El tratamiento del dolor crónico avanza gracias a la implantación de neuroestimuladores
El Hospital de Sant Joan coloca estos dispositivos, que están indicados para pacientes con síndromes como la cirugía de Espalda Fallida o el de Dolor Regional Complejo (SDRC)
Los usuarios mejoran mucho su calidad de vida al mitigar un padecimiento continuo prácticamente incapacitante
La Unidad del Dolor del Hospital Universitario Sant Joan d’Alacant acaba de incorporar a su cartera de servicios la neuroestimulación medular para tratar el dolor crónico complejo. Así, ya se han implantado los tres primeros dispositivos, similares a un pequeño marcapasos, a pacientes cuya calidad de vida se veía altamente limitada por un sufrimiento continuo difícil de controlar con otros tratamientos.
"La actividad de los anestesiólogos ha evolucionado mucho en los últimos años y uno de los campos en los que se han implantado muchas mejoras es en el tratamiento y manejo del dolor crónico. Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes hemos introducido los neuroestimuladores y gracias a una intervención quirúrgica mínimamente invasiva, logramos controlar el dolor que otras operaciones incluso más invasivas no consiguen resolver", ha indicado el jefe del servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor, el doctor José Amorós Arañó.
"Con una intervención quirúrgica mínimamente invasiva, logramos controlar el dolor que otras operaciones incluso más invasivas no consiguen resolver"
El anestesiólogo Juan Fernando García Henares, especialista en terapéutica del dolor que ha realizado estas intervenciones, ha explicado que "el neuroestimulador de médula espinal es un pequeño dispositivo del tamaño de un marcapasos y muy delgado que, mediante una tecnología muy avanzada, envía impulsos eléctricos que enmascaran o interrumpen las señales de dolor que se dirigen al cerebro". Junto a García Henares han colaborado en ampliar esta cartera de servicios otros anestesiólogos como el doctor Jaime Manuel Masot y Vicente Gilabert Gomis.
Uno de estos neuroestimuladores, por ejemplo, se ha implantado a un paciente de 45 años que había sido intervenido en repetidas ocasiones de la espalda y que padecía el denominado Síndrome Postlaminectomía, con un dolor crónico prácticamente incapacitante que le impedía incluso conciliar el sueño y que no respondía a otros tratamientos. De esta forma, personas con síndrome del dolor regional complejo (puede ocurrir después de una lesión en un nervio o en el tejido de un área afectada), algunos pacientes diabéticos o personas que han sufrido una amputación son otros de los candidatos habituales a recibir estos implantes.
"Los anestesiólogos, en colaboración con otros profesionales como los psicólogos, debemos hacer una selección previa de los candidatos a ser tratados con neuroestimuladores, valorando su situación y su posible margen de mejora", ha añadido el doctor García Henares.
Terapia personalizada
Los neuroestimuladores que se acaban de implantar son programables. Una vez realizada la intervención, los ingenieros prueban multitud de tipos de estimulación. "Conseguimos de este modo una terapia personalizada, ajustamos cada neuroestimulador en función de las necesidades que observamos en cada paciente, tanto antes como después de la operación", ha indicado el anestesiólogo.
"Ajustamos cada neuroestimulador en función de las necesidades que observamos en cada paciente, tanto antes como después de la operación"
"Estos mecanismos se basan en varias teorías, como la de puerta de entrada, que indica que la transmisión del dolor no es un proceso lineal, sino que existen una especie de compuertas que lo modulan en el sistema nervioso, ubicadas en la médula espinal, y que pueden aumentar o disminuir la percepción del dolor", ha explicado Juan Fernando García Henares. "Los mecanismos son desconocidos del todo, pero se sabe que actúan a nivel espinal y supraespinal", ha añadido.
El dispositivo, que se coloca a nivel epidural, en la parte baja de la espalda de forma subcutánea, lo puede recargar el propio paciente. Así, dispone de una pequeña batería que dura 12 años y se recarga una vez a la semana. Desde la Unidad del Dolor se está haciendo un seguimiento a estos tres pacientes para ver su evolución y reprogramar, en su caso, los neuroestimuladores. "Los pacientes nos han dicho que han notado una mejoría considerable, han podido disminuir la cantidad de analgésicos que tomaban y retomar algunas actividades de su vida cotidiana como volver a jugar con su hijo o caminar sin apenas dolor".
Desde la Unidad del Dolor del Hospital Universitario Sant Joan d’Alacant se prescriben tratamientos farmacológicos, se realizan técnicas intervencionistas (bloqueos nerviosos o epidurales, radiofrecuencias), y en los casos más complicados puede emplearse la neuroestimulación o los implantes de una bomba de analgésico intratecal.
Pacientes
Juan, de 49 años, ha pasado por tres operaciones de espalda por unas hernias, y recientemente se le ha implantado un neuroestimulador para controlar el dolor. Aunque aún se está adaptando al dispositivo, ha experimentado una notable mejoría: "El dolor intenso que me irradiaba a ambas piernas ha desaparecido en una y es considerablemente menor en la otra", aclara.
Lleva consigo un cinturón en el que se introduce el dispositivo para cargar el neuroestimulador, así como un pequeño mando del tamaño de un móvil, con el que puede controlar el aparato y enviar impulsos según la intensidad del dolor que experimente.
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