El proyecto del nuevo Mercado Central ha estado acompañado por la polémica prácticamente desde que se aprobaron los pliegos de condiciones para su construcción y posterior explotación el pasado mes de agosto. Hasta entonces, parece que nadie se había tomado en serio el proyecto, después de que se hablara del nuevo edificio durante años y años, y al final nunca se hiciera nada. A partir de ahí, partidos políticos y algunas plataformas ciudadanas han mostrado públicamente el rechazo al proyecto y, sobre todo, a la posibilidad que se da a la empresa adjudicataria de quedarse con hasta tres plantas en propiedad, entre ellas el primer sótano, donde en la actualidad están los puestos de fruta y pescado, tal y como se plantea en el estudio de viabilidad -elaborado por el Grupo El Árbol- y en los pliegos. De hecho, el informe municipal del estudio de viabilidad del Mercado Central especifica que las tres plantas con las que podría quedarse la firma pasados los 40 años de concesión están valoradas en 5,3 millones de euros. A ello, además, se une la oposición frontal de muchos al derribo del edificio, ya que se muestran partidarios de una rehabilitación.

En cualquier caso, los más activos hasta la fecha han sido los comerciantes del entorno, que, junto a algunos vecinos, promovieron una campaña de recogida de firmas que continúa, constituyeron la Plataforma Ciudadana en Defensa del Patrimonio y el Comercio Ilicitanos, entregaron alegaciones a los pliegos y presentaron un recurso ante el TSJ con el fin de frenar el proyecto. Desde la plataforma, siempre han sostenido que «no es el momento de un megaproyecto de este tipo y, por eso, es necesario que se revise el PRI y se vuelva a comenzar desde el principio». No en vano, siempre han argumentado que «la solución en estos momentos pasa por paralizar todo el proceso, dejar de lado el megaproyecto que han planteado y apostar por una reforma del actual edificio, aunque con aparcamiento». Finalmente, temen que unas obras tan largas puede desembocar en el cierre de sus locales. m. p.