La ministra de Educación, Isabel Celaá, en el marco de la nueva ley educativa Lomloe, recién aprobada por el Congreso de los Diputados y pendiente de pasar por el Senado, prevé cambiar el currículo escolar y desde la Conselleria de Educación se propone extender a toda la enseñanza obligatoria la flexibilización en horarios y asignaturas que aplican los institutos de la Comunidad desde septiembre en el primer curso de la ESO.

«Modernizar el currículo en una sociedad que avanza y que sirva para la transición digital», es la premisa de la que parte Celaá, para lo que ha abierto el debate con representantes de toda la comunidad educativa entre los que ha comparecido Miguel Soler, número dos de Educación y secretario autonómico en la conselleria que dirige Vicent Marzà.

Soler admite que el currículo está sobrecargado, que no conoce a nadie que no considere que hay que actualizarlo porque no refleja los cambios en la sociedad, pero también se pregunta si el profesorado será capaz de renunciar de forma generalizada a restar carga docente de su asignatura para pasar a combinarla con otras, de forma que el estudiante reciba conocimientos compartidos y no estancos como hasta ahora.

Lo que propone Soler implica en la práctica generalizar la «enseñanza por ámbitos» iniciada este curso en primero de ESO en la Comunidad, donde un mismo profesor puede impartir varias asignaturas relacionadas a nivel sociolingüístico o bien científico, como por ejemplo Castellano, Valenciano e Historia, además de compartir el aula con otro docente -codocencia- para llevar a la práctica lo aprendido mediante proyectos colaborativos.

Docentes consultados en la provincia explican que aunque la enseñanza por ámbitos se ha iniciado a causa del covid, para allanar al alumno lo más posible el paso de sexto de Primaria a primero de ESO, tras la pérdida de clases que supuso el último trimestre del curso pasado por la pandemia, el mayor esfuerzo ha recaído en los propios docentes que han tenido que reorganizar horarios y asignaturas para acercar el aprendizaje lo más posible al alumno y evitar que tenga en un solo curso más asignaturas y profesores que años de edad.

Es la misma reflexión que hace el secretario autonómico, Miguel Soler, quien a su vez propone ante el ministerio adelgazar el currículo y sustituirlo por una «renta cultural básica», que favorezca el desarrollo tanto personal como profesional de la totalidad del alumnado, puesto que se trata del periodo de la enseñanza obligatoria.

Alerta, por otra parte, sobre la necesidad de dotar de autonomía real a los centros y al profesorado para que el trabajo a partir de proyectos multidisciplinares -entre varias asignaturas que combinen enseñanzas de forma transversal-, no se limite a un par de horas sino que permita desarrollar todas las competencias para el alumno, que para Soler debe ser el eje del nuevo currículo. «Vamos a evaluar este primer curso de ESO en la Comunidad, pero ya se ha dado el paso. Se puede hacer», subraya.

Entre los escollos que percibe para que esta medida se generalice en toda la ESO y Bachillerato y a nivel estatal, el secretario autonómico lamenta que cada vez que surge una materia trasversal «se quiere convertir en asignatura y si no, nadie se siente responsable».

La ministra Celaá concluye por su parte que el nuevo currículo deberá preparar a las nuevas generaciones con los «conocimientos, valores y competencias que acordemos como necesarios y fundamentales, así como los enfoques metodológicos que ayuden a concretarlo en el aula».