Aunque llegar a las Lagunas de Rabasa, donde el domingo falleció ahogado un joven que había acampado con unos amigos junto a la orilla, no es fácil si no se conoce su ubicación, el acceso hasta ellas es libre y por caminos se puede llegar a la principal en coche. Se trata de un paraje natural al que en ocasiones va gente a pescar o darse un baño, pese a la peligrosidad que conlleva por la profundidad del agua y los residuos que se acumulan en el fondo y que se vierten sin control alguno. En la zona no hay ningún tipo de vigilancia ni cartel prohibiendo el baño, aunque el Ayuntamiento confirma que no es una zona habilitada para ello.

En las orillas de la laguna principal se acumulan todo tipo de residuos, desde plásticos, maderas y juguetes a sillones petrificados. Para rodear la Laguna Grande, de unos 30.000 metros cuadrados, hay que utilizar unos senderos escarpados y en todo el entorno también se acumulan residuos, como botes, latas y botellas de vidrio, y se ven restos de hogueras que demuestran que algunas personas han estado pasando allí la noche o el día. De hecho, aunque no es un lugar concurrido, a menudo es posible ver a gente pescando o dándose un baño.

Ante esta situación de abandono, el Ayuntamiento asegura que no es responsable y que no puede tomar medidas porque se trata de una propiedad privada, aunque no haya cartel que así lo indique. En concreto, los terrenos pertenecen a la mercantil de Enrique Ortiz que promueve el proyecto para la implantación de Ikea en Rabasa. Dentro del proyecto, que tiene la condición de Actuación Territorial Estratégica, se contempla la restauración de este paraje y su cesión como parque urbano al Ayuntamiento. Por el momento, los terrenos son privados y presentan un estado de abandono.

Desde el Ayuntamiento lamentaron el trágico accidente del domingo -la Policía investiga si el joven sufrió un corte de digestión mientras se bañaba- e incidieron en que la administración no tiene competencias para exigir medidas de seguridad e impedir el baño. El edil de Medio Ambiente, Luis Barcala, confirma que no se trata de una zona de baño autorizada por las ordenanzas, pero desde Urbanismo, Marta García-Romeu apuntilla que se trata de suelo rústico de propiedad privada. De ahí que la edil de Ocupación de Vía Pública, Oti García-Pertusa, subraye que, según la ley de suelo no urbanizable, los propietarios no tienen obligación de vallar el acceso y es la propiedad la que tiene la potestad de colocar o no carteles advirtiendo del peligro del baño.

Aunque se trata de un paraje natural «de gran valor ambiental», según apuntan desde Esquerra Unida, las lagunas se encuentran «abandonadas por completo». Al respecto, el portavoz de esta agrupación, Miguel Ángel Pavón, considera que el Ayuntamiento «debería obligar al propietario, al menos, a colocar carteles prohibiendo el baño y el vertido de residuos». Pavón, miembro de colectivos ecologistas, explica que «allí hay desde gente que va a bañarse, pese a la peligrosidad que conlleva el que no se vea el fondo, o a pescar, a quienes van a tirar basura o a desprenderse de sus mascotas, como tortugas». En su opinión, este espacio «ha sido abandonado a posta para después tratar de vender que se recuperará dentro de la Actuación Territorial Estratégica de Ikea». Para Pavón la actuación que se recoge en el proyecto no es suficiente, por lo que incide en que «lo lógico sería declararlo como espacio natural protegido y regular los usos».