Mario Obrero: "La poesía es trinchera y porvenir"

El poeta Mario Obrero acude este jueves (20h) al Gran Teatro de Elche para hablar de la poesía y de la vida

Mario Obrero

Mario Obrero / Álvaro Tomé

J. F. Castejón

Mario Obrero (Madrid, 2003) comenzó a escribir a los siete años. Ha publicado los libros Carpintería de armónicos (XIV Premio de poesía joven Félix Grande; Universidad Popular José Hierro, 2018), Ese ruido ya pájaro  (Ediciones Entricíclopes, 2019), Peachtree City (XXXIII Premio Loewe a la creación joven; Visor, 2021), Cerezas sobre la muerte  (La Bella Varsovia, 2022; Premio Nacional de Juventud en la categoría de cultura) y, recientemente, Tiempos mágicos (La Bella Varsovia, 2024). Presentó las tres primeras temporadas de Un país para leerlo (La 2) y colabora habitualmente con RNE en el programa Gente Despierta. Este jueves (20h) acude al Gran Teatro de Elche para hablar de la poesía y de la vida.

El ciclo al que acudes se titula La dignidad de la palabra ¿Es digna la palabra?

Sin duda. Precisamente por ello corre el riesgo de ser apropiada por quien acostumbra el poder. Solo hay que ver cómo Vox pone sus manos en la Acadèmia Valenciana de la Llengua con criterios contrarios a la filología o cómo la alcaldesa María José Catalá tomó al inicio de su mandato la decisión de eliminar el acento abierto a la ciudad de València. Esa preocupación por las palabras, las lenguas e incluso sus acentos demuestra el peso que tienen como motores de conciencia y de pensamiento. La palabra es digna cuando se pronuncia con memoria y con el fin de nombrar, no para silenciar. Me interesan las palabras que nombran: la veu d’un poble de Estellés o «la prenda de abrigo» con que la alicantina Francisca Aguirre definía a los libros son huellas imborrables de la resistencia civil contra el abuso y la injusticia.

En estos tiempos tan convulsos, ¿la palabra, la poesía es un bálsamo?

No es solo bálsamo, sino trinchera y porvenir. Sería una concesión pensar que la palabra solo cura, pues eso significaría aceptar todos los daños: los empíricos y los que proyecta el odio. Me gusta el verbo curar desde el valencià, donde quiere decir a la vez cuidar y curar. La poesía nos puede cuidar frente a un presente de intemperies a la vez que restañar las heridas de la memoria e imaginar un futuro en el que participemos como lectores, poetas y ciudadanas.

Hay mucha pose en la poesía, pero a ti se te ve natural. ¿Cómo surgió en ti la poesía o, mejor dicho, cómo vino hacia ti la poesía?

Efectivamente, vino hacia mí, como dices, para la poesía no sirven las carabelas ni la ocupación colonial. Desearía pensar, como Miguel Hernández, que «me ha hecho poeta la vida». En un mundo tan feroz, acercarse a la belleza y su compromiso es una vocación irrevocable, más desde una edad temprana. Asocio ser poeta a la rebeldía de la juventud y al inconformismo de la infancia.

¿Qué significa para ti la poesía?

Aquello, en primer lugar, que no se debe ni se puede explicar. Sin embargo, sí estoy seguro de qué no es la poesía: la poesía no es privilegio, no es exclusión y no es desprecio. En 2024 y en el Estado español, escindirse de esas tres visiones es ya un logro y una causa para posicionarse junto a la palabra poética. De todas formas, la poeta Chantal Maillard acertó al poner en evidencia una paradoja: a la poesía le preguntamos siempre qué es, qué significa. No lo hacemos con la ropa que vestimos o la Jefatura del Estado, por poner otro ejemplo. Más allá de su definición, la poesía se puede disfrutar, sentir y compartir.

Dentro de las corrientes poéticas, ¿dónde se te podría encajar o, al contrario, eres de los que no se encasillan?

El problema etimológico de cualquier corriente es que corra tanto que se pierda en comidillas propias de la sociología o en cánones que siempre dejan a alguien fuera. Encuentro, empleando la expresión de Francisca Aguirre, «maestros cantores» a lo largo de las lenguas y el tiempo: de Guadalupe Grande a Maria-Mercè Marçal o de las trovadoras galaicoportuguesas a García Lorca.

"Un instituto público, librerías de barrio, bibliotecas públicas e instituciones culturales son las que me han hecho ser quien soy"

En el taller del poeta, del escritor, ¿cuál es tu método de trabajo?

Apellidarme Obrero convierte el trabajo en un modo de nombrarme, llevo la condición de clase obrera implícita. En la labor poética siempre debe haber tiempo de calidad, lectura y atención crítica: a partir de ahí, solo si él quiere, llega el poema. Ahora bien, no soy romántico: todo esto es complicado cuando uno es autónomo, subsiste económicamente del trabajo cultural y se inscribe en un mercado de trabajo que no es justo con la grandísima mayoría de trabajadores, seamos poetas o repartidoras.

Eres políglota, has presentado un programa de televisión, tocas la guitarra… ¿Cuál es tu búsqueda vital ahora mismo?

De forma muy inocente y muy joven considero que mi búsqueda vital es la alegría. Para ello, las lenguas que me acompañen, las luchas que ejerzo, las compañías afectivas y vitales son bienvenidas.

A pesar de tu juventud, tienes un discurso muy bien estructurado, una voz muy definida. ¿Cómo puede alguien tan joven estar tan formado, con tantas lecturas y con una actitud tan entusiasta ante la literatura y la poesía en particular? ¿Eres consciente que puedes llegar a intimidar?

No soy cristiano, por lo que me cuesta creer en milagros. Esa palabra viene del latín mirare: cuando la realidad se observa cariñosamente pueden surgir voces jóvenes y potentes. Para mí, esa mirada se produjo desde la escuela pública, que siempre defenderé por convicción y por experiencia. Agradezco los cumplidos, pero no soy ningún prodigio. Un instituto público, librerías de barrio, bibliotecas públicas e instituciones culturales son las que me han hecho ser quien soy. Y espero no intimidar, aunque me extrañaría. Nadie debe tener más miedo a un poeta que al racismo o a la especulación inmobiliaria.

¿Cuáles son tus influencias?

El poeta Juan Carlos Mestre es vital para mi comprensión ética y estética del mundo. Sin embargo, no es menos importante mi ciudad de periferia, Getafe, mi bisabuelo republicano o mis padres trabajadores. Tampoco la empatía que nos regala la literatura para con las derrotadas a lo largo de la historia y la geografía. Las influencias poéticas no son ajenas a nuestra vida y sus precariedades, todo lo contrario: deben alimentarse de ellas.

Para finalizar, ¿qué estás leyendo ahora mismo?

Estoy releyendo la obra de Vicent Andrés Estellés con motivo de su centenario, pero no puedo dejar de nombrar un título reciente que me emociona: Cien cigüeñas, un poemario que acaba de publicar Susana Obrero; poeta, maestra de la escuela pública y madre mía.