Veinte mujeres que mueven Alicante

Las alicantinas se encuentran presentes en casi todos los ámbitos laborales, sociales y culturales y representan más del 50 % de las contrataciones en sectores como la educación, sanidad o ciencia

Alicante es sinónimo de mujer. Así lo reflejan no solo los datos, casi un 52% de la población alicantina es femenina, sino también las miles de mujeres que diariamente ponen en marcha el funcionamiento de los sectores laborales que componen la ciudad y que hacen que el municipio funcione a pleno rendimiento. 

No solo la ciudad en su conjunto es mayoritariamente femenina, por barrios puede contemplarse cómo las mujeres tienen una mayor presencia en zonas como Playa de San Juan, Carolinas Altas o Virgen del Remedio donde, precisamente, María Eva Coloma ejerce como presidenta de su asociación vecinal. «En mi asociación la lucha por las mujeres ha sido una constante. Como presidenta no me han hecho de menos, pero si lo hubieran hecho habría puesto el grito en el cielo», según apunta Coloma. 

Como ella, son muchas las que forman parte activa del entramado social de Alicante, y cada vez son más las que se animan a ostentar los cargos de representación más altos. Gabriela Córdoba es, desde hace un año, la presidenta de la Asociación de Restaurantes de Alicante y asegura que las mujeres deben dar un paso más: «Las que nos dedicamos a la hostelería nos falta creérnoslo más, a veces nos cuesta ver que somos importantes, pero somos capaces de todo como los hombres». 

Esta representación femenina llega también a otros ámbitos de la ciudad en los que históricamente no han tenido tanta presencia, como al de la Semana Santa, donde mujeres como Laura Méndez, hermana mayor de la cofradía de «El Morenet», cada vez están más presentes. «En un barrio como el Raval Roig que una mujer fuera hermana mayor era complicado, pero se ha hecho un buen trabajo», señala. Así también en las Hogueras, donde fotógrafas como Ana Cortés mantienen vivo con su trabajo una de las tradiciones festeras más arraigadas de la ciudad. «Durante años he sido la única fotógrafa en muchos actos. Para ser fotógrafa tienes que ser fuerte, tiene una parte psicológica muy importante», según asegura. 

Todas ellas construyen una ciudad en la que las mujeres puedan verse representadas, empezando por las jóvenes. En este aspecto trabaja Ariadna Vega, presidenta del Consell de la Joventut de Alicante, que asegura que «en el asociacionismo juvenil, la lucha de la mujer por participar en los espacios de toma de decisiones siempre ha estado muy activa, aunque no siempre es así». Las más jóvenes también actúan transformando la ciudad con sus propias manos. Marina Payá es restauradora y participó en la reparación de la emblemática fuente de Luceros. «Soy la más joven de mi equipo y noto que el trabajo está bastante equiparado por sexos. Es un trabajo muy físico, pero nosotras podemos hacer de todo», explica. 

Un Alicante en la que, además, las mujeres racializadas no solo están presentes, sino que su labor puede encontrarse en todos los ámbitos, como en el Ayuntamiento de Alicante, donde Bárbara Sila ejerce como inspectora de protección animal. «Llevo más de 25 años trabajando como funcionaria municipal y sigo siendo la única mujer racializada en la administración local. Creo que falta visibilizar que la función pública es algo accesible en la que el color de piel o tu género no son un problema», añade.

Una ciudad en la que el esfuerzo de las mujeres ha ayudado a cambiar el panorama deportivo, como el de Nadia Campisi, jugadora de vóley playa profesional. «Tengo la sensación de que siempre he tenido que romper con todo, empezamos en un Alicante que no tenía ninguna pista y ahora Playa de San Juan es una explosión».

De lo más grande a lo más pequeño, las mujeres alicantinas ya están presentes en todos los sectores laborales con los que cuenta la ciudad. Entre ellas, Victoria Gomis es la incorporación más reciente del cuerpo municipal de Bomberos de Alicante. «Como soy nueva quiero verlo todo, desde cerrajería a mecánica hidráulica. No tenemos que ser nosotras las que nos pongamos los límites», admite la funcionaria. 

