«Somos once amigos y este año hemos cogido una mesa en Hernán Cortés. Entre todos traemos cosas para cenar y la bebida para después. La verdad es que ya nos quedamos aquí toda la noche, tenemos música, conocemos a más gente que también ha cogido mesa, y es mejor que estar por ahí dando vueltas. Ahora ya casi todo el mundo coge mesa», cuenta un chico de unos 30 años que prefiere no dar su nombre pero que resume a la perfección el plan para estas Hogueras de miles de jóvenes. En su caso, la mesa les ha costado unos 600 euros para todo el ciclo fogueril y como son ellos quienes llevan las cosas y tienen a mano las bolsas de hielo en la barra del racó les sale más rentable y más cómodo que plantarse en el parque de Canalejas o en el Postiguet a hacer botellón.

Solo con dar una vuelta por el centro de la ciudad pasada la medianoche del jueves se notaba algo diferente: la ausencia de los macrobotellones. La mayor presión policial y la creciente moda de «coger una mesa» han acabado con la imagen de miles de jóvenes bebiendo alcohol en unas fiestas improvisadas que no siempre acababan bien. Ver el parque de Canalejas casi vacío, con apenas algunas parejas mayores paseando, es insólita la noche de un 21 de junio, pero se produjo gracias a que varias patrullas de la Policía Local recorrían el parque desde las nueve de la noche impidiendo que los grupos de jóvenes se instalaran allí para beber. Los whatsapps y las redes sociales que avisan al momento de la situación hicieron el resto.

La presencia de parejas de agentes también en la Plaza del Mar y en Juan Bautista Lafora, donde incluso controlaban que una tienda 24 horas no vendiera alcohol a menores, dio sus frutos. La consigna era clara después de los comas etílicos y las imágenes de chicos y chicas muy jóvenes con una copa en la mano. «Cero alcohol a menores, los mayores estos días pueden beber en la calle». De hecho, solo esa noche la Policía Local decomisó 350 litros de alcohol a menores de edad, y ya van cerca de un millar de litros en lo que llevamos de fiestas, destacó el concejal José Ramón González.

Pero tampoco los mayores de edad se quedaron fuera de los racós bebiendo, salvo algunos grupos diseminados por la zona del Meliá y el Postiguet. «Pensábamos que iba a haber más gente por aquí. Se nos pasó coger mesa en un racó y nos hemos venido a la playa, pero es el año que menos gente hemos visto aquí», explicaban Sergio Herrero y Sergio Esteban mientras sus amigos asentían y planeaban ir hacia la zona del Teatro Principal y el Mercado Central a algún racó. A su lado, otro grupo de cuatro chicos de 17 años se quejaba, ginebra en mano, de que «por unos pocos que no saben beber los demás que estamos tranquilamente no podamos». Y es que en los racós pensados para la gente más joven, como en la Explanada, centenares de jóvenes llegaban con sus bolsas de plástico llenas de botellas y refrescos, pero el personal de seguridad miraba uno a uno los DNI antes de dejarles pasar.

Si el jueves ya estaba a tope la zona de Hernán Cortés y Gabriel Miró, aunque se veía menos gente deambulando por la calle, la fiesta con mayúsculas se espera esta noche, con un millón de personas previsto por las calles de Alicante, de las que muchas acabarán bailando los clásicos de estas fiestas, a los que se han unido con fuerza el indie y el reggaeton.