El caso del suicidio del actor Lee Sun-kyun: de la lucha feroz antidroga de Corea a la falta de privacidad

Lee Sun-kyun murió esta semana en su vehículo aparcado en Seúl tras haber dejado una nota aclarando que no veía otra salida. Había sido interrogado por tercera vez y durante 19 horas en un proceso por consumo de drogas. Un país en el diván se pregunta ahora qué deslizó al suicidio a un joven en la cúspide de su carrera actoral con mujer y dos hijos. La lista de sospechosos no es sucinta: la rudeza policial, la briosa campaña contra la droga, la exigida conducta inmaculada a la farándula, la impúdica exposición de su privacidad… El cuadro lo ha resumido Moon Jae-in, expresidente y referente moral: "Tienen que acabar estas prácticas que causan enormes daños al honor y la personalidad, como la excesiva cobertura mediática, y que empujan a elecciones extremas".

Una chica de alterne de un club del elitista barrio de Gangnam reveló a principios de año a la policía que el actor había consumido marihuana, ketamina y otras sustancias en su domicilio. Lee alegó que lo hizo engañado y que después fue chantajeado por su anfitriona y un cómplice. Todos los análisis de drogas sobre Lee dieron resultados negativos, admite la policía. La comisaría de Incheon, ciudad al oeste de la capital, sufre ahora los palos tras saberse que ignoró las últimas peticiones de Lee: someterse al polígrafo para probar su sinceridad y alejar a la prensa de su última declaración. La policía ha enviado las condolencias a la familia y respondido que sus actuaciones siguieron el procedimiento criminal. Fue Lee el que aceptó el último y extenuante interrogatorio que precipitó su muerte, han añadido.

Luto por la muerte del actor surcoreano Lee Sun-kyun, protagonista de ‘Parasitos’

Gobierno conservador

Lee es la última y más célebre víctima de la campaña contra las drogas del gobierno conservador. El presidente, Yoon Suk Yeol, prometió tras entrar en la Casa Azul que no habría solaz para los infractores y creó un departamento de 840 funcionarios a las órdenes de la Fiscalía. Las cifras subrayan su ímpetu. Más de 17.000 detenciones se contaron el pasado año por 10.000 en 2019, se han sextuplicado los arrestos de adolescentes y las incautaciones en las fronteras encadenan récords.

La legislación surcoreana contempla de seis meses a diez años de cárcel a los que generan, venden y consumen. Su dureza no chirría en el continente. También China, Singapur, Japón o Taiwán defienden su menor tolerancia que Occidente por la gravedad y urgencia del problema. Los expertos, sin embargo, niegan que las largas condenas rebajen el consumo y critican que la fórmula enfatice el castigo sobre la rehabilitación y la dimensión criminal sobre la de salud pública. Los abogados de Lee han lamentado que la investigación policial solo profundizara en su consumo y desdeñara el chantaje.

Los famosos, en el foco

Las celebridades son una batalla clave en la guerra contra las drogas por su factor ejemplarizante. Antes que Lee ya fueron investigados el actor Yoo Ah-in y el rapero G-Dragon. También China apuntó a sus famosos cuando años atrás emprendió su más vigorosa campaña. Frente a esos afortunados se abre entonces un abismo de contratos publicitarios cancelados, conciertos o series y películas suspendidas…

Ahí radica la diferencia cultural. Las bandas de rock en Occidente pueden apuntalar su reputación con drogas, alcohol, habitaciones de hoteles arrasadas y otros paseos por el lado salvaje. Asia espera de sus engominados querubines una conducta pulcra que contente a cualquier suegro. No hay aficionados más ardorosos que los asiáticos ni más severos con cualquier resbalón. Tampoco hay, probablemente, ningún país con un mayor porcentaje de suicidios entre famosos que Corea del Sur.

Lee sumaba varios meses de tormento. Televisiones, revistas y youtubers han escrutado con atención entomológica sus declaraciones policiales y amplificado una presunta relación afectiva con la chica de alterne y otros rumores. El mismo país que disfrutó en aquella orgía informativa la critica ahora. A ese horizonte personal y laboral se asomaba Lee cuando esta semana se encerró en su coche y prendió la piedra de polvo de carbón comprimido que le asfixiaría.

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