Del buen deseo a la realidad imprecisa

Balance de la Feria Taurina de Hogueras 2023

Roca Rey marcó un nivel muy alto ante un buen toro de Victoriano del Río.

Roca Rey marcó un nivel muy alto ante un buen toro de Victoriano del Río. / HECTOR FUENTES

Jorge Villar

Jorge Villar

Se nos ha pasado otra feria, la de 2023, como agua entre las manos. Uno espera con tanto deseo la llegada del verano por las Hogueras y su pólvora, sus monumentos y sus festejos taurinos, y en un suspiro ya pasó.

Toca recordar qué quedó de poso en la memoria después de ocho tardes ininterrumpidas de toros. Desde la primera de rejones, en la que Diego Ventura volvió a demostrar por qué ocupa el puesto cimero en el escalafón, aunque precisamente no cortara las orejas al toro con el que rayó a mayor altura. Le acompañó en la salida a hombros Andy Cartagena, en esta ocasión más discreto y montando un circo para conseguir la oreja que le posibilitaba acompañar a Ventura de una manera un tanto vulgar, impropia de alguien con su curriculum. Cuesta recordar lo que hizo Lea Vicens.

También nos ilusionamos con los alumnos de la escuela taurina el lunes y el martes. Daniel Encinas El Potro, Alejandro Troya, Bryam Segurita y Javier Cuartero demostraron que a veces, en medio del desierto, también se puede ser feliz. Mira que lo tienen difícil, porque Alicante es tierra de toreros, no cabe duda, pero no de toros, y ver un pitón para entrenar resulta casi milagroso. El miércoles se confirmó esta idea, pues Santiago Esplá y Borja Escudero no pudieron brillar a gran altura ante una encastada novillada de Zacarías Moreno. Como cualquier actividad en la vida, si uno no practica, difícilmente puede evolucionar. Merecen más oportunidades, sin duda, porque tienen calidad y afición más que contrastadas. Esa tarde se llevó el gato al agua el debutante Kevin Alcolado. Un gran novillo de vuelta al ruedo al que entendió a la perfección en ritmo y distancias. No es fácil estar a la altura de un ejemplar de tanta calidad. Presentación y puerta grande, todo un sueño cumplido. Habrá que seguir su evolución.

Mala suerte

Vaya por delante la mala suerte que ha tenido la empresa este año. El diseño de la feria era más que loable, con varios hitos que permitían decir que era un serial de los más rematados que se recuerdan. La operación de Manzanares y la cogida de Morante de la Puebla tumbaron dos de esos puntos culminantes, y aun así suplieron esas bajas más que dignamente. Luego las cosas han salido como han salido, que los toros son así, pero pocas pegas en la gestión se le pueden poner a Nacho Lloret. Dolió la floja entrada la tarde del 24. No siempre los buenos planteamientos acaban obteniendo el éxito esperado.

Ocupación más que aceptable algunos días.

Ocupación más que aceptable algunos días. / HECTOR FUENTES

Y en cuanto a las corridas de toros, lo cierto es que no hay un rotundo triunfador del que se vaya a recordar su labor para la posteridad. Quizá se habrían cortado más orejas, pero hay que ver qué desviaditas han ido las espadas esta feria. De ladeadas, caídas y bajas ha habido en el abanico del cronista en todos sus matices. Salvo una de Luque y otra de Rafaelillo, poco para salvar. Y se escucharon muchos avisos. Demasiados. En cuanto a los toros, tampoco podemos hablar de un ejemplar rotundamente bueno. El encierro de Daniel Ruiz para el día del santo resultó tedioso. Ni Cayetano, ni Emilio de Justo ni Juan Ortega pudieron hacer prácticamente nada reseñable. La corrida de Juan Pedro Domecq del 22 se movió sin demasiada casta en ese ir y venir del medio toro que no molesta y, si el torero pone sal, sirve para triunfar. Destacó algo el cuarto, con el que El Fandi cortó la oreja que le hacía falta para abrir la puerta grande en una faena de mucho trapaceo y poco fondo. Su toreo acusó también la elegancia que Daniel Luque puso en sus dos faenas con el peor lote. Ya se sabe aquello del vaso limpio de agua limpia al lado del vaso sucio de agua sucia. Y el tercero en discordia, Sebastián Castella, trasteó con poca chispa, que tratándose del francés, ya es decir.

Corrida del 23

La corrida más entretenida fue la del 23. Los de Victoriano del Río se movieron con más bríos, y ante ellos vimos una versión del Juli menos rotunda que nunca. Las dos orejas que le cortó al cuarto fueron un espejismo, tampoco podemos engañarnos. Tomás Rufo mostró que lleva la hierba en la boca, y salió a triunfar a cualquier precio y de cualquier modo. Sin redondear faena, no se dejó ganar la batalla. Hay que agradecerle, además, que lleve a ese pedazo de subalterno que es Fernando Sánchez. Repitió ante los victorinos a las órdenes de Rafaelillo y ambas tardes desplegó torería y eficacia a raudales. Un lujo para el buen aficionado.

Y luego está Roca Rey, que pisa la arena con una rotundidad pasmosa. Entendió a la perfección al mansito que lidió primero y plantó cara con cabeza y corazón al interesante quinto, que fue uno de esos toros bravos con las complicaciones propias de la casta. Sin ser un astado de bandera, todo lo que planteó el peruano aumentó de importancia porque allí había un toro. Y conjugó los verbos de verdad: someter, mandar, bajar la mano, ligar… Quizá la faena más compacta del serial, aunque con acero desviado.

El Julia, en una de sus actuaciones.

El Juli, en una de sus actuaciones. / HECTOR FUENTES

Cierre con los victorinos

 Y cerró feria la corrida de Victorino Martín, que no defraudó, pero tampoco acabó de cuajar. Se apagaron demasiado pronto en la muleta, en una sosería impropia del encaste. Al más pastueño y de mayor duración de todos, el que abrió festejo, el presidente lo premió con una vuelta al ruedo insólita. El doble trofeo a Rafaelillo tenía más justificación por la faena ligada que consiguió, quizá con menos fondo de lo que la calidad del animal ofrecía, pero rematada por un estoconazo de libro. Rafael Rubio se aupó como el triunfador numérico del ciclo fogueril porque sumó tres trofeos, al cortar otra oreja del cuarto. Dato muy significativo…

Menos suerte tuvieron Manuel Escribano y Pablo Aguado. Escribano apenas pudo emocionar con su primero, que se apagó pronto, y aunque puso mucho más ante el bonito quinto, no mantuvo el astado la emoción en sus embestidas y solo pudo cortarle una oreja. Aguado, por su parte, dejó un ramillete de bellas verónicas a su primero y una faena muy asentada al incierto sexto.

Y hasta aquí lo que dejó una feria con mejores proyectos que resultados. Ahora toca echarle paciencia hasta 2024. ¡Qué larga se nos va a hacer la espera!