Pornografía en menores | Nerea Ibáñez Psicóloga

«Educarse en internet aumenta el riesgo de agresiones sexuales»

La psicóloga especialista Nerea Ibáñez analiza el problema que supone la adicción a la pornografía en menores y cómo abordarlo con las familias

Nerea Ibáñez, instantes antes de la entrevista.

Nerea Ibáñez, instantes antes de la entrevista. / Héctor Fuentes

Alejandro J. Fuentes

Alejandro J. Fuentes

A la consulta de Nerea Ibáñez, psicóloga especialista en evaluación y tratamiento en población infantojuvenil, cada vez llegan más niños y niñas con un problema, a priori, poco acorde a su edad: presentan adicción a la pornografía.

Una adicción que pueden conllevar graves problemas de conducta, autoestima y en las relaciones interpersonales que es importante abordar desde el primer momento y para el que se requiere la colaboración de las familias de los jóvenes.

¿En que situación se encuentra actualmente el consumo de pornografía en menores?

Se trata de un problema que ha aumentado bastante a raíz del covid, donde el acceso a las tecnologías fue mucho mayor. Aunque antes de la pandemia ya existía porque es un problema que se origina a través de las redes sociales. Aunque la edad media se sitúa en los doce años, existen casos en los que se da incluso antes.

¿Están sustituyendo estos contenidos a la educación sexual? ¿Sigue habiendo tabú para hablar de sexo en casa?

Desde luego, hay muchas veces que sí. Los propios adolescentes lo dicen: la única fuente de información que tienen en la gran mayoría de casos es el porno, no hay conversaciones naturales sobre la sexualidad en su día a día.

¿Cómo se puede abordar el tema desde los hogares?

Con lo típico que siempre se ha llamado «la charla». Esa conversación sobre de dónde vienen los niños, qué constituye una relación afectiva, una relación sexual... Todo eso puede ayudar a que el ejemplo que tomen como referencia no sea la pornografía.

¿Qué riesgos implica esta supuesta «educación sexual» en los menores?

Ya se han dado casos en los que ha traído consecuencias como déficits en la regulación emocional, agresividad, impulsividad. Las prácticas que habitualmente se ven en la pornografía son realmente violentas en las que hay abusos generalmente hacia la mujer que, después, en muchas ocasiones lo ponen en práctica, porque es el referente que tienen, dicen «Esto es lo real».

¿Cómo influyen las nuevas prácticas sexuales como el sexting (intercambio de mensajes y/o fotografías de contenido explícito)?

Son prácticas que han ido en aumento y que esconden muchos peligros. Mantener sexting, muchas veces con desconocidos, puede derivar en un caso de «grooming», que es cuando un adulto se hace pasar por otra persona, normalmente menor, para poder relacionarse con otros menores.

¿Afecta este consumo temprano de material pornográfico a las relaciones sociales?

Por supuesto, puede influir en su conducta. Si una persona aprende a través de la pornografía y toman esos ejemplos como referente, cuando salen a la vida real se piensan que lo que están viendo es lo que está bien. Por lo que puede derivar en violencia, abusos sexuales y cuestiones similares.

¿Corren el riesgo los menores de hacerse adictos?

Sí que estamos notando un aumento de casos de este tipo. Por poner una nota positiva, cuando vienen la recuperación es bastante y rápida. Eso sí, siempre y cuando todos colaboren, ya que también se trabaja con las familias. De esta manera las consecuencias negativas quedan en nada.

¿Cómo es la colaboración de las familias?

Hay todo tipo de casos. Muchas veces colaboran enseguida, tanto los niños como su entorno, pero en otros es mucho más complicado y no se implican tanto porque lo consideran una invasión de su intimidad.

¿Un consejo para las familias?

Hablar con naturalidad sobre la sexualidad con sus hijos, aunque lo vean complicado.