Benidorm busca a los primeros rastreadores del Tossal

El Archivo Municipal inicia una campaña para identificar a la cuadrilla de peones que en 1965 participó junto al arqueólogo Miquel Tarradell en las excavaciones del yacimiento de La Cala, coincidiendo con una nueva intervención en busca de más vestigios

Imagen de la cuadrilla de peones que participó en las excavaciones del Tossal junto a Tarradell en 1965 y que el Consistorio ahora quiere identificar.

Imagen de la cuadrilla de peones que participó en las excavaciones del Tossal junto a Tarradell en 1965 y que el Consistorio ahora quiere identificar. / INFORMACIÓN

R. Pagés

R. Pagés

Cuatro hombres. Tres de ellos miran directamente a cámara; pero el rostro de uno queda parcialmente tapado por la silueta de su compañero. Llevan camisas claras y gorras para protegerse del sol, además de picos y palas para excavar el terreno donde veinte años antes José Belda Domínguez, el pare Belda, había ubicado los restos de un poblado íbero que podría pertenecer al siglo IV anterior a Cristo. En otra imagen, tan solo se ve a tres de estos hombres cavando sobre un escarpado terreno y, además, a ellos se ha unido un niño con pantalón corto y camisa a rayas, que se tapa la cara con las dos manos en el momento en que se acciona el disparador de la cámara.

Dos fotografías y muchas incógnitas sobre algunos de los primeros rastreadores del yacimiento del Tossal de La Cala, en Benidorm. Ahora el Consistorio ha iniciado una campaña para poder identificarlos

El Archivo Municipal ha localizado y difundido dos imágenes en las que se observa a la cuadrilla de peones que colaboró con el arqueólogo Miguel Tarradell en la intervención llevada a cabo en este yacimiento en 1965 para investigar los restos del que entonces se consideraba un poblado íbero en el que, entre otros, fue localizado el famoso busto de la diosa Tanit que a día de hoy está expuesto en el MARQ.

El objetivo es poder identificar a estos operarios y, además, localizar a sus descendientes, familiares o personas que los conociesen y que pudieran aportar información sobre los trabajos que estos hombres realizaron en el Tossal y todo lo que les contaron sobre los mismos. «Sabemos que es una misión difícil, pero hay que intentarlo», explica la concejal de Patrimonio Histórico, Ana Pellicer, que indica que este tipo de aportaciones son «cruciales» para poder trazar la otra historia, la más desconocida y a la vez la más humana.

Reescribir la historia

La búsqueda de identidad de estos cinco personajes ha sido promovida por el área de Patrimonio Histórico coincidiendo con el inicio de una nueva campaña de excavaciones para intentar localizar más vestigios en zonas que hasta ahora nunca se habían explorado.

Otra de las fotografías de aquellas excavaciones localizadas por el Archivo Municipal, donde también aparece un niño que se tapa la cara ante la cámara.

Otra de las fotografías de aquellas excavaciones localizadas por el Archivo Municipal, donde también aparece un niño que se tapa la cara ante la cámara. / INFORMACIÓN

Y se ha desarrollado en colaboración con los profesores de la Universidad de Alicante (UA) Jesús Moratalla y Feliciana Salas, que dirigen desde 2013 la excavación de este yacimiento, cuya investigación ha sido clave para dar un giro de 180 grados a la historia del Tossal que se conocía hasta ahora. 

De hecho, estas intervenciones han permitido saber que este privilegiado enclave no solo acogió un pequeño poblado íbero sino que también fue el emplazamiento de un fortín militar romano de la etapa tardorrepublicana, un «castellum» construido en el I a.C. para dar cobijo a las tropas del general Sertorio, que en la actualidad representa la construcción militar de este periodo mejor conservada de cuantas existen en la península y la que más datos puede aportar a los historiadores. 

La edil de Patrimonio Histórico ha explicado que todos los datos que se obtengan, tanto de estas imágenes como de los propios trabajos de campo, van a ser «fundamentales para seguir poniendo en valor este enclave», en el que el Consistorio está desarrollando un ambicioso proyecto de musealización, ahora con fondos de la UE, a través de un Plan de Sostenibilidad.

El mismo incluye la incorporación de nuevas tecnologías, realidad virtual o visitas guiadas y teatralizadas para hacer aún más real la experiencia de los visitantes. «Tenemos un yacimiento único y ahora, además, ofrece la posibilidad de visitarlo en un ‘abierto por obras’, donde el público puede ser protagonista y testigo en tiempo real de cualquier hallazgo que pueda ocurrir en las excavaciones», concluye Pellicer. 

Un yacimiento único

Los restos del acuartelamiento romano del Tossal de La Cala representan uno de los "castellum" romanos mejor conservados de todo el territorio nacional y el que hasta la fecha más información ha dado a los investigadores sobre cómo se construían las fortificaciones militares en el siglo I antes de Cristo.

Zona en las que se está excavando actualmente en busca de nuevos vestigios.

Zona en las que se está excavando actualmente en busca de nuevos vestigios. / David Revenga

Y eso a pesar de que hasta hace muy poco tiempo apenas había datos que apuntaran a que los restos arqueológicos ubicados en lo alto de este promontorio tenía su origen en el la etapa tardo-republicana del imperio Romano. Muy al contrario, hasta hace ahora una década, cuando se iniciaron las excavaciones arqueológicas promovidas por el Ayuntamiento y la Universidad de Alicante, se creía que los restos hallados en esta zona pertenecían en exclusiva a un poblado íbero datado en el siglo IV a.C. Entre los indicios que reforzaron esta teoría se encuentra el hallazgo del famoso busto de la diosa Tanit.

Ahora, los investigadores creen que íberos y romanos pudieron llegar a convivir en este enclave, construido entre los años 80 y 70 antes de Cristo, que obligó a reformular toda la teoría que hasta hace bien poco se tenía sobre quiénes habitaron este promontorio en la antigüedad.

Y, gracias a las distintas actuaciones llevadas a cabo hasta la fecha, se han podido descubrir numerosos datos de valor, que ya apuntó hace más de siete décadas el Pare Belda, como la configuración arquitectónica del propio fortín, las distintas estancias y las puertas que daban a las habitaciones, la calzada central del acuartelamiento, parte de la muralla o distintos objetos que servirían para el uso de los soldados destinados al mismo, como una moneda del siglo II a. C.