Eso pensó María Isabel Pellicer, teniente de la Guardia Civil, jefa del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) en la provincia de Alicante, cuando hace más de 35 años hizo las pruebas para pasar a ser una de las primeras integrantes femeninas del cuerpo de la Guardia Civil. «Cada vez somos más mujeres, pero sigue siendo un trabajo complicado para las mujeres porque ascender significa un cambio de destino y supone un freno para muchas mujeres». 

Otro cuerpo en el que la presencia femenina se ha ido incrementando con los años es en la Policía Nacional. En Alicante, Berta Sevillano, inspectora jefa de la Policía Nacional y jefa de sección de la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) en Alicante, destaca que «en la atención a víctimas de violencia de género las víctimas suelen preferir hablar con otra mujer».

Otra pionera en su puesto fue Raquel Ortiz, taxista alicantina desde los 21 años, que asegura que cuando empezó los clientes pensaban que «le había robado el taxi a mi padre». «Tenemos que darnos valor, sabemos que lo hacemos bien y es un trabajo que te permite disfrutar y conocer sitios nuevos», agrega. 

La misma situación, pero como conductora de autobús de Vectalia es la que de vez en cuando vive Maite Fernández. "Conducir un autobús es una aventura, puede pasarte algo nuevo cada día. Todavía hay personas que se sorprenden de ver a una mujer conduciendo un autobús, pero cada vez somos más las que nos dedicamos a esto, es un trabajo que te permite conciliar y estar con tu familia".

Una sorpresa que no debería de serlo en otro tipo de profesiones, como en el socorrismo, donde cada vez «hay más mujeres sobre la arena», como explica Sara Ruiz. «En este trabajo da igual tu género, lo que importa es tu capacidad de respuesta ante las emergencias», apunta la socorrista.

No todas han tenido un camino tan fácil para abrirse paso en un mundo dominado por hombres. Fátima Pajares, tatuadora, subraya que en su profesión sigue siendo muy importante reivindicar una posición de igualdad. «Antiguamente, el papel de la mujer en el mundo del tatuaje era el de modelo, pero en este trabajo tú decides lo que vale tu trabajo», afirma la profesional. 

Pero si hay una profesión liderada por mujeres que ayuda y empuja a otras a emprender podría ser la de florista. Aurora Domenech señala que «ahora mismo hay un mayor reconocimiento de la importancia del empoderamiento, lo que ha influenciado positivamente mi experiencia como mujer emprendedora». 

Pese a ello sí que existen ciertos sectores que se encuentran más feminizados. Es el caso de las actividades sanitarias, donde el 72% de las trabajadoras ya son mujeres. Un hecho que se deja notar en los hospitales de la provincia, como apunta Elena Díaz, jefa del servicio de Urgencias del Hospital de Sant Joan: «La medicina se ha convertido en una profesión femenina aunque todavía quedan por realizar avances en conciliación». 

En la misma rama sanitaria, María Roig, enfermera, destaca que «aunque ha habido avances significativos en la igualdad de género en la enfermería, todavía existen desafíos y brechas que deben abordarse para lograr una verdadera equidad».

Le sigue de cerca el sector de la educación, donde casi el 65% de las empleadas son mujeres. Como ellas, Ana Andújar, que señala que, pese a los avances «la mayoría de las mujeres se concentran en Infantil y Primaria mientras que en la ESO o Bachiller la mayoría de profesores siguen siendo hombres».

Un sector en el que los porcentajes han dado un vuelco es de las actividades científicas y técnicas, en el que las mujeres ya representan el 54% de las empleadas. Cada vez son más las que se animan a incorporarse a estas profesiones como explica la ingeniera Ana Gil: «Las mujeres estamos pediendo el miedo, aunque la conciliación sigue siendo un tema pendiente».

Pese a todos los cambios, las mujeres siguen poniéndose trabas, según indica la investigadora y catedrática en Salud Pública en la UA María Teresa Ruiz. «En investigación las mujeres seguimos siendo más precavidas, pedimos menos proyectos y menos dinero y eso acaba repercutiéndonos, tenemos que empoderarnos».