El incómodo momento de una familia al esparcir las cenizas de un fallecido en un castillo de Alicante

Una de las presentes en el acto fúnebre ha detallado cómo fue la reacción de la viuda al ver lo ocurrido 

Una mujer con una urna funeraria en una imagen de archivo junto a una fotografía de la muralla y entrada del castillo de San Fernando de Alicante

Una mujer con una urna funeraria en una imagen de archivo junto a una fotografía de la muralla y entrada del castillo de San Fernando de Alicante / INFORMACIÓN

El viento suele jugar malas pasadas, algunas tan embarazosas como la que ocurrió a un hombre durante el funeral de un amigo celebrado en Alicante. Ha sido la hija del afectado quien ahora, con la excusa del temporal que está azotando gran parte del territorio nacional, ha recordado en su cuenta de Twitter una anécdota que deja una valiosa lección: una dosis de humor siempre es necesaria, en la vida y también, en la muerte.

Mercedes, que es el nombre de la mujer que ha compartido este singular suceso, explica en apenas cuatro líneas un evento fúnebre que ha conquistado a la red. El tuit supera ya los dos millares de interacciones y ha recibido innumerables comentarios. Precisamente, en respuesta a uno de ellos, la autora de la publicación aclara que los hechos se registraron en el castillo de San Fernando, lugar escogido para liberar las cenizas del finado. ¿El motivo? Esta fortificación -al contrario que la de Santa Bárbara- "no tenía vigilancia", tal como ha confesado la participante en el improvisado y luctuoso acto, que terminó siendo más divertido de lo esperado.

Quizá lo agradable del instante no estuviera en lo sucedido en sí, sino en la reacción de la principal allegada del fallecido, la viuda, que exhibió, quien sabe si con una mezcla de inocencia y culpabilidad, una gran ocurrencia cuando se produjo el incidente. Fue la mujer del difunto quien se encargó de esparcir las cenizas de su marido. La situación la explica a la perfección la testigo y también narradora del suceso: "Con todos en silencio la viuda abre y tira las cenizas". Pero entonces, un invitado, no sé sabe hasta qué punto inesperado, acudió al evento. 

"En ese momento cambió el viento y las cenizas fueron al traje negro de mi padre", que como amigo del fallecido, presentó sus máximos respetos yendo vestido para la ocasión. La reacción de la viuda estuvo a la altura de las circunstancias y, al contemplar lo que antaño fue el cuerpo de su marido tiñendo de gris la solemne indumentaria del hombre, relajó la situación con un tan espontáneo como necesario: "Él siempre te quiso mucho".

El incómodo momento fue acompasado por una amable carcajada general de los presentes en el acto que seguramente ayudó destensar el ambiente. Las risas compartidas fueron al broche final de un sin duda cálido último adiós en honor a un ser querido, cuya última voluntad quizá fuera que sus allegados afrontaran el dolor de su pérdida, como lo hicieron, de la mejor manera. Eso sí, el peculiar episodio sí dejó un claro perjudicado: el traje sobre el que se posaron las millones de partículas del fallecido y que tuvo que ir "derecho a la tintorería". Así lo ha revelado, en contestación a otro de los muchos comentarios que ha recibido, la artífice de hacer llegar a miles de personas una sencilla historia a la que resulta difícil negar una sonrisa.