El origen de La Marina, en ruinas

La ermita de El Molar fue el primer lugar de culto de la pedanía hasta que los habitantes tuvieron que abandonar la zona por insalubre

La ermita de San Francisco de Asís tiene tres siglos y la propiedad ha sido herencia de varias familias con el paso del tiempo.  | J.R.E.

La ermita de San Francisco de Asís tiene tres siglos y la propiedad ha sido herencia de varias familias con el paso del tiempo. | J.R.E. / j.r.esquinas

J. R. Esquinas

J. R. Esquinas

El patrimonio, aunque muchas veces olvidado, puede tener un valor incalculable para hacernos una idea del pasado, aunque sólo tengamos en frente un esqueleto en ruinas. La pedanía ilicitana de La Marina siempre ha presumido de que antes de conocerse por sus playas y pinadas ya se levantaron cimientos que trascendieron. En la sierra del Molar, a sólo cinco kilómetros de la playa del Pinet, quedan los vestigios de la ermita de San Francisco de Asís.

Este era el centro de culto sobre el que giraba el primer asentamiento de El Molar hace tres siglos, hasta que varias enfermedades diezmaron a los habitantes por el mal drenaje de las aguas y la zona terminó desolada por insalubre. La población comenzó entonces a desplazarse a la costa, donde se proyectaría urbanísticamente La Marina. Este poblado fue fundado por privilegio concedido por el rey Fernando VI en 1748 al Duque de Arcos e incluso gozó de alcalde propio, según apuntan los expertos.

En la actualidad la ermita es propiedad privada y durante años se han sucedido varios intentos por protegerla y darle un valor cultural, sin éxito. Lo cierto es que de aquel edificio religioso, en desuso, sólo quedan las cuatro paredes y cada año apunta una nueva grieta. Las imágenes religiosas, además, fueron despojadas del templo para desplazarlas a la capilla que se construyó décadas después en la pedanía.

El origen de La Marina, en ruinas

El origen de La Marina, en ruinas / j.r.esquinas

Margarita Fuentes es la actual heredera de la finca sobre la que se asienta esta centenaria ermita. Explica a INFORMACIÓN que económicamente no pueden asumir una rehabilitación del inmueble, que también tiene dos casas anexas en estado de abandono. Es una propiedad que no le da ningún beneficio pero la opción de vender el solar es algo que no contempla «porque mi padre la compró con mucho sacrificio y sólo podría desprenderme de ella si se trata de un momento extremo», apunta esta ilicitana de 64 años que se crió por la zona.

Su hijo, Santiago, apostilla que hace más de una década intentaron buscar líneas de ayudas a través de la Generalitat o la Unión Europea para darle una salida al edificio, pero no pudieron concurrir a ninguna. Los propietarios plantean que la ermita pueda servir como una especie de museo o centro de interpretación de la historia de la pedanía. Aseguran ambos que les encantaría tender la mano a las administraciones para explotarse como un bien común.

Esta infraestructura simboliza una seña de identidad y durante un tiempo los vecinos organizaban la marcha del Molar que pasaba por este caserío para explicar a los senderistas la importancia del lugar. Sin embargo, desde hace dos años no se celebra la prueba «ya que se hacia cuesta arriba por la cantidad de permisos y condicionantes para celebrarla», indica Isa Valentín, presidenta de la asociación Pinomar de La Marina.

Particulares y empresas tiran todo tipo de residuos en el solar anexo a la ermita.  | J.R.E.

Particulares y empresas tiran todo tipo de residuos en el solar anexo a la ermita. | J.R.E. / j.r.esquinas

Vertedero

Si el entorno ya estaba degradado también se suma el incivismo de particulares y hasta empresas que desde hace años tiran todo tipo de residuos a sólo unos metros de la ermita. Se ha formado un vertedero ilegal para el que no se ha podido poner freno, a pesar de que Urbaser, colocó unos carteles para prevenir esta práctica a pesar de no tratarse de vía pública. Se pueden encontrar desde botellas de fertilizantes, restos de poda, piezas de electrodomésticos o cristales rotos. Los propietarios no saben qué hacer para atajar el problema y desde la asociación Pinomar exponen que el problema está extendido también en otras zonas de monte público.