Cuando ir al banco es un maratón en Alicante

Asociaciones de pensionistas consideran que la falta de sucursales cercanas, sumada a la deriva digital de las entidades bancarias, "es una forma de aislar al jubilado"

Una señora con movilidad reducida, de camino a la sucursal bancaria más cercana

Una señora con movilidad reducida, de camino a la sucursal bancaria más cercana / INFORMACIÓN

Juan Fernández

Juan Fernández

De tener el banco a 2 minutos de casa a tener que andar meda hora para llegar a él. Este es el problema con el que tienen que lidiar muchas personas mayores con movilidad reducida tras el acelerado cierre de sucursales bancarias que acabó con 120 locales en la provincia a lo largo del último año. Este hecho ha perjudicado a un gran sector de la sociedad que encuentra en la concentración bancaria y en la proliferación de la banca online un impedimento para sus labores diarias.

La banca española ha dado un salto gigante en su digitalización en los últimos años. La pandemia agilizó, además, una transición digital que centros como el Instituto Español de Analistas y la Fundación de Estudios Financieros (IEAF-FEF) han catalogado de imparable, en una situación en la que más del 50% de los productos bancarios se contrataron por vía online.

Esta expansión digital, junto a otras cuestiones como el proceso de concentración bancario, ha conllevado una considerable reducción de oficinas dentro de núcleos poblacionales con amplia presencia de personas mayores que ha sido criticada por varias asociaciones de pensionistas y jubilados.

Ciudad de Asís es uno de esos barrios que ha visto reducido considerablemente su número de bancos. "En un plazo de cuatro o cinco años han ido cerrando todos los locales que había por aquí, ahora tenemos que ir hasta la avenida de Orihuela, donde tenemos la oficina más cercana", comenta una afectada con movilidad reducida. "Antes lo teníamos al lado de casa, a 2 minutos, pero ahora tardo media hora o más para poder sacar dinero".

El cierre de locales en el área urbana del barrio ha acrecentado, a su vez, la inseguridad de las personas mayores, que se sienten menos protegidas al tener que andar un largo trecho con la movilidad reducida que tienen y, además, con dinero: "Entre que nos cuesta andar y que lo hacemos con dinero al sacarlo del banco, nos sentimos desprotegidos". En este sentido, la señora admite que muchas personas como ella "tenemos que tener el PIN apuntado en alguna parte porque si no no nos acordamos, e incluso tenemos que depender de otra gente para poder utilizar el cajero".

Este local de Ciudad de Asís era antes una sucursal bancaria

Este local de Ciudad de Asís era antes una sucursal bancaria / INFORMACIÓN

Ángeles, otra mujer del barrio, comenta que tiene que acudir a ventanilla porque no sabe utilizar el cajero automático, pero que "desde hace un tiempo ya no quieren cobrar nada desde ahí, de hecho, la última vez que fui, el banquero me dijo que procurase enseñarme a pagar por el cajero la próxima vez". De esta forma, considera "una desfachatez que nos traten así a las personas mayores".

En barrios como Rabasa, comenta Emilia, la hija de dos personas damnificadas, nunca hubo una oficina que pudiera cubrir las necesidades de sus padres, ya mayores. Sin embargo, explica que el cierre de sucursales ha empeorado la situación del barrio, aislado y sin oficinas cerca: "Ahora mismo cualquier residente en Rabasa tiene que desplazarse hasta Los Ángeles para poder acceder a un banco, antes lo tenían en La Tómbola, pero lo cerraron".

"Tener que desplazarte de barrio para poder ir al banco es una situación bastante incómoda, la mayoría de personas mayores de Rabasa dependen totalmente de sus hijos para solucionar todo tema bancario, ya sea sacar dinero o solicitar cualquier tipo de crédito", añade Emilia. Además, indica que la banca digital es algo que sus padres no podrían controlar puesto que "hasta yo misma la encuentro fuera de mis limitaciones".

La sede provincial de la organización Unión Democrática del Pensionista encuentra esta problemática como algo muy perjudicial para las personas mayores. Entienden la deriva digital de las transacciones, pero con la necesidad de seguir manteniendo un número de locales aceptable y una garantía analógica: "Es algo que tratamos mucho con ellos en nuestras jornadas porque hay que tener en cuenta que no son una generación tecnológica".

Así mismo, reconocen que la reducción de sucursales bancarias "es algo injusto y una forma de aislar al mayor". Continúa: "Este tipo de reivindicaciones las llevamos haciendo desde hace mucho tiempo, podemos ver como en barrios y pueblos se están reduciendo los locales, y es especialmente relevante en pueblos de montaña, donde si no tienen un local cerca tienen muy complicado saciar sus necesidades bancarias".

En este sentido, desde UDP argumentan que bastaría con un simple local pequeño en este tipo de barrios o pueblos que permitiese la relación directa con los ancianos, aunque consideran que esta deriva es algo imparable: "Están preparando el terreno para que todas las transacciones sean por ordenador, y así lo único que sacamos en claro es que esta gente, que ha vivido una guerra y una posguerra, está abandonada"

De la presencialidad al teléfono

Una de las alternativas que se presentan ante esta pérdida de oficinas físicas es el uso de la atención telefónica, un tema que siguen muy de cerca diferentes entidades de carácter social. Estas asociaciones entienden que los bancos no están facilitando la incursión de las personas mayores dentro del mundo digital y que esta brecha aparece también en el uso del teléfono móvil.

Julián Pérez, presidente de la Asociación Provincial de jubilados y Pensionistas de UGT Alicante, indica la problemática que existe con la atención telefónica: "Cualquier banco tiene que ser consciente de que una persona mayor no puede estar esperando 10 minutos o más en ser atendida cuando todos sus agentes están ocupados, algunos ya han implementado la atención prioritaria para mayores de 65 años, pero la intención es que todos los hagan".

En este sentido, argumenta que la brecha digital "es un escollo que impide dar solución a los problemas de los mayores, pero es que además existen personas que, por su situación económica o por su falta de capacidades, no disponen de móviles inteligentes ni de ordenador. Solo tienen teléfonos que únicamente sirven para hacer y recibir llamadas, y que ya les cuesta utilizar. En torno al 35-40% de las personas mayores se encuentran en esta situación, por ello hay que facilitarles la situación presencial y que un banco cercano les haga las gestiones que tengan que hacer".