El Despojado: un trono principal completo en el 25 aniversario

La hermandad agustina de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras conmemora este año el 25 aniversario de la fundación. Y lo hace completando el paso de misterio que da nombre a la hermandad con la incorporación de la imagen del soldado romano Longinos. Una figura relevante, puesto que fue el soldado romano que traspasó el costado del cuerpo de Jesús con su lanza, según la tradición.

Una figura relevante para los agustinos, puesto que su cuerpo está enterrado en la iglesia de San Agustín de Roma, como explica el hermano mayor del Despojado, Juan José Sellés: «Sucede que a Longinos nos unen muchas cosas. Nos da mucha ilusión poder estrenar la imagen y es espectacular. Se nota la evolución de Ramón Cuenca desde sus primeras imágenes hasta ahora».

Un cambio que también les ha obligado a modificar el trono: «Ya no puedes hacer que el principal sea el romano, así que ha tocado ponerle el resplandor al Jesús Despojado y hemos tenido que vestir todo el trono y recolocarlo».

En su 25 aniversario, la hermandad agustina está de enhorabuena por haber subido su censo por encima del medio millar: «En el acto del pasado sábado dimos más de cincuenta medallas y, de los más de cien hermanos fundadores, 67 siguen en este aniversario». Relata Sellés sobre el pregón, en el que también estuvo presente el imaginero Ramón Cuenca, que no solo ha elaborado al Longinos, sino también al resto de obras que procesiona la hermandad: «Después de veinte años, tenemos el trono completo con las cuatro figuras. Queríamos que no fuera cualquier romano, sino Longinos, quien atravesó a Cristo con la espada».

Su procesión es reconocible por el paso por numerosas calles estrechas del Casco Antiguo. Un recorrido que tiene su origen en la primera localización de los Agustinos en Alicante, en el entorno de la Ermita de San Roque.

Desde ahí parte la procesión. Sellés destaca varios momentos para quien quiera acudir a verla: «La salida desde San Roque y el encuentro son muy emocionantes. En el encuentro es fácil que se llore. Después se bajan todas las calles estrechas, porque no hay otra manera hasta el encuentro con las madres agustinas», indica el hermano mayor. Una vez allí enfilan la carrera oficial hasta acabar en la Concatedral: «El momento que más nos distingue creemos que es el de San Nicolás. Tras cinco horas se baila a la Virgen haciendo aún más esfuerzo y, una vez dentro, todos acabamos y nos emocionamos por un año más».