GENT DE LA TERRETA

Rafael Bernabeu, ginecólogo: Milagro en un pueblecito de pescadores

El 70% de sus pacientes proceden de 90 países del planeta

Milagro en un pueblecito de pescadores

Milagro en un pueblecito de pescadores / ILUSTRACIÓN DE SÓMNICA BERNABEU

Toni Cabot

Toni Cabot

Su pasión siempre fue la lectura. De hecho, siendo un niño leía hasta los papeles que encontraba tirados por el suelo. Curiosamente, intensificó la enriquecedora costumbre devorando libros de historia y biografías de personajes célebres sin sospechar que él -aunque su modesto carácter levante un muro a modo de cerco a su alrededor frente a la adulación- se ha convertido en miembro de tan selecta tribu.

Rafael Bernabeu - Rafa, como le conoce todo el mundo dentro y fuera de Alicante- quedó prendado a muy temprana edad de una ilustración que destacaba en un libro de tapa dura que le regaló su padre con el título «El Cuerpo Humano». Aquel gráfico detallaba el recorrido del espermatozoide hasta el ovocito y completaba la secuencia que le dejó fascinado con el nacimiento de un pequeño ser.

Puede que en ese momento naciera también su pasión por la ginecología, además de la firme convicción de que su futuro iba a quedar vinculado a la Medicina.

Hijo de un representante de comercio afincado en el alicantino barrio de El Pla, el futuro médico contribuyó con los gastos de la carrera llevando camillas y ejerciendo de recepcionista y celador en la clínica Vistahermosa, a cuya cafetería comenzó a acudir al segundo año de entrar en la Universidad para familiarizarse con especialistas que no tardaron en abrirle la puerta de sus quirófanos para que fuera aprendiendo.

Aquellas tareas, que combinó con actuaciones musicales como batería del grupo «Símbolo», fueron pagando la carrera, completada en València, donde se especializó en ginecología durante su estancia en el hospital La Fe.

Tras ese camino, Rafa Bernabeu regresa a Alicante, entra en contacto con Alfredo Gómez de Cádiz, uno de sus grandes maestros, y se adentra en la medicina reproductiva en una época en la que casi todos los casos acababan en fracaso.

El momento coincide con la llegada de los primeros niños por fecundación in vitro, conocidos como «bebés-probeta», y Gómez de Cádiz le ofrece entrar en su equipo asumiendo la sección de fertilidad, que en aquellos inicios lucía el dudoso honor de ser el patito feo de la especialidad.

Así, mientras se multiplicaba como médico alternando consultas en ambulatorios de la Seguridad Social, en la Casa del Pescador y en policlínicas de Calpe y La Vila Joiosa, Bernabeu entra de lleno en el mundo de la fecundación in vitro y cosecha su primer éxito al traer al mundo en Vistahermosa al primer niño alicantino que hace 35 años (agosto de 1988) vio la luz por ese método, y al que sus padres bautizaron como Rafael David, en honor al médico que había obrado lo que en ese tiempo era poco menos que un milagro.

A esas alturas, la carrera profesional de Rafa Bernabeu comienza a adquirir velocidad de crucero. Eso sí, superando adversidades y obstáculos de primer nivel. Sin ir más lejos, el inicio encuentra piedras en el camino y un rechazo frontal por parte de la Iglesia Católica. Tampoco lo tiene fácil en el Colegio de Médicos, donde se ve obligado a acudir para dar explicaciones ante un comité ético que debía pensar que la fecundación in vitro era proporcionar latidos a algo parecido a Frankenstein. De hecho, uno de sus prebostes se atrevió a sugerirle que se fuera a Barcelona, Madrid o fuera de España, augurando un fracaso seguro «en este pueblecito de pescadores que es Alicante».

Pero a Rafa no solo no le asustaba el reto. Es más, estaba convencido de que si en otros lugares funcionaba la idea, él sería capaz de llevarla adelante en su tierra.

Con esa decisión, el médico que puso en marcha el primer banco de semen de Alicante, que fabricaba sus propios medios de cultivo, que peleaba día a día con la innovación al no disponer de casi nada en el mercado, dio otro paso de gigante al incorporar a su equipo a María Bonada, una bióloga de la clínica Dexeus que colaboraba durante un mes al año realizando fecundaciones in vitro, primero en Vistahermosa, y posteriormente en la clínica Bernabeu, un centro que Rafael se empeñó en construir a modo de «hospital que no lo parezca» en la avenida de la Albufera, diseñado por Lola Alonso y Javier García Solera, que recibió el Premio Nacional de Arquitectura y se convirtió en un centro clínico de referencia, admirado por especialistas de toda Europa.

La onda expansiva de la clínica Bernabeu no se queda en Alicante. Rafael prolonga su sombra con nuevos centros en Elche, Cartagena, Benidorm, Madrid, Palma de Mallorca y Venecia, que actualmente funcionan con 250 profesionales y que en 2022 completaron más de seis mil ciclos de fecundación in vitro.

Paralelamente, en Alicante crea una unidad de biología molecular y genética (Biotec), sociedad que ha puesto en el mercado varias patentes, que posee varios premios internacionales y que responde al concepto que le condujo desde muy joven a promover que la medicina debía ir siempre de la mano de la investigación y la docencia, negándose a aceptar únicamente su misión asistencial.

En la actualidad, el caso de éxito de Bernabeu ha traspasado fronteras. De hecho, el 70 por ciento de las pacientes son extranjeras procedentes de más de noventa países, entre ellos algunos tan lejanos como Singapur y Japón.

Corredor de maratones por el desierto, duro como una roca y con la fortaleza que concede haber plantado batalla a una delicada enfermedad, el ginecólogo sólo se estremece al echar la vista atrás y ver aflorar la impotencia que aparece al constatar la certeza de que muchos de los casos de fecundación que no llegaron a buen puerto a finales de los 80, hoy cristalizarían sin margen de duda en exitosos embarazos.

Como tampoco puede disimular su emoción por la aparición de esa técnica que evita las enfermedades hereditarias y elimina toda transmisión genética. O el orgullo que concede facilitar de manera gratuita a través de su Fundación la congelación y la custodia del ovocito a quien padezca una enfermedad para poder procrear una vez superada o completado su tratamiento.

Hoy, Rafa Bernabeu sigue obsesionado con la lectura, haciendo gala de aquella frase del doctor Marañón, otro de sus referentes, que tanto le caló durante la carrera: «El médico que solo sabe de medicina, ni de medicina sabe». Y de tanto en tanto rememora sus inicios al coincidir con Rafael David, un señor musculoso de 185 centímetros de altura que se gana la vida como policía local, nacido en este «pueblecito de pescadores» hace 35 años gracias a alguien que, cumpliendo con la excepción, perseveró sin desfallecer jamás para obrar el milagro hasta lograr convertirse en profeta en su tierra.