La sequía extrema amenaza hasta los arbustos y plantas medicinales de la provincia

La falta de lluvias no solo pone en peligro los pinares, sino especies muy resistentes como el romero, el tomillo, el lentisco o la coscoja, lo que anticipa un verano muy duro para el sotobosque mediterráneo

Arbustos y matorrales secos en la sierra de Mariola esta pasada semana

Arbustos y matorrales secos en la sierra de Mariola esta pasada semana / JUANI RUZ

Arbustos y plantas medicinales típicos del clima mediterráneo, adaptados a la falta de lluvias y con una gran resistencia, se están viendo también golpeados por la extrema sequía en la provincia de Alicante. Hasta el punto de que, a la larga, esta situación puede tener graves consecuencias en la biodiversidad de los montes de la provincia. La merma de más del 70% de lluvias que está registrando la provincia en el presente año hidrológico -que arranca el 1 de octubre- no solo está afectando de forma dramática a los pinares, sino que arbustos y otras plantas medicinales presentan un aspecto propio del mes de agosto, pese a estar en la época de floración y mayor crecimiento, por lo que afrontan un verano que puede ser terrible.

Tomillo seco en la zona de la Marina Baixa

Tomillo seco en la zona de la Marina Alta / INFORMACIÓN

Especies como el tomillo, el romero, el cantueso, el rabo de gato, la coscoja, el lentisco, la jara, el palmito, la aladierna, el madroño, la carrasca, la ruda..., junto a un pinar también muy debilitado, reflejan las consecuencias de meses sin lluvias abundantes y del cambio climático. Así, la situación por ahora es más complicada que el pasado año. La coyuntura en mayo de 2023 era similar, pero las lluvias llegadas a finales de ese mes aliviaron la sequía y revitalizó la flora. Pero este año no hay en un principio previsiones de lluvias en las próximas semanas, sino que todo apunta a que nos adentramos ya en el verano, con un déficit hídrico gigantesco. La falta de temporales de levante han desplomado los registros de los pluviómetros.

Luna Morcillo, doctora por la Universidad de Alicante e investigadora en el departamento de Investigación Forestal en el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), explica que "la sequía actual acumulada está siendo tal que además de afectar a las especies germinadoras, como el pino carrasco, romero, jaras..., está afectando incluso a las especies a priori más resilientes como coscojas, lentiscos o incluso palmito". Todos los arbustos mediterráneos se están viendo muy afectados por esta situación.

Así, "estos episodios están siendo reportados en varios puntos de la provincia, llamando mucho la atención la situación de los bosques y matorrales en la Marina Baixa y Marina Alta". Y destaca "lo anómalo de la estación. El actual no es un episodio de sequía estival, como cabría esperar en nuestro clima mediterráneo, sino un episodio de sequía de invierno-primavera, como ya pasó el pasado año, aunque en ese caso fueron las lluvias de finales de mayo las que aliviaron un poco la situación".

Así, las plantas están desprendiéndose en primavera de todas las hojas que pueden, manteniendo las mínimas para seguir haciendo la fotosíntesis, para así resistir el calor y evitar al máximo la pérdida de agua. Incluso apenas hay floración este año. Su aspecto delata la sequía tan continuada que sufre la provincia. Y esto hace que el combustible en los montes sea mayor por la sequedad que presentan pinos y arbustos, por lo que la situación es si cabe peor en caso de un incendio. El polvorín es aún mayor, quizá el peor de las últimas décadas, según aseguran fuentes de los bomberos forestales.

El lentisco está sufriendo la sequía pese a ser una especie muy resistente

El lentisco está sufriendo la sequía pese a ser una especie muy resistente / INFORMACIÓN

Por ello la investigadora advierte que "esta irregularidad entraña mayores consecuencias si cabe, ya que afecta de pleno a la época de mayor crecimiento, mayor desarrollo vegetativo, floración, etc. Esto a la larga puede tener graves consecuencias a nivel de ecosistema, en la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que nos ofrecen los bosques, como la fijación de carbono, el papel de los bosques en el ciclo hídrico o aprovisionamiento de miel (las abejas no tienen suficiente flores) y frutos".

Efectos generalizados

Morcillo ha estacado que "hasta ahora, los efectos de sequías extremas eran más evidentes en especies de estrategia germinadora (jara, romero, tomillo...), que por lo general enraízan más en superficie y requieren de una mayor disponibilidad de agua en el suelo a poca profundidad. Por el contrario, las especies rebrotadoras (coscoja, lentisco, palmito...) tienen una raíz principal más profunda, que les permite obtener agua de horizontes de suelo más profundos en épocas de poca disponibilidad hídrica, como el verano". Pero hasta estas últimas están sufriendo la dureza de la sequía que azota la provincia.

La doctora ha señalado que en mayo del año pasado las plantas alcanzaron el máximo grado de estrés hídrico, siendo esto habitual durante los meses de julio-agosto en años hidrológicamente normales. Y "esta situación nos preocupa mucho, tanto es así que junto al departamento de Sanidad Forestal de la GVA estamos iniciando una línea de colaboración para geolocalizar y cuantificar los eventos decaimiento y mortalidad actuales a lo largo de todo el territorio valenciano, para poder estimar su alcance y desentrañar qué otros factores, a parte de la sequía, están siendo partícipes".

Numerosos pinos secos en la Marina Alta

Numerosos pinos secos en la Marina Alta / INFORMACIÓN

Morcillo ha destacado que los estudios del CEAM han demostrado que los pinos pueden morir por extrema sequía, no solo por plagas como el tomicus o la procesionaria que se aprovechan de la debilidad del ejemplar por la falta de agua. Estudios previos realizados en el sur de la provincia de Alicante (Orihuela, Albatera, Sant Joan y Petrer) motivados por la sequía extrema del año hidrológico de 2013-2014, determinaron que los pinos murieron a causa de la intensidad de la sequía. Y ahora está pasando lo mismo.

Cambio de estacionalidad

Así, respecto al riesgo de fuegos durante la temporada estival, la investigadora del CEAM señala que "este cambio en la estacionalidad de las sequías está teniendo repercusiones directas también en la estacionalidad de los incendios, pudiendo tener grandes incendios forestales como los acontecidos en Villanueva de Viver en marzo o Montitxelvo en noviembre del pasado año 2023", o del Tàrbena del pasado abril.

"Si el contenido hídrico de la vegetación es muy bajo debido a la sequía prolongada, dejando disponible gran cantidad de combustible y coincide con días ventosos y de baja humedad relativa en el aire, nuestros bosques se convierten en el escenario idóneo para favorecer un incendio sin necesidad de que esto ocurra en los meses de verano. Esto acrecienta el riesgo y más si fuera de estación no se dispone de la misma cantidad de medios y operativos de extinción y prevención que en plena 'temporada' de incendios".

Suelo sin apenas reserva hídrica

Por su parte el director del Laboratorio de Climatología de la UA, Jorge Olcina, ha confirmado que esta sequía tan duradera "tiene efecto directo en la vitalidad de la vegetación mediterránea, y eso que es una vegetación muy resistente a la sequía. Pero realmente este año está siendo muy duro, por lo que a falta de lluvias se refiere. Arrastramos un déficit de lluvias superior al 70% en la provincia. El suelo apenas tiene reserva hídrica. Y eso afecta a los pinares y al matorral mediterráneo, que no tiene vitalidad o incluso llega a morir".

Un ejemplar de romero sin flor y apenas hojas, esta pasada semana en la Marina Alta

Un ejemplar de romero sin flor y apenas hojas, esta pasada semana en la Marina Alta / INFORMACIÓN

Por ello, "en estas condiciones hay que extremar la vigilancia en el monte, porque el matorral está muy seco y se convierte en un combustible idóneo para grandes incendios forestales", ha agregado el catedrático de Análisis Geográfico Regional de la UA. 

Por su parte el catedrático de Ecología de la Universidad de Alicante, Jaime Baeza, ha apuntado también que especies adaptadas a terrenos semiáridos, especies "muy duras y adaptadas" como la periploca y la bufera, que sueltan las hojas en agosto, están ya sin hojas en la zona de Callosa de Segura, por la terrible sequía que se está sufriendo. Y aún no ha llegado el verano.