Hace 50 años en Alicante: fin a la Edad de Piedra del Cocó

El Ayuntamiento limpia la totalidad de la playa del Postiguet, llena de cantos rodados y suciedad

Hace 50 años en Alicante: del 4 al 10 de marzo de 1974. "El fin a la edad de piedra en el Postiguet"

Perfecto Arjones

Ramón Pérez

Ramón Pérez

Entre el varadero de 1900 y el chill out del siglo XXI, el Cocó pasó su particular Edad de Piedra. Desaparecidas las embarcaciones, los aperos, el olor a pescado, las cuerdas y las manos ajadas de los hombres de entonces, morenos todos en las fotos de Sánchez y sus coetáneos; en 1974 el Cocó –y por tanto, buena parte del Postiguet- era una extensión pedregosa que comenzaba a molestar al alicantino y al turista. No por su singularidad, muchas playas continúan teniendo la piedra como seña inequívoca, sino por la suciedad y el descuido que campaba en la zona. En marzo de aquel año el Ayuntamiento de Alicante, a petición del concejal Tomás Tarruella, tomó la decisión de limpiar la playa de piedras y cantos rodados. El alcalde tranquilizaba a quienes argüían que esa operación restaría dimensiones a la playa: «No se perderá ni un centímetro del Postiguet». Aquella semana los técnicos de Obras del Puerto comenzaban el análisis sobre el terreno. Era el fin de la Edad de Piedra de un Cocó que luego viviría su particular Edad del Metal porque Azucena Martín-Dorado, la principal exponente femenina del heavy español de los ochenta, regentaría el pub El Pirata sobre dicha playa en los años noventa.

El mar y su gente seguían siendo protagonistas en aquel mes de marzo de 1974, donde la pesca vivió un verdadero drama. El aumento del precio de más de un 200 % de los carburantes había roto la baraja: 281 embarcaciones y 1796 pescadores alicantinos se quedaban en paro. Los nuevos costos hacían antieconómica la pesca para la mayoría de ellos y el problema no parecía fácil de resolver. Pronto el dilema pasaría al día a día de la población y, por supuesto, a los mercados municipales, donde ya no había pescado del día. Sería entonces el momento de los empresarios de los productos congelados, que aseguraban que habría suficiente abastecimiento hasta que el entuerto se solucionara.

Directamente relacionado con el drama de la pesca estaba la crisis del petróleo y no sólo los pescadores se rebelaban, también los ciudadanos de a pie. Los alicantinos comenzaban a aficionarse a la moto, que consumía menos que el coche, pero la noticia que abría páginas en INFORMACIÓN era la de que los alicantinos que utilizaban el coche para trabajar habían comenzado a pedir un aumento de precio del kilometraje a sus respectivas empresas. Si no, los números no salían. Entonces, el litro estaba a 20 pesetas. Quién las pillara.

También llegaban quejas desde el matadero, donde los 16 trabajadores que había en nómina no daban abasto. El problema, que los carniceros querían que la matanza se efectuara sólo en tres días a la semana (lunes, miércoles y viernes) para así disponer sólo de la carne que pudieran vender. Un punto de vista comercial que afectaba, sin embargo, al matadero porque el trabajo se les acumulaba a los matarifes en esos tres días, mientras que los martes y los jueves sobraba personal. La voz de alerta llegó a la ciudad un lunes en el que no había hígados, despojos y demás partes menudas. El Ayuntamiento, como municipal que era el matadero, decidió intervenir. El concejal Ambrosio Luciáñez asumió las riendas de la negociación porque Alicante, que ya andaba justa de pescado, no podía permitirse falta de stock en la carne.

Aquellos días era efectiva la subida de precio de los billetes de autobús urbano a cinco pesetas. Masatusa se escudaba en la crisis del petróleo. La empresa tenía en circulación en Alicante a 75 autobuses; 64 de línea, siete de colegios, uno que daba servicio al puerto y tres para servicios especiales. Además, disponía de 19 en reserva por diferentes motivos: averías o en reserva en diversos puntos de la ciudad.

En la provincia el gran tema era la construcción del nuevo estadio del Elche, que finalmente se inauguraría en 1976. En marzo de 1974 la noticia era que ya estaba concretado el primer paso: el club franjiverde había adquirido unos terrenos en las cercanías de la carretera de Alicante. El viejo Altabix se le había quedado pequeño (sólo disponía de 15.000 localidades) a un Elche que llevaba en Primera trece de las últimas quince temporadas.

Desde Elda se escribía sobre la Ficia (la feria internacional de calzado e industrias afines), a la que había llegado una comisión comercial japonesa. «No venimos a comprar, sino a aprender», decían los nipones. En esos días de feria se impusieron varias medallas de oro a antiguos ejecutivos e incluso los organizadores visitaron a Franco. Aunque sin lugar a dudas, el suceso más impactante de aquellos días era la proeza de una mujer leonesa afincada en Alicante, María Basilisa García de Omar, que para esquivar la crisis del petróleo acababa de inventar y patentar un motor que iba con aceite de girasol.

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