencia VPO) tengan algún tipo de subvención, como la que tuvieron en su día las que integran el bloque ubicado en esta zona.

305 euros al mes con garaje, trastero y wifi

De hecho, este edificio, ahora innacesible para nuevos moradores, se ofreció en su día como vivienda joven -como todavía reza el cartel- a precios que hoy resultan inimaginables. Casas a partir de 305 euros con garaje, trastero y wifi incluido, tal como se puede comprobar en un perfil de Facebook donde en 2011, se promocionaban estos hogares, cuya oferta de salida (en la que se incluía un mes de bienvenida) es una utopía hoy en día.

En la actualidad, las 72 casas que integran esta finca están ocupadas por inquilinos, algunos de los cuales son los mismos que entraron a vivir cuando la construcción se inauguró a comienzos de la década pasada. Así lo apunta Carlos Rodríguez, gerente de Fama Rehabilitaciones, sociedad propietaria, junto a Grupo Alcudia, del edificio. 

El responsable de la firma recuerda con cariño una época difícil, pico de la gran crisis económica, que le obligó a "emigrar a trabajar en la construcción en el sur de Brasil", pero de la que pudo recomponerse con un proyecto impropio en la época. "Llenamos el edificio entero", explica Rodríguez mientras va rescatando otros archivos del baúl de la memoria: "Ningún banco creía en nosotros", afirma, pero pese a todo, pudieron demostrar "que en la peor de las crisis el alquiler funciona".

El dirigente de Fama se autodenomina, tanto a él como a los que integran su empresa, como "firmes defensores del alquiler social". Sobre este asunto sobre el que tanto se habla últimamente, el promotor está convencido de que puede ser el producto capaz de "solucionar la papeleta actual". Eso sí, siempre "con iniciativa privada", a su juicio, "la única que puede ejecutar estas obras".

El profesional inmobiliario desconfía "de la iniciativa pública", que no obstante, debe participar en el problema. Rodríguez pide a las instituciones sacar a concurso solares como el presente en la calle San Ramón, pero no de la manera que se está haciendo ahora. El gerente señala que en la actualidad los organismos están ofreciendo lotes faraónicos que quedan desiertos debido a que las empresas son "incapaces de presentar los avales necesarios".

Para solucionar esta situación, el director de Fama recalca que "la historia ha demostrado que los lotes pequeños se llenaban", por lo que pide que se saquen a concurso remesas de terrenos más reducidas para que las compañías lo consideren como algo atractivo. Sobre las viviendas sociales, el directivo indica que son inmuebles con "ventajas fiscales" y un producto en el que cree "como negocio y como labor social". En cuanto los requisitos para los que deseen alojarse, Rodríguez detalla que se deben empadronar en el municipio en el que está construida la casa, que en ningún caso podrán usar como "segunda vivienda", y que han de de tener una "limitación de la renta" ser "menores de 35 años".

En cualquier caso, cuando se edificó la construcción de El Campello, la empresa pidió a la conselleria "hacer una excepción" para eludir estas condiciones, debido a la paralización del mercado inmobiliario de aquel entonces, petición a la que la institución accedió. Pese a todo, estos pisos no son inmunes al panorama actual y su precio también ha subido, aunque eso sí, manteniéndose bajo un techo "máximo que marca el IPC". Así lo precisa Rodríguez al hablar de unas viviendas cuyos usuarios pagan en la actualidad entre 500 y 600 euros, una cantidad que, como dice uno de los inquilinos, "viendo lo que hay, no está mal".

Suscríbete para seguir leyendo