El cierre de locales y la inseguridad expulsan a los menores del ocio nocturno en el Barrio de Alicante

Vecinos y hosteleros coinciden en que las redadas policiales han contribuido a atajar tanto el botellón como la venta de alcohol a adolescentes

Los jóvenes ahora prefieren locales situados en San Vicente del Raspeig y Playa de San Juan

La plaza de Quijano, en el Casco Antiguo, un sábado de este mes de marzo en torno a la medianoche. | HÉCTOR FUENTES

La plaza de Quijano, en el Casco Antiguo, un sábado de este mes de marzo en torno a la medianoche. | HÉCTOR FUENTES

Alejandro J. Fuentes

Alejandro J. Fuentes

Cualquier joven (y no tan joven) de Alicante sabe que el Barrio, como se conoce popularmente al Casco Antiguo, ha sido siempre el entorno por defecto para «debutar» en el mundo de la noche. Míticos locales y salas de fiesta que han visto divertirse a varias generaciones de alicantinos, padres e hijos que pueden contar anécdotas (con algunos años de diferencia) que tuvieron lugar en establecimientos como el Callejón o la chupitería La Sede.

La misma plaza, el viernes 19 de enero de 2018, repleta de jóvenes ante la presencia de la Policía Nacional. | ALEX DOMÍNGUEZ

La misma plaza, el viernes 19 de enero de 2018, repleta de jóvenes ante la presencia de la Policía Nacional. / ALEX DOMÍNGUEZ

Sin embargo, en los últimos años la situación parecía descontrolada: adolescentes cada vez más jóvenes que eran mayoría en las noches de los viernes, botellón en los alrededores de los negocios para molestia de los vecinos, peleas en las calles del entorno y serios problemas de seguridad que hacían de las noches donde no se producía ningún robo, la excepción.

A medida que el ocio nocturno copado por los menores «conquistaba» más espacio dentro del Barrio, los vecinos perdían la paciencia y llenaban sus balcones de carteles en contra de los pubs y reclamando que se respetasen las horas de descanso.

Un conflicto que, después de años «in crescendo» terminó de la noche a la mañana. Una macro-redada en la que participaron agentes de la Policía Nacional y la Autonómica se saldó con más de una veintena de sanciones por consumo de alcohol en la vía pública, así como otras sustancias ilegales, y también aplicó multas de hasta 60.000 euros a algunos locales, lo que motivó el cierre de los establecimientos. A partir de ese momento, según relatan clientes, hosteleros y vecinos, la presencia policial fue más recurrente, lo que ha terminado disuadiendo a los más jóvenes de acudir a la zona donde, hasta ahora, realizaban botellón hasta altas horas de la madrugada.

Alejandro Hernández, un adolescente que solía acudir a la zona, confirma que en los últimos meses ha detectado un aumento de la presencia policial: «Te encontrabas una redada más o menos cada dos semanas». Lo que supone, especialmente para los menores de edad, exponerse a multas por consumo de alcohol. Un incremento de la vigilancia que se tradujo en que «los últimos meses antes de que cerraran algunos bares mucha gente ya empezó a dejar de ir». Para los más mayores, apunta, el problema era otro: la falta de control de acceso. «Los porteros y locales no eran muy estrictos a la hora de pedir el DNI y acababa colándose gente incluso de 13 años».

En la misma línea, Carlos Arjones, que acaba de cumplir 18 años, también atribuye al incremento de la presencia policial el motivo de la «desaparición» de los menores: «Cada semana, cuando ibas al Barrio, veías un furgón más, un par de motos... Poco a poco te dabas cuenta de que había más policías». Aunque el joven también apunta hacia otro grave problema: el de la inseguridad.

«La zona se estaba poniendo muy complicada, peleas en la puerta de los locales, robos... Al final había que tener cuidado», lamenta. Igualmente, Hernández coincide con su compañero de generación y resalta que «los robos de móviles ocurrían semana tras semana» aprovechando que «algunas personas bajo la influencia del alcohol eran muy susceptibles a robos».

Cambio de modelo

Con el nuevo panorama, buena parte de los negocios del Barrio han optado por reconvertir su modelo hacia la hostelería tradicional, más cercana a la restauración y lejos del concepto de discoteca. Alfonso Escandell, portavoz de la Asociación de Comerciantes del Casco Antiguo y propietario de diferentes establecimientos señala que «los negocios han cambiado mucho» puesto que «ahora ya no hay botellón de jóvenes, sino que hemos planteado una oferta de mayor calidad». Un modelo con el que buscan, no solo incrementar sus ingresos al dirigirse a un público con mayor poder adquisitivo, sino también rebajar la tensión con los vecinos, en pie de guerra desde hace años por el problema del ruido del ocio nocturno: «La gente ha estado equivocada todo este tiempo, decían que el problema del ruido eran las terrazas y en realidad era el botellón. Ahora que no hay menores armando follón por las calles, las terrazas ni se oyen. Es gente que quiere tomarse una cerveza y charlar tranquilamente», apunta.

Por su parte, el presidente de la asociación vecinal del barrio, Joaquín Gangoso, reconoce que las multas y el cierre de algunos negocios «conflictivos» ha reducido considerablemente el problema que había en la zona, aunque no lo ha eliminado por completo: «Todavía viene gente de Erasmus que se queda armando follón hasta la madrugada», indica. Por ello, Gangoso sigue reclamando al Ayuntamiento que tome medidas, principalmente la aprobación de la ordenanza contra el ruido, en un cajón desde su aprobación inicial a finales del pasado mandato. «Eso permitiría adelantar el cierre de los locales que siguen operando en tres o cuatro calles. Es un problema muy focalizado». Por lo que respecta a la propuesta de adelantar la bajada de persiana, Alfonso Escandell se muestra comprensivo, pero pone condiciones: «A mí no me parece mal que se adelante el cierre, pero tiene que ser para todos igual. Si a nosotros nos obligan a echar a la gente a una hora pero en Castaños o en otros sitios pueden quedarse hasta más tarde, lo que están haciendo es favorecer la competencia desleal», critica.

¿Dónde han ido?

Pese a que ya no se les suele ver por el Barrio, eso no significa que los jóvenes hayan dejado de salir.

Los adolescentes apuntan que, ahora, los locales de moda para los menores de edad son otros. Establecimientos donde el control de acceso es menos estricto o tienen mayor facilidad para acceder al consumo de alcohol. Estos locales, muy populares entre los chicos y chicas de 15 y 16 años, se encuentran principalmente en San Vicente del Raspeig y Playa de San Juan.

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