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Pérez Gil

Pérez Gil

La sequía se intensifica, el calor aumenta y los embalses se secan. Es el agobiante trance por el que atraviesa la provincia de Alicante con unos embalses que ya se encuentran al 32% de su capacidad mientras el nivel de los caudales desciende por días.

En reservas de agua las comarcas alicantinas, y especialmente la Vega Baja y el Baix Vinalopó, son las que se encuentran en peor situación de toda la Comunidad Valenciana. De hecho en la provincia de Valencia los embalses todavía mantienen el 63% de su capacidad máxima y en Castellón la cifra se sitúa en el 48%.

En su conjunto la Comunidad Valenciana cuenta con un 56% de agua embalsada. Está por encima de las Comunidades Autónomas de Andalucía (29%); Castilla-La Mancha (39%); Extremadura (51%); Murcia (27%); Aragón (55%); Cantabria (42%) y por debajo de Madrid (67%); Castilla y León (69%); Galicia (79%); Asturias (78%); País Vasco (75%) y La Rioja (73%).

Las abundantes y persistentes lluvias de marzo y abril de 2022 han contribuido a que las provincias de Alicante, Valencia y Castellón puedan afrontar la actual sequía en la situación más ventajosa de toda la franja sur de la Península Ibérica. Pero las reservas son cada vez más escasas. Sobre todo en los embalses alicantinos de la cuenca del Segura que se nutren del postrasvase Tajo-Segura. Prueba de ello es que en el pantano de Crevillent hay embalsados en la actualidad 4 hm3 de un total de 13 hm3 que es su capacidad máxima mientras que en La Pedrera, que se encuentra enclavado en el término municipal de Orihuela, hay 65 hm3 de agua de un total de 246 hm3 que podría albergar.

Aunque comienza a ser también preocupante, no es tan dramático el panorama que presentan las presas de la cuenca del Júcar. Así pues Beniarrés -río Serpis- almacena 17 hm3 de los 27 hm3 de capacidad total; el Amadorio de La Vila Joiosa y Orxeta -río Amadorio- dispone de 7 hm3 de los 16 hm3 que alcanzaría su estuviera totalmente lleno y el que en mejor situación se halla de toda la provincia de Alicante es el embalse de Guadalest con 9 hm3 de los 13 hm3 que puede embalsar.

Con estas exiguas reservas de agua y la predicción meteorológica de ausencia de lluvias capaces de llenar los embalses alicantinos hasta, al menos septiembre u octubre, la zona sur de la provincia de Alicante sufrirá las primeras restricciones hídricas por la sequía el próximo mes de julio. Así lo prevé la Confederación Hidrográfica del Segura y así lo expuso durante la Mesa de la Sequía de la Comunidad Valenciana convocada el pasado viernes por la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica para analizar la situación con agricultores, regantes, empresarios del sector de la alimentación, los presidentes de las Confederaciones Hidrográficas del Júcar y el Segura así como los científicos de la Agencia Estatal de Meteorología y de los Centros de Estudios Ambientales del Mediterráneo y sobre Desertificación.

De no llegar las anheladas precipitaciones en julio se activará la fase de alerta que supondrá un recorte de agua para los cultivos de regadío de la comarca de la Vega Baja. Una medida que afectará sobre todo a los cítricos y a las hortalizas de invierno -alcachofas, apio, lechugas y brocolí- que comienzan a plantarse en los meses de verano.

Pero si tampoco llueve con abundancia hasta el mes de octubre de la fase de alerta se pasará a la fase de emergencia, lo que implicará un recorte mínimo del 25% del volumen de agua destinado al riego de los cultivos.

De toda la Comunidad Valenciana la provincia de Alicante está siendo la más afectada por la sequía. La cosecha de cereal se ha perdido en su totalidad al igual que ha ocurrido con la cereza de secano que se cultiva en La Muntanya. La falta de agua ha impedido la floración así que de este preciado fruto solo habrá cosecha esta temporada en las fincas de regadío de Villena y la Vall de Gallinera. Y a esta lista negra de pérdidas para el campo alicantino hay que añadir al almendro de la zona de Orihuela, que ya se encuentra en una situación crítica y no solo afectará a la cosecha sino también a las propias plantaciones por el estrés hídrico que está sufriendo el árbol.