Por la boca se te escapa gran parte de tu energía vital. ¿Es verdaderamente necesario que hables tanto a lo largo del día? ¿Eres consciente de todo lo que dices?

Vivimos una época en que la palabra nos desborda, en la que hablar se ha convertido en vicio, algo tan absurdamente automático que ha perdido su función principal, la de comunicarnos con los demás. Paradójicamente el parloteo se está convirtiendo en un verdadero obstáculo para la profunda comunicación entre los seres.

Estamos empleando los discursos en gran medida para protegernos y tomar distancia de nuestros interlocutores, para no responsabilizarnos de lo que en esencia somos y nos ocurre. Para echar balones fuera.

Gran parte del tiempo que dedicas a la conversación está enfocado en la queja, la crítica, el refuerzo de tu propia opinión sobre algo o la defensa frente a la opinión de los demás, poco más.

El silencio está en extinción, al igual que las miradas mensajeras. La verborrea inunda cualquier lugar en cualquier espacio.

Haz la prueba, dedícate un día a escuchar de qué hablamos los humanos. Ese maravilloso don que se nos ha regalado lo estamos pervirtiendo hasta tal punto que los animales nos están superando en capacidad comunicativa esencial.

“Burden of the Albatross" by Eugenia Loli

¿Es necesario hablar siempre y tanto?

Oblígate a callar como ejercicio, ni siquiera te propongo que escuches, simplemente prueba a callarte, a intervenir lo mínimo a lo largo de un par de jornadas, verás todo lo que aprendes. Surgirá en ti la pequeña llama de la conciencia, darás tu permiso a que otra voz interna y sabia tome el protagonismo.

No hablar, no intervenir, es un ejercicio muy sano de limpieza mental, de no resistencia a lo que es y lo que viene. Entrénate en emplear el lenguaje como herramienta no como escudo o sierra, no como arma o abrigo.

La palabra en acción es una manera muy poderosa de cambiar tu forma de ver el mundo.

Te invito a hablar menos y sentir más, pronto se te revelará un espacio de calma que te empujará a vivir más consciente, más tranquilo, más presente, en donde el batiburrillo de consonantes, vocales y mayúsculas darán paso a mensajes que nacen del ser, del corazón mismo de la vida, mensajes sencillos e inconfundibles que nacen desde tu centro.

Deja de emplear el lenguaje como defensa o ataque y empléalo como ese tesoro que la fuente nos brinda para hacernos expresar el amor por la vida y la materia que nos envuelve.

Hablar como anestesia del alma

Aquellos que hablan demasiado viven en el caos mental y necesitan una válvula de escape, quizá necesiten estar fuera de sí evitando mirar hacia dentro, hacia cómo están gestionando su vida.

Últimamente noto cierto distanciamiento de las conversaciones profundas, las conversaciones en las que te abres completamente al otro sin prisas, sin distracciones, de corazón a corazón, de alma a alma, sin móviles, ruidos, ni nadie esperando después. Sin necesidad de imponer tu criterio y sin necesidad de ir construyendo una respuesta a medida que el otro se abre a ti con sus palabras. Las conversaciones se han convertido en fragmentarias, se habla de todo al mismo tiempo, no se habla de nada.

Cállate, y escucharás quien verdaderamente eres.

¿Cuánto de lo que expresas es prescindible? reaprende a hablar cuando realmente sea necesario y a callar, para esperar a que la voz de tu conciencia sea la precisa en el momento necesario.

¿No soportas la presencia de alguien cerca sin mantener una conversación? Prueba, experimenta, permítete no hablar. Darás espacio a que otro tipo de comunicación entre a formar parte de tu vida. Manera 18 de conectarte a la fuente: Cállate.