La cuarta ola de calor del año y segunda del verano dejará esta semana siete noches ecuatoriales en las que el termómetro no bajará de los 26 grados. Los modelos de predicción meteorológica europeo y norteamericano han colocado este año a Alicante y toda la franja mediterránea española como el área de Europa donde el verano va a ser más tórrido y seco.

Además, según apunta Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, en la provincia llegarán, entre julio y septiembre, otras dos oleadas de calor sahariano, tan intensas o mas, que la que ha sacudido la provincia en junio. Noches pues para tirar de ventilador, corrientes de aire o aire acondicionado. Noches ecuatoriales que empiezan a ser una tónica de los veranos, cada año menos confortables. "El cuerpo humano no descansa bien por la noche si la temperatura no baja de los 18 grados, y esta semana no va a bajar de los 25/26. El problema es ese. No va a ser una ola de calor de temperaturas extremas diurnas pero el problema es que no da tiempo a refrescar el ambiente por la noche", explica Olcina, que advierte que otro signo de esta ola de calor es que va a durar una semana. Es decir, que hasta el lunes o martes de la semana que viene no remitirá.

"El cuerpo humano no descansa bien por la noche si la temperatura no baja de los 18 grados, y esta semana no va a bajar de los 25/26"

Jorge Olcina - Director Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante

Precaución por lo tanto por la noche, pero también durante las horas centrales del día (deporte desaconsejable si no es en el agua) y mucha hidratación, aunque no se tenga sensación de sed.

Precisamente, una de ellas es la que arranca este lunes y que es ya la segunda del verano y la cuarta de un año que está teniendo un poco de. Arrancó con la provincia al borde de la sequía, llegó después el cambio radical con la primavera más lluviosa desde mediados del siglo XX y ahora, de nuevo, arranca un ciclo seco. También se prevé que llueva menos de lo habitual en todo el país, especialmente en el interior y norte peninsular, considerando el periodo de referencia 1981-2010, según la Agencia Estatal de Meteorología.

En cuanto al calor que se prevé para los próximo días, al margen de que las noches van a ser sofocantes, a partir de los 38 grados por las mañana al fruta de verano y las hortalizas empieza a sufrir y puede arruinarse la cosecha, sobre todo la de tomates del verano, "los que saben a tomate", según la reflexión de un agricultor.

Las lluvias durante la primavera no fueron suficientes para revertir la sequía meteorológica con la que terminó el invierno. Si se analizan los datos de precipitación de los últimos doce meses, se puede hablar de una situación de sequía meteorológica en el conjunto de España, así como en la mayor parte de las cuencas representativas de AEMET (similares a las cuencas hidrográficas), salvo las del Júcar y Segura. A mediados de junio de 2022, había llovido en torno a un 25% menos de lo normal desde el inicio del año hidrológico.

 La temperatura media en España en la primavera fue de 12,8ºC. Esto supuso un valor superior en 0,7ºC al promedio normal del período de referencia 1981-2010, lo que la convierte en una primavera bastante cálida. En concreto, fue la duodécima más cálida desde 1961 y la novena más cálida del siglo actual.

La ola de calor registrada entre el 12 y 18 de junio fue una de las más tempranas desde que hay registros. Además, la primera quincena de junio de 2022 ha sido la más cálida en España desde 1950.

Una señora descansa a sombra en una fuente de Orihuela, una de las "sartenes" de la provincia Tony Sevilla

A nivel global, marzo y mayo de 2022 fueron los quintos más cálidos de su serie mensual y abril, el sexto. En Europa, aunque se registró el tercer marzo más frío de los últimos 10 años, se vivió el mayo con temperaturas máximas diarias más altas en el sudoeste del continente.

El mes de junio fue ya muy seco y extremadamente cálido en la Comunidad Valenciana. La temperatura media, 23.9 ºC, es tres grados superior a la de la climatología de referencia (20.9 ºC), y la precipitación acumulada ha sido 9.7 l/m2, que es un 66% inferior a la del promedio climático del periodo 1981-2010 (27.3 l/m2).

Junio fue el más cálido desde al menos 1950, superando a junio de 2003, que hasta ahora era el más cálido. Hubo gran diferencia entre las dos primeras decenas del mes, que tuvieron una anomalía de 4.2 ºC y los últimos diez días, que fueron frescos, con una anomalía de -1.0.

Los valores más altos se registraron el día 17, con hasta 42.6 ºC en Xàtiva, 42.5 en Sumacàrcer, 42.0 en Moixent y más de 40 en Jalance, Atzeneta del Maestrat, Utiel y Llíria. Ese día se llegaron a registrar 39.3 ºC en el aeropuerto de València, la temperatura más alta en este observatorio desde que comenzaran los registros en 1966.

Las precipitaciones fueron muy escasas en todo el territorio. Dos tormentas destacaron en el mes, la del día 21, que afectó especialmente a l’Alcoià y El Comtat, con granizo que llegó a ser de tamaño grande y 22.2 l/m2 de precipitación acumulada en Alcoi y 23.6 en Gaianes, y la del día 27, que descargó con intensidad muy fuerte en localidades de la Plana. 49.0 l/m2 se acumularon en Borriana, 48.0 en les Alqueries, 44.6 en Vila-real y 39.2 en Castelló de la Plana.

Un termómetro marcando 31 grados a la sombra en una calle de Benidorm este lunes Héctor Fuentes

Posibles soluciones

Ciudades diseñadas para prevenir los escenarios de cambio climático. Zonas verdes, emisiones cero y movilidad sostenible, garantía de abastecimiento de agua y sistemas de drenaje sostenible, protocolos sanitarios adaptados al mayor calor de verano, ahorro de agua y ahorro de energía. Estas son algunas de la recomendaciones que plantea Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, para prevenir el previsible aumento de las muertes relacionadas con el cambio climático en Europa y de las que ya hemos tenido buena cuenta, por ejemplo, este julio en países como Alemania con la pérdida de vidas humanas relacionada con las lluvias torrenciales. Y es que el cambio climático aumentará, por ejemplo, la mortalidad atribuible a las temperaturas en Europa si no se aplican medidas severas de mitigación.

El descenso en las muertes atribuibles a las temperaturas bajas no compensará el incremento cada vez mayor previsto en la mortalidad asociada al calor. Para 2030 el número de personas que vivirá en entornos urbanos ascenderá a 5.000 millones y para 2050 a 6.300 millones. Las ciudades y nuestros propios hogares consumen gran parte de la energía mundial y son responsables, según la ONU, del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, también pueden ser la solución para disminuir la temperatura global y nosotros, desde nuestras propias casas, podemos contribuir a reducir los efectos climáticos.

El cambio climático es una evidencia científica, ya no es una creencia. Tenemos datos científicos que lo avalan. Los datos están ahí: el decenio 2010-20 ha sido el más cálido de la historia reciente, desde 1850, con un aumento 1,2 grados ya, por lo que solo quedan 0,8º de margen según el Acuerdo de París, que busca mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los dos grados por encima de los niveles preindustriales, y perseguir esfuerzos para limitar el aumento a 1.5 °, reconociendo que esto reduciría los riesgos y efectos del cambio climático.

El calentamiento atmosférico está afectando a los tiempos diarios, es decir, a la circulación atmosférica general, hay más gotas frías ahora que antes. Jorge Olcina recuerda que las proyecciones climáticas nos hablan de un clima «menos confortable térmicamente hablando -especialmente en verano-, menos lluvioso en su conjunto, aunque con matices comarcales, y con desarrollo más frecuente de eventos extremos